Te saludo, oh ser!
«Te saludo, oh ser!»… Se trata de un texto que pertenece a la obra Yoga Vasishta, y sobre el que se trabajó en unas prácticas de silencio. El texto ya había sido recogido en esta web; se ofrece ahora acompañado de las pistas de trabajo propuestas en esa ocasión, por si pueden resultar de utilidad.
EL TEXTO
El Yoga Vashista, se atribuye al sabio (semi legendario) Valmiki (fechado hacia los s. XI-XIII). Valmiki expone a su discípulo Bharadvâja las conversaciones del sabio Vâsishta con el príncipe Râma. Es la segunda obra más extensa en sánscrito, después del Mahabharata.
Versión castellana (síntesis): Yoga Vasishtha, un compendio. Etnos, 2008. 690 p. O también: Valmiki. Yoga Vasishta: El mundo está en el alma. J.J. de Olañeta, 1994. 132 p. (es la traducción de una versión resumida que se publicó en la India en el siglo XIX)
Te saludo, ¡oh ser!
Te saludo, ¡oh ser!, que resides en el loto del corazón y cuyas dos alas son la conciencia y su reflexión. Te saludo, oh ser!, el sol que despeja la obscuridad de la ignorancia. Te saludo, ¡oh ser!, el promotor del amor supremo que mantiene todas las cosas del universo.
¡Oh, ser!, brillas en el sol con luminosidad y pureza, y resplandeces fríamente en la luna. La pesadez de las montañas y la velocidad del viento surgen de ti mismo. Por tu causa la tierra es firme y el espacio vacío. Afortunadamente te he comprendido. Por suerte, ya no hay diferencia entre tú y yo: tú eres yo, yo soy tú. ¡Saludo a mi ser infinito y sin ego, saludo al ser sin forma!
¡Te saludo a ti mi propio ser, que lo eres todo! El ser es todo en todo y existe en todas las cosas, como la fragancia existe en las flores y el aceite en la semilla de sésamo. ¡Saludo a mi ser infinito y sin ego, saludo al ser sin forma!
Resides en mí en estado de equilibrio, como la consciencia testigo, sin forma y sin divisiones. Eres el fundamento de la verdad en el que todo reposa. Los mundos están siempre potencialmente presentes en ti y por ti se hacen manifiestos. ¡Tú eres su realidad!
La felicidad y la desgracia se disuelven cuando tú te aproximas, como la obscuridad se desvanece en presencia de la luz. A pesar de ello, la experiencia de felicidad sólo es posible a causa de la luz de la conciencia que emana de ti.
Yo te saludo ser y te celebro, porque has manifestado este universo sin límites. Te saludo, ser de la paz suprema. Te saludo, ser que eres el origen y la meta de estas escrituras y estás más allá de las mismas. Te saludo, ser que naces y resides en todas las criaturas. Te saludo, ser no nacido. Te saludo, ser que permaneces debajo de todo cambio y toda destrucción, inmutable. Te saludo, ser que eres la existencia y la no existencia. Te saludo, ser que puedes ser alcanzado y conquistado.
Vivo para conquistarte. Te saludo ¡oh, ser! y te celebro. Mientras existes como la realidad pura, ¿dónde está la esclavitud, dónde la desgracia, dónde la fortuna, dónde el nacimiento y la muerte? Permaneceré para siempre en la paz suprema.
–fragmento del Yoga Vashista- (Madrid, Etnos, 2003)
PRÁCTICAS
1.
pensando en una práctica de 1 hora, aproximadamente. Si es posible, en el exterior.
Recordemos…
No se ejercita el silencio para ir a parar a una región vacía, neblinosa, celeste, divina, fuera o más allá de aquí. Si se aprende a callar es para poder estar totalmente alerta, sintiendo y vibrando, atestiguando lo que hay. (M. Corbí. El camino interior, p.123)
Saldremos fuera, atendiendo a nuestro movimiento, andando conscientemente. Cuando notemos la atención recogida, pondremos atención a la percepción, a los sentidos: mirando, escuchando, oliendo… con plena conciencia del cuerpo y de todo lo que me rodea… “Consciente del espacio y de toda la vida que me rodea y me acompaña”.
Cuando veamos que el texto nos puede ayudar, que puede guiar nuestra atención, leeremos el primer fragmento, poco a poco. Tomando conciencia de cada “salutación”. Nos detendremos para explorar hacia dónde apunta, nos dejamos impregnar por el significado.
Cada saludo invita a abrir los ojos, a mirar, procurando ver-sentir-percibir «lo que aquí hay»…
Te saludo, ¡oh, ser!
Te saludo, ¡oh ser!, que resides en el loto del corazón y cuyas dos alas son la conciencia y su reflexión. Te saludo, oh ser!, el sol que despeja la obscuridad de la ignorancia. Te saludo, ¡oh ser! y te celebro, el promotor del amor supremo que mantiene todas las cosas del universo.
