Las grandes tradiciones religiosas y espirituales enseñan a los humanos la felicidad por Marià Corbí

Lo primero que tenemos que hacer es distinguir entre las religiones y las tradiciones espirituales.

           Las grandes religiones son el cristianismo, el islam, el judaísmo, las grandes religiones de los imperios agrarios del Medio Oriente y Egipto, las religiones de Mesoamérica, las mejicanas y de los Andes, etc. Las grandes tradiciones espirituales son el Yoga, las corrientes Vedantas del hinduismo, el Budismo, el Taoísmo (no la religión taoísta), etc.

           Hay una diferencia radical entre estos grupos:

Las religiones tienen dos funciones:

-la de constituir un PAC para la sociedad de que se trate según su modo de sobrevivencia,

-y la de iniciar y expresar el cultivo de la DA.

Las dos funciones forman una unidad, porque una no puede separarse de la otra.

Las tradiciones espirituales que hemos mentado carecen de la función de establecer un PAC y lo único que pretenden es iniciar y expresar la DA del existir humano.

Las religiones, al pretender imponer un PAC, tienen que contar con la ayuda del poder político, y el poder político tiene que contar con la religión. Sin el PAC que proporciona la religión la sociedad no puede funcionar, le faltaría el PAC; y sin el poder político, la religión no puede imponer el PAC que precisa la sociedad.

Se necesitan mutuamente para asentar una sociedad agraria autoritaria. Todas las religiones de las que tenemos noticia histórica son propias de sociedades agrario-autoritarias o ganaderas con elementos agrario-autoritario.

La función de las religiones de expresar la DA y su iniciación tiene que adaptarse al modo de vida, a la función de establecer un PAC para el colectivo, según la manera de sobrevivir.  ¿En qué consistió esa adaptación? En transformar las formas que apuntaban a la iniciación y expresión de la DA en formulaciones, en creencias, que debían ser impositivas.

La autoridad política no puede imponer la sutileza de la cualidad humana, ni menos la cualidad humana profunda, tienen que ser formulaciones, creencias para que pueda imponerlas bajo la amenaza de coerción. La religión para poder hacer un pacto con el poder tiene que subordinar su función de iniciar y expresar la DA a la otra función, que es proporcionar un PAC al colectivo, para que la autoridad pueda imponerla. Para eso tiene que transformar sus expresiones del camino a la DA y las expresiones de la DA en formulaciones, en creencias que puedan ser impuestas.

Las religiones pactaron con el poder político, al hacerlo pactaron con la riqueza.

Pero a pesar de las consecuencias de estas dos funciones de las religiones y sus consecuencias en su papel en las sociedades como PAC que exige pactar con el poder, la otra función, la de iniciar y expresar la DA en la sociedad, no sufrió un menoscabo definitivo.

Vamos a intentar averiguar qué es lo que enseñan las religiones en su hondura, cuando se las sabe comprender, a pesar de su pacto con el poder y su función programadora en las sociedades.

Para esta pretensión podemos usar las grandes tradiciones espirituales de la humanidad, que no tienen que ejercer la función de programadoras del colectivo y que, por ello, no han de pactar con el poder, para que nos orienten en la indagación de la enseñanza profunda de las religiones.

La enseñanza honda de las tradiciones religiosas, como la de las grandes tradiciones espirituales de la humanidad es la felicidad humana, no en una vida post-mortem, sino en esta vida en la tierra.

Nuestra afirmación es que la enseñanza honda de todas las tradiciones religiosas de la humanidad, al igual que la enseñanza de las grandes tradiciones espirituales,que el gran mensaje de todas estas tradiciones es una oferta eficaz de felicidad humana.

Cuando eliminamos la función de las religiones de programar a los colectivos agrario-autoritarios y ganaderos, lo que queda es la oferta del camino a la DA y la expresión mediante símbolos y narraciones de la DA.

En las sociedades de la cuarta revolución industrial, en las SC nos hemos alejado definitivamente del modo de vivir agrario-autoritario. Vivimos de teorías abstractas y de máquinas también abstractas; hemos perdido la base inmediata axiológica de nuestro vivir. Ya no podemos formar procedimientos, las religiones, que unifiquen el PAC y el camino a la espiritualidad. Con el cambio de nuestra base de sobrevivencia, de axiológico a abstracto, las religiones se han vuelto imposibles

Con este desplazamiento cultural de la función de las religiones hemos podido leerlas e interpretarlas libres de su función de programadoras de la vida colectiva, hemos podido ver desnuda su función de iniciación y expresión de la DA. En la nueva situación cultural, libre de ejercer la función de PAC de las sociedades, se ha roto su pacto con el poder y la necesidad, para hacer posible ese pacto, de transformar los caminos de iniciación a la DA y las expresiones de la DA en creencias impositivas. Por esta razón las religiones han recuperado su pura función simbólica. En esta desnudez de las religiones hemos podido apreciar su coincidencia con las grandes tradiciones espirituales de oriente.

