4. DE VIAJE POR LA HISTORIA DE LA CUALIDAD HUMANA

a cargo de Francesc Torradeflot

La Cualidad Humana es un patrimonio común de toda la humanidad. Todos los seres humanos a lo largo de la historia hemos aprendido a cultivarla desde la diversidad inmensa de nuestra especie. Este curso quiere presentar la belleza y variedad de este cultivo a partir de textos escogidos de maestros espirituales de las tradiciones religiosas y de las convicciones no religiosas. Buda, Krishna, Jesús, Muhammad, Agustín, Eckhart, Teresa de Ávila, Juan de la Cruz, Feuerbach, Nietzsche, Einstein, Tolle, etc. Veremos lo que tienen en común y la rica variedad de las expresiones. Veremos también como forma y fondo no son lo mismo pero están íntimamente ligados.

Del 9 al 30 de mayo
4 jueves, de 19:00 a 20:30 h.
Aportación: 50 €

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    Este seminario parte del reconocimiento de que la historia humana ofrece grandes manifestaciones espirituales que tienen un valor intemporal y que permiten que personas del siglo XXI puedan disfrutar de una sabiduría siempre nueva y fértil.

    Se abordarán fragmentos de referencia de diversas tradiciones a través de destacados maestros de sabiduría y de la lectura de fragmentos significativos de sus textos, presentando brevemente el marco y el entorno en que se producen. Se harán comparativas y se establecerán relaciones de semejanza, destacando la singularidad y originalidad, pero sobre todo atendiendo a su posible utilidad para nosotros.

    «Cuando pase mi gloria, te esconderé en una grieta de la roca y te taparé con la mano hasta que yo haya pasado. Después retiraré mi mano y me podrás ver de espalda; pero mi cara, nadie la puede ver. (Éxodo, 33, 22-23)

    «Brahman resplandece, vasto, auto luminoso, inconcebible, más sutil que el sutil. Es más allá de lo que está lejos y, sin embargo, aquí, muy cerca a la orilla. Es visto aquí, habitante en la cava del corazón de los seres conscientes «(Mundaka Upanishad, 3, 1, 7)

    «Hacen de su propia visión la verdad; por eso tratan su adversario de tonto. El Yogui que tiene este conocimiento no acepta ningún sistema (dharma), no acoge ninguna palabrería, no se adhiere a nada y no cree en nada. No tomando parte realmente en ninguna discusión, conoce el sabor de la ambrosía de la ley de Buda. «(Nagarjuna, Le Traité de la grande virtud de la sagesse, v. 1, p. 41-42).

    «A menudo me despertaba fuera de mi cuerpo y había entrado en mí mismo, saliendo de todas las demás cosas; había visto una belleza maravillosamente magnífica y sentido la certeza de que entonces, por encima de todo, pertenecía a la mejor parte; había realmente vivido la mejor vida y llegado a identificarme con el divino; y establecido firmemente en él, llegué a la suprema realidad, situándose yo mismo por sobre cualquier otro en el reino del intelecto. Entonces después de este reposo en el divino, cuando bajé desde el intelecto al razonamiento discursivo, quedé boquiabierto cómo llegué nunca a poder bajar. «(Plot, Enéadas, 4, 8, 1)

    «El libro del sufí no está hecho de tinta ni de letras: no es sino un corazón blanco como la nieve. El bien más preciado de los eruditos son las marcas de las plumas. ¿Cuál es el de los sufíes? Las huellas. El sufí sigue la pista como un cazador: él ve el rastro del almizclero y sigue las huellas que deja. Durante un rato el rastro del almizclero es su buena pista, pero luego es la glándula del almizcle del almizclero lo que el guía. Ir una etapa guiado por el perfume de la glándula del almizcle es mejor que cien etapas siguiendo el rastro y dando vueltas. «(RUMI).

    “La esencia de mi ser es la de Su Forma. Pero esta palabra que Dios reveló sólo Él la entiende. Dios es tan grande que no hay cosa que Se le asemeje. ¡Nada es otra cosa que Él! ¡Y aún más, ésta es Él! Sólo así el ser puede ver la irrealidad del otro. Porque Aquel que comprende, ¡en verdad, es Dios! ¡Pues sólo Dios ve a Dios! ¡Discierne bien mis palabras para poder reconocer a quién se dirigen y de quién emanan!” (IBN ARABI, Tratado del amor, EDAF, Madrid, 1996, p. 27-28)

    “La ciencia mística no es de ingenio, sino de experiencia; no es inventada, sino probada; no leída, sino recibida. (…). No entra la ciencia mística en el alma por los oídos, ni por la continua lección de los libros, sino por la liberal infusión del Divino Espíritu, cuya gracia se comunica con regaladísima intimidad a los sencillos y pequeños (Mt 2). Hay algunos doctos que no han leído jamás estas materias, y algunos espirituales que hasta ahora no las han gustado, y por esto los unos y los otros las condenan; aquéllos por ignorancia y éstos por falta de experiencia. (…). No es esta ciencia de teórica, sino de práctica, en donde sobrepuja con grandísima ventaja, la experiencia, a la más avisada y despierta especulativa; y como los sabios puramente escolásticos no la experimentan, la condenan.” (MOLINOS, Miguel de, Guía espiritual, Al que leyere)

    «La maravillosa paz de este dormido entraba en mí como una marea … Vaciado de esperanza, ante esta noche cargada de signos y de estrellas, me abría para la tierna indiferencia del mundo. Al experimentarlo tan parecido a mí, tan fraternal en fin, he sentido que había sido feliz, y que aún lo era «[Habla un hombre condenado a muerte la vela de su ejecución] (ALBERT CAMUS, L’étranger)