¡Oh, ser!, brillas en el sol con luminosidad y pureza, y resplandeces fríamente en la luna. La pesadez de las montañas y la velocidad del viento surgen de ti mismo. Por tu causa la tierra es firme y el espacio vacío. Afortunadamente te he comprendido. Por suerte, ya no hay diferencia entre tú y yo: tú eres yo, yo soy tú. ¡Saludo a mi ser infinito y sin ego, saludo al ser sin forma!
–fragmento del Yoga Vashista- (Madrid, Etnos, 2003)
Te saludo, te celebro…
te reconozco
tomo conciencia del reconocimiento, del agradecimiento… “Hay más” que nuestra mirada superficial, más que nuestros ruidos interiores…
2-5 los siguientes ejercicios se podrían practicar a lo largo de un día. O en días sucesivos, uno cada día. Se trata de una cadena de prácticas que pueden ayudarnos a mantener la atención centrada en “eso, el “Fondo”, el “Ser” …
2.
¡Te saludo a ti mi propio ser, que lo eres todo! El ser es todo en todo y existe en todas las cosas, como la fragancia existe en las flores y el aceite en la semilla de sésamo. ¡Saludo a mi ser infinito y sin ego, saludo al ser sin forma! (Yoga Vashista)
No nos alejaremos de la salutación “al propio ser que lo es todo”. Pero vamos a abórdalo también siguiendo las pistas que nos ofrece Antonio Blay:
Somos constantemente una expresión de algo que está surgiendo de nuestro fondo, pero solemos vivir las cosas en su manifestación más periférica. Es como si en nosotros hubiera tres planos distintos. El plano de lo exterior y lo relacionado inmediatamente con lo exterior: mis ideas, mis actitudes, etc. Un plano medio, que podríamos llamar las resonancias subjetivas: estados interiores de reflexión mental, de sensaciones, etc. Y un plano más profundo de donde está surgiendo toda la capacidad de vivir, de donde está surgiendo la energía; de donde está surgiendo la capacidad de sentir, de amar; de donde está surgiendo la capacidad de ver, de comprender. Y el meollo del asunto está precisamente en este fondo, porque él es la fuente –de un modo inmediato–, de donde está surgiendo toda mi existencia, toda mi capacidad de existir como ser concreto. Y lo primero que uno evidencia (cuando aprende a descubrir este fondo) es que en sí tiene una potencialidad total, una realidad total, una afirmación total.
Es pura potencia, es pura realidad inmediata. Es. No depende de nada, su naturaleza es de una energía concentrada que nos da una conciencia directa de ser aquí y ahora. En ese nivel profundo no hay formas, las formas se adquieren a través de los niveles superficiales; en el fondo es donde se vive una realidad profunda del ser, una realidad profunda de sentir, una realidad profunda de ver y conocer, pero inespecífica, sin forma. (A. Blay. Despertar y sendero de realización, p. 95)
El fondo se vive como impersonal, en contraste con el modo en que vivimos nuestro yo externo. (98)
Leemos el texto despacio.
Haremos ahora tres prácticas entrelazadas que nos ayuden a mantener y alimentar esta atención al “fondo”, al “ser”, a…
3.
Observo, mantengo la atención a la vida, aquí, en mí. Llevando la atención hacia lo “impersonal” en mí:
- la vida (respiración, piel, miembros del cuerpo, funcionamiento orgánico)…: lo observo, soy testigo de su desarrollo, aquí, en mí.
- la mente, la capacidad de atención, de focalizar: soy testigo de ello, aquí, en mí.
- el movimiento, la actuación, el sentir… Existen, aquí, en mí. Aquí se despliegan, se muestran…
Voy repitiendo la observación, intentando ser simplemente foco de conciencia del hecho de ser universal, no “mío”, no ligado a mi individualidad, aquí, en mí.
Después de procurar mantener esta observación lúcida, atenta, el siguiente texto puede ayudarnos a profundizar un poco más:
En el fondo es donde se vive una realidad profunda del ser, una realidad profunda de sentir, una realidad profunda de ver y conocer, pero inespecífica, sin forma.
[…] Cada uno de nosotros tiene una noción de profundidad, pero es una profundidad limitada, ¿verdad? Uno dice: “sí, aquí está mi fondo”; es un sentimiento profundo, es una visión profunda, uno tiene conciencia de que es distinto de lo que llama superficial. Pero una vez que uno está en eso profundo y se dice: “¡ve más profundo!”, siente que no puede. Bien. Cuando uno se da cuenta claramente de la profundidad a la que ha llegado, entonces uno puede mirar: “¿qué hay detrás de esa profundidad?”, “¡Oh, no hay nada!”. Pues eso. Permanecer atento a esa no-profundidad que hay detrás. Y si uno aprende a estar atento a eso, muy brevemente, descubre que aquel “nada” es “algo”. […] Si uno está atento a esa “nada” que se percibe detrás del tope, se descubre una mayor profundidad. […] El problema es que a uno le parece que ya está viviendo su límite […] (275)
(Antonio Blay. Despertar y sendero de realización. Indigo)
4.