¿Qué enseñan las tradiciones religiosas y espirituales de la humanidad?  ¿Cuál es su propuesta a la humanidad?

La gran propuesta: una propuesta de felicidad en esta tierra.

Intentemos rastrear esa inesperada propuesta.

Todas las tradiciones religiosas y las tradiciones espirituales de la humanidad hablan con insistencia de la necesidad de interesarse por todas las realidades: por los cielos, la tierra y toda la vida que contienen, por las sociedades, por las personas, amigos y enemigos. Interesarse es una expresión que hace referencia a la mente y que significa lo mismo que otra expresión que se refiere al sentir hondo, el amor.

Las tradiciones hablan de interesarse con todo el corazón y con toda la mente por todas las realidades, que equivale a amar con toda la mente y todo el corazón a todas las criaturas.

El interés-amor ha de ser tal que no tenga en cuenta nuestros recuerdos, nuestros deseos/temores y expectativas, para poderse interesar por completo en las realidades que se consideran. Cuando se interesa uno en algo, y lo ama con total dedicación e intensidad, los intereses y proyectos del yo quedan en un segundo plano, en un silencio completo. Ese interés-amor silencia todas las ideas construidas, todas las interpretaciones y valoraciones que se habían hecho previamente, para poder ver, conocer y amar mejor esa realidad por la que se interesa, por ella misma.

El interés-amor totalitario que silencia al ego, se libera de todos los deseos/temores del ego, de sus recuerdos y de todas sus expectativas. El silencio del ego ya es felicidad y el interés-amor intenso por algo, acompañado por el silenciamiento del ego, es también felicidad.

Silenciar al ego, es silenciar la residencia de los deseos, que son en la misma medida temores. Esos deseos/temores son la base de todos los recuerdos que son, a su vez, fundamento de los deseos/temores. Sobre esa base se asientan las expectativas, con todas sus inseguridades e incertidumbres. Silenciar el ego es silenciar la fuente del sufrimiento.

Callar las modelaciones de la realidad que nos rodea y somos, que están edificadas desde el edificio del ego, con sus recuerdos, deseos/temores y expectativas, es poder volvernos a las realidades desnudas de nuestras proyecciones dolorosas para que nos hablen de sí mismas, de su maravilla, de su absolutez, eso también es felicidad.

El interés-amor es una incitación constante a la indagación de eso que nos atrae, no por su conexión con nuestros deseos/temores, sino por la profundidad y absolutez que proclaman. Es una incitación a la indagación de un abismo de ser, que vale por sí mismo y que llena el corazón y la mente.

Esa indagación empuja a la comunicación con todos los que se interesaron por esa realidad, en el pasado o en el presente. La indagación se convierte en una indagación-comunicación. Nos interesamos con otros que se interesaron o se interesan.

La indagación nos lleva a la comunicación totalmente desinteresada, no lleva a la comunión humana y nos lleva al servicio mutuo sin pretensión egoísta de ningún tipo.

El interés-amor, el silenciamiento del ego, tener una tendencia irresistible a la indagación de lo que se revela como un abismo de profundidad y de ser, una indagación que no arrastra a una comunicación y unión con otros, sin doblez ninguna, que supone un servicio mutuo total y desinteresado, ¿no es todo eso felicidad?

Las tradiciones religiosas y espirituales nos invitan a salirnos del mundo de interpretaciones modelado por nuestra pequeñez y nuestros deseos/temores, a un mundo fuera de esa estrecha y dolorosa medida: el mundo de lo absoluto, de la profundidad inagotable, del valor sin límites, del amor y la paz, un mundo que es un abismo sin fin de paz, de belleza, de valor y de ser, sin dolor y sin muerte.

La oferta de las tradiciones religiosas y espirituales es una oferta de datos para el sentir hondo y para la mente, es la oferta de un mundo de libertad y espontaneidad, no de un mundo de creencias intocables, impositivas, un mundo de sumisiones y coerciones, un mundo de dolor, inquietud y dudas e inseguridades. Donde hay creencia hay duda.

           Las tradiciones hablan de paz, de amor, interés incondicional, comunión entre los humanos y con todas las criaturas, servicio y ayuda mutua sin condiciones, silencio de los deseos/temores que nos atormentan y todas sus consecuencias en el pasado y en el futuro; nos hablan de reconocer nuestra dimensión absoluta y residir en ella, más allá de la amarga muerte y de las angustias de la incerteza.

           Todo eso es la felicidad en la tierra. Esa es una propuesta sobre la que las SC pueden construir un PAC que ponga todo el poder de las tecnociencias en desarrollo exponencial, al servicio de la felicidad humana y de la felicidad de todas las criaturas que nos rodean y viajan con nosotros en el espacio con nuestra tierra.