Tradición pagana Celta: La naturaleza del alma en el paganismo celta por Jose Manuel Bobadilla

El análisis de este texto es peculiar. John O’Donohue es un sacerdote irlandés que se encargó de estudiar e investigar la espiritualidad celta. Esta tradición se engloba dentro de las tradiciones paganas y la cultura celta era una cultura ágrafa y por lo tanto la transmisión de conocimiento sobre la dimensión ab-soluta se realizaba de forma oral. Este hecho dificulta por no decir que casi imposibilita la capacidad de poder realizar un análisis de las formas en la que estas culturas, en concreto la celta, cultivaban la espiritualidad.

El libro Anam Cara ( 1997 ) es fruto de la investigación de O’Donohue en el cual intenta plasmar cómo la cultura celta del norte de Irlanda vivía y expresaba la relación y experiencia de la dimensión ab-soluta. Gracias a esta obra podemos acercarnos y comprender como otros sistemas de significación cultural o PAC-religión modelaron este sentir.

Para poder presentar esta tradición y sus modelaciones analizaremos algunos fragmentos de la obra ya citada teniendo en cuenta que, todo lo que se exponga, es fruto de la investigación de O’Donohue y no, como si se ha realizado con las tradiciones anteriores, un texto fundacional o fundamental de la tradición.

a) El cuerpo y el alma

Aquí hay que entender simbólicamente el concepto de alma. El alma para la cultura celta sería, como se ha comentado anteriormente, la dimensión ab-soluta y por lo tanto esa presencia del mundo divino o alma es la (re)presentación de la dimensión ab-soluta tanto en el interior de la persona como en el exterior. Indagar esa presencia del mundo divino en el interior es buscar la dimensión ab-soluta en un camino de autoindagación de la verdadera realidad.

« Tu cuerpo es tu casa de arcilla; es la única patria que posees en este universo. En tu cuerpo y a través de él, tu alma se vuelve visible y real para ti. Tu cuerpo es la casa de tu alma en la Tierra » ( O’Donohue, 1997; 59 ).

Para la cultura celta el cuerpo es un trozo de arcilla con forma humana nacido de la tierra y es único para cada persona en este mundo y es el cobijo del alma; es mediante éste y sus sentidos que el alma se hace visible y real para el individuo, es la experiencia individual de la existencia. Desde la interpretación basada en la antropología presentada en el marco teórico podría decirse que desde que el individuo humano nace la dimensión ab-soluta se hace visible y real para el ya que el cuerpo también es una forma de la dimensión ab-soluta. No es únicamente su morada, sino que también es esa dimensión y sólo podrá captar la dimensión ab-soluta desde el cuerpo. En la siguiente frase ( … ) el cuerpo es el lugar donde se revela el alma. ( O’Donohue, 1997; 60) queda remarcada la idea celta de como a través del cuerpo se presenta y expresa la dimensión ab-soluta.

« El alma no se inventó a si misma. Es una presencia del mundo divino, donde la intimidad no tiene límites ni barreras » ( O’Donohue, 1997; 44 ). 

La primera parte de este pequeño fragmento podemos considerar que elimina la heteronomía del alma. Estaría en discordancia con el fragmento anterior donde se argumenta que el cuerpo es la morada del alma, pero desde la visión antropológica de la que partimos para hacer este análisis el alma o la presencia del mundo divino sería la dimensión no modelada donde la intimidad queda liberada de los límites y las barreras puestas por el ego. Tal y como se ha ido argumentando a lo largo de la primera parte de este trabajo, la bifurcación de la realidad en dos dimensiones no se produce únicamente hacia el exterior -el mundo-, sino también hacia el interior -el Yo-; es decir, la capacidad de indagar la propia realidad; es a partir de esta búsqueda cuando empieza el camino de desegocentración, el camino de la no identificación con el ego y, si no se produce una identificación con el ego, no hay intimidad. Según explica O’Donohue, para la cultura celta, la eliminación de la intimidad va en relación con la Alteridad y con el concepto gaélico de Anam Cara o alma amiga, reconocer en uno mismo y en los demás la presencia del mundo divino, el Anam Caram o la dimensión ab-soluta elimina las barreras y los limites puestos por el yo.

En el siguiente fragmento veremos como para los celtas, el alma, no está únicamente encerrada en el cuerpo, sino que el cuerpo está en el alma. Esto apuntaría a una idea de no dualidad en el seno de esta tradición. 