Podemos volver a repetir el ejercicio, sin más. Cuanto más lo hagamos, mejor…
Pero otro paso puede ser seguir una propuesta de Blay relacionada con el «fondo».
La conciencia de esta «profundidad» que me habita y que soy ayuda a disolver las fijaciones del ego. Situaciones difíciles que seguimos arrastrando y que marcan nuestras formas de reaccionar; nudos en relación a personas, etc. Esa situación o circunstancia deja de tener la fuerza que tenía cuando la ponemos en presencia del «fondo»; existe el recuerdo, pero pierde la fuerza de marcar el paso al yo, generar reacciones, hábitos, «personalidad», etc. Intentémoslo.
- Elegimos lo que será el objeto de observación (el punto conflictivo).
- Intentamos, de nuevo, situarnos en el «fondo impersonal». Sentir el existir, identificarse con el despliegue de la vida, etc. Le dedicamos el tiempo que sea necesario.
- Desde la vivencia del existir universal, sin límites, desplegándose aquí, en mí …: observo el «tema» elegido. Sin juzgar, sin entrar en diálogo o discusión.
(“manteniéndome ahí, permitiendo que penetre hasta el “fondo” sin justificar, sin huir, sin cerrar, permitiendo que el fondo responda desde sí mismo” –p.99-)
Si no podemos mantener la distancia de observadores, si el tema nos arrastra, lo dejamos estar. Volvemos a la observación del existir, o releemos los textos con atención.
… el fondo se vive como impersonal, en contraste con el modo en que vivimos nuestro yo externo. El fondo es una visión clara, inmediata, evidente de que esto es así, de que se comprende, e incluso se puede ver el porqué es así, pero sin color personal. Es una visión de comprensión. Y en el aspecto afectivo es de ser uno mismo como paz, como amor; pero no ese amor fabricado exteriormente, sino el sentir profundo de amar profundamente. (p. 98)
La felicidad y la desgracia se disuelven cuando tú te aproximas, como la obscuridad se desvanece en presencia de la luz. A pesar de ello, la experiencia de felicidad sólo es posible a causa de la luz de la conciencia que emana de ti. (Yoga Vashista)
5.
Volveremos a insistir, una vez más, utilizando el último fragmento del texto.
Las «salutaciones» del texto nos pueden ayudar a mantener la atención lúcida, atenta, como queriendo percibir o recibir noticia de lo que aquí hay, de lo que somos. Y, a la vez, la actitud atenta nos ayuda a poder indagar en el sentido del texto con todo el ser, con todas las capacidades.
Te saludo, ser de la paz suprema.
Resides en mí en estado de equilibrio, como la consciencia testigo, sin forma y sin divisiones. Eres el fundamento de la verdad en el que todo reposa. Los mundos están siempre potencialmente presentes en ti y por ti se hacen manifiestos. ¡Tú eres su realidad!
Te saludo, ser que permaneces debajo de todo cambio y toda destrucción, inmutable.
Te saludo, ser que naces y resides en todas las criaturas.
Te saludo, ser que eres la existencia y la no existencia.
Vivo para conquistarte. Te saludo ¡oh, ser! y te celebro. Mientras existes como la realidad pura, ¿dónde está la esclavitud, dónde la desgracia, dónde la fortuna, dónde el nacimiento y la muerte? Permaneceré para siempre en la paz suprema.
(fragment del Yoga Vashista)
Que uno aprenda a estar totalmente atento con la mente y con el corazón a esa dimensión superior, a esa calidad superior que hay detrás de todas las formas existentes. Da igual el nombre porque lo superior no tiene nombre, todo nombre es un invento humano. Lo interesante es la vibración, la sutilidad de sintonía interior, mental y/o afectiva. Cuanto más yo estoy atento a eso, olvidándome de mí, de mis cosas, más fácilmente se produce este contacto. Mientras yo estoy pendiente de mí, de mis deseos y de mis necesidades porque estoy centrado en la noción de realidad de mí o de mis cosas, no hay posibilidad de contacto real porque estoy “lleno” de mí.
Cuando yo soy capaz de ponerme a un lado, con todas mis preocupaciones, problemas, tensiones, etcétera, y puedo estar atento, realmente atento a lo que está más allá de mí, a ese nivel de amor, de felicidad, de sutilidad, a lo desconocido, sea lo que sea, pero atento a aquello y olvidándome de mí, entonces aquello es lo que para mí pasa a ser real, aunque aquello sea algo muy poco sólido, muy sutil, pero es en aquello donde está mi noción de realidad. (A. Blay. Despertar…, p. 222-223)