Sergio Néstor Osorio García
Departamento de Humanidades. Universidad Nueva Granada, Bogotá-Colombia
Fragment de la conferència presentada per l’autor al Vè Congrés Internacional de Bioètica (Universitat Nova Granada. Bogotà. Colòmbia):
La bioética a la luz de la complejidad y el desafío humano en la Era Planetaria
En este año 2010 se cumplen 42 años, desde que Van Rensselaer Potter introdujera en el lenguaje el término Bioética (Potter, 1968). Por ello una mirada retrospectiva al origen y pretensión del neologismo nos permitirá, por un lado, descubrir lo revolucionario de su intuición, y por otro, encontrar sus convergencias con el pensamiento complejo de orientación moriniana.
Ateniéndonos a la reconstrucción de su camino del pensar en torno a la bioética en el bioquímico norteamericano podemos decir que la nueva disciplina emergió en la década de los 60’ como una reflexión que relacionaba en un mismo momento la responsabilidad de la racionalidad humana, es decir el desarrollo científico-técnico con la sobrevivencia de la humanidad a escala planetaria
“Lo que me interesaba en ese entonces -nos dice Potter-, cuando tenía 51 años, era el cuestionamiento del progreso y hacia donde estaban llevando a