El ser de la mente es vagar
en casa y en el ancho mundo;
tantea por dentro y por fuera,
desde recuerdos y proyectos,
suponiendo siempre que es alguien,
en mundo extraño y peligroso,
y nadie es sino “el que es”.
Sólo Él se cuida del cuerpo.
Si te tranquilizas, comprendes
y te sumerges en la fuente,
en la conciencia de existir.
Múdate del depredador
al testigo que sólo acepta,
porque ni busca ni detesta.
En lo profundo de mi seno,
la fuente clara y la quietud.
Muda tu alma a la quietud,
“el quieto” regirá tu vida.