La Sabiduría está al alcance de todo aquel que desee buscarla, ya que no se consigue con dinero. Está muy cerca para encontrarla. Para el corazón que se le acerca, desprende su perfume como una flor. Desde que sentí su perfume, he seguido su rastro. Se inclina mi oído con atención y no me faltan las respuestas verdaderas. ¡Compartidla como si fuera una gran suma de dinero pues es mucho lo que se adquiere con ella! (Eclesiástico 51)