Este mundo es la ciudadela de la Verdad,
y su laberinto de caminos hechiza el corazón;
pero podemos llegar a nuestro destino sin cruzar la calle;
tal es el juego sin fin.
Donde la ronda de multiformes deleites
eternamente danza a su alrededor,
ahí está jugueteando la infinita Bienaventuranza.
Cuando sabemos esto,
llega a su fin nuestro recibir y renunciar;
desde este momento ya no nos quemará la llama del poseer.
(Kabir)