El análisis realizado en el Encuentro tiene en cuenta tanto el nuevo tipo de sociedad como la oferta perenne de las tradiciones.
El equipo acuerda una distinción entre espiritualidad y religión: espiritualidad es el proceso del camino interior que conduce a la experiencia del Absoluto, mientras que religión es una forma concreta de presentarse ese proceso, unido a un paquete de funciones sociales que la espiritualidad, apoyándose en creencias, en las sociedades preindustriales.
La espiritualidad puede ir libre de creencias, la religión no.
Cuando más se fundamenta la nueva sociedad sobre la creación continua de conocimiento y tecnología, tanto más difícil es una religión de creencias.
Religión, a la manera tradicional de Occidente, y sociedad de conocimiento, resultan incompatibles.
Una forma de vivir la espiritualidad como religión de creencias ha muerto y una nueva forma está naciendo: como camino interior y experiencia, sin sumisión a formulaciones inmutables y sin que cumpla las funciones del pasado como servir de proyecto de vida colectivo, de cohesión colectiva y de consuelo del mal y la muerte; y sin otras jerarquías que la de los maestros y la del criterio de la calidad.