« ( … ) El cuerpo está en el alma. Tu alma es más extensa que tu cuerpo, abarca a éste y también la mente. Sus antenas son más perceptivas que las de la mente o el yo. Si confiamos en esta dimensión umbría, llegamos a nuevos lugares en la aventura humana. Pero para ser, debemos liberarnos ( … ) » ( O’Donohue, 1997; 104 )

Lo que se puede extraer de este fragmento es la idea de que el alma o la dimensión ab-soluta lo abarca todo. Si en los fragmentos anteriores se decía que el cuerpo era la morada del alma aquí puede verse que el cuerpo está inmerso en el alma, pero también remite a la idea que sólo desde la dimensión ab-soluta puede captarse la dimensión ab-soluta ya que únicamente desde esta dimensión de la realidad se puede captar dicha dimensión. Es decir, desde la mente o el ego modelado, aquel imprescindible para manejarnos en un mundo de sujetos y objetos, no se puede captar lo incategorizable, igual que se veía en el análisis del TAO: sólo desde el no ser se puede captar el “misterio”. Cuando el texto indica que si confiamos en esta dimensión umbría llegaremos a nuevas aventuras está estableciendo la idea de que si dejamos que la dimensión ab-soluta nos guie, es decir, si se consigue vivir plenamente en esa dimensión, la realidad se abrirá a nuevas sensaciones a las que el cuerpo-ego modelado no puede acceder y por lo tanto, para poder acceder a esa dimensión, se debe indagar la realidad tanto externa como interna hasta sumergirse en la presencia divina del mundo.

b) La imaginación como puente hacia la Unidad

« Todo lo que existe en el mundo del alma aspira vivamente a adquirir forma visible; allí reside el poder de la imaginación. La imaginación es el puente entre lo visible y lo invisible. En el mundo celta existía una maravillosa intuición de cómo lo visible y lo invisible entraban y salían uno del otro »  ( O’Donohue, 1997; 65 ).

En este fragmento también se muestra la idea celta de la no dualidad. Al hablar de “que todo lo que existe en el mundo del alma aspira a adquirir forma” se está exponiendo o reflejando la noción de que toda forma no es más que una forma de la dimensión ab-soluta. Desde la dimensión relativa a las necesidades humanas, todo objeto o sujeto que puede verse podría decirse que “anhela” mostrar su verdadera realidad que es la dimensión ab-soluta. Indagar esa realidad en cada objeto y/o sujeto es establecer puentes entre el ser y el no ser, entre la forma y la no forma, entre lo visible y lo invisible, entre la realidad modelada y la no modela, entro lo asociado y lo no asociado.

Por otro lado, esta no dualidad también se ve reflejada cuando al final del fragmento se expone que lo visible y lo invisible entraban y salían uno del otro. Esta frase puede contener ciertos paralelismos con la imagen budista del Sutra del Corazón donde se dice que la forma es vacía y el vacío es forma. Todo lo invisible está en lo visible y todo lo visible está en lo invisible.

c) Visión de la muerte 

Por último, dentro de este apartado dedicado a la espiritualidad celta, considero relevante prestar atención a la visión que esta cultura tenía sobre la muerte y lo que implicaba meditar acerca de la propia muerte. 

« Meditar sobre tu propia muerte puede ayudarte a modificar drásticamente tu percepción habitual y rutinaria. En lugar de vivir de acuerdo con lo que se puede ver o poseer en el reino material de la vida, empiezas a afinar tu sensibilidad y adquieres conciencia de los tesoros ocultos en el lado invisible de la vida. Una persona verdaderamente espiritual desarrolla un sentido de la profundidad de su naturaleza invisible » ( O’Donohue, 1997; 213 ).

Para la cultura celta la muerte significaba la unión entre el cuerpo-ego y lo no modelado. Meditar sobre esta unión “espiritual”, la unión de las dos dimensiones de la realidad, modifica la percepción de la cotidianidad. Esta meditación acerca de la muerte, es decir, aplicar la indagación sobre el hecho de la muerte mediante el distanciamiento de los propios patrones de interpretación y silenciando el ego, es una forma de refinar la sensibilidad para captar la dimensión ab-soluta y ayuda a desplazar la mente y el ego hacia la presencia del mundo divino. Esto querría decir que se entrena a la mente y el sentir para residir en la dimensión ab-soluta y discernir el lado invisible de la vida en lo exterior -ver la dimensión ab-soluta en el mundo- y ver la naturaleza invisible en el interior -ver la dimensión ab-soluta en el propio cuerpo-.