Posibilitar a las personas de las sociedades de hoy el acceso a la sabiduría de las tradiciones, una sabiduría que -mayoritariamente- viene vertida en formas culturales del pasado, con las dificultades que ello comporta.
Favorecer la reflexión sobre la crisis de las formas religiosas sin culpabilizar a nadie ni a nada. Una reflexión basada en el análisis del cambio que ha sufrido el modelo cultural en el tránsito de las sociedades agrícolas, jerárquicas, autoritarias, patriarcales en las que se generaron las tradiciones a sociedades de innovación continua como las nuestras.
Hacer patente que la sabiduría que viene en las formas religiosas del pasado pero que está más allá de ellas es un tesoro patrimonio de la humanidad para el cultivo de la cualidad humana en toda época y también en la nuestra.
Que el contacto con los grandes textos y los grandes maestros se oriente a estimular la indagación personal.
Mostrar que para el cultivo de la dimensión profunda de las tradiciones no es imprescindible que los individuos hayan de adoptar formas culturales del pasado.
Abrir la posibilidad a una “espiritualidad laica» y sin creencias, sin olvidar fomentar la convivencia y el respeto hacia la diversidad de opciones religiosas.