LOS MITOS Y LOS SÍMBOLOS EN LAS NUEVAS CIRCUNSTANCIAS CULTURALES por Marià Corbí

  1. La pretensión primaria de los mitos y los símbolos

La pretensión primaria de los mitos y los símbolos, aquello por lo que fueron construidos, es la programación de la colectividad. La pretensión primaria y principal es programar a un grupo humano para una sobrevivencia viable, en unas condiciones determinadas preindustriales y precientíficas.

El viviente que habla, tiene un doble acceso a lo real, un acceso interesado, en función de sus necesidades, y otro acceso gratuito, porque la realidad está ahí. Este doble acceso a lo real es su cualidad específica, lo que le caracteriza como especie, lo que le dota de flexibilidad para adaptarse a posibles cambios de modos de vida, sin tener, como las demás vivientes, cambiar de especie. Si sólo tuviera un único acceso a lo real, el funcional, estaría preso de ese acceso, como les ocurre a los demás animales.

Los mitos y símbolos, como sistemas de programación colectiva, deben dar forma a estas dos dimensiones de nuestro acceso a la realidad. De lo contrario, no programarían nuestra naturaleza específica.

Así pues, los mitos y los símbolos tienen una doble pretensión:  construir una naturaleza viable, en unas determinadas condiciones de sobrevivencia material, y posibilitar el cultivo de esa segunda dimensión de la realidad, de la que depende su condición específica, su flexibilidad para adaptarse a las transformaciones del medio y de las condiciones de vida y depende también su cualidad específica.

La configuración del acceso a la dimensión absoluta de lo real, depende de la forma de la configuración de las condiciones de supervivencia del grupo humano. Las condiciones de supervivencia son las que imponen los cambios en las estructuras de los sistemas mítico-simbólicos de programación y, por ello, imponen también los cambios en la figuración de la experiencia absoluta de lo real.

Así pues, la pretensión de los sistemas mítico-simbólicos es la conveniente programación de los colectivos para una sobrevivencia adecuada en unas determinadas condiciones de vida, siempre preindustrial y precientífica. Podríamos decir que los sistemas mítico-simbólicos son el software desde el que se lee, se valora y se actúa, tanto en lo referente a nuestra relación necesitada con la realidad, como en lo referente a nuestra relación gratuita y absoluta con lo real.

Sin embargo, los mitos y los símbolos no se proponen, directamente, adentrar a los individuos y a los grupos en las profundidades de la vivencia absoluta de la realidad. Esa no es su pretensión. Su pretensión se ciñe únicamente a un cultivo, individual y colectivo, de la segunda dimensión de la realidad, que mantenga nuestra cualidad específica y sus ventajas para sobrevivir y competir con los demás grupos humanos y con las demás especies, en un medio cambiante.

No obstante, aunque los mitos y símbolos no se propongan la profundización en la vida espiritual, ponen las bases que lo permiten.

  1. Ningún sistema mítico-simbólico se propone describir la realidad

Como consecuencia del apartado anterior, ningún sistema mítico-simbólico se propone describir la realidad, ni la dimensión de la que dependen los humanos para vivir, ni la dimensión absoluta de lo real. Pretenden sólo decir cómo hay que verla, sentirla y actuar en ella y organizar la simbiosis, para poder sobrevivir en una forma concreta de vida. Por consiguiente, no pretenden, tampoco, describir la realidad absoluta, sino sólo programar cómo hay que comprenderla, sentirla y vivirla de manera que sea coherente y no altere, sino que favorezca y refuerce, la programación de la sobrevivencia material.

Los dos accesos a la realidad, el funcional y el gratuito, deben estar modelados por el mismo programa. O dicho de forma inversa, quienes están socializados en un sistema de programación determinado, leen y viven las dos dimensiones de la realidad desde el mismo sistema mítico-simbólico. Puesto que las dos dimensiones forman nuestra especificidad, las dos requerirán de la misma programación.

Los mitos y símbolos no son, pues, descripción de ninguno de los dos aspectos de lo real, sino acomodación, delimitación, modelización de la inmensidad de lo real a las formas de vivir de un grupo de vivientes humanos. Si no es la descripción de la realidad de la que dependemos para sobrevivir, menos será descripción del ámbito sagrado de lo real.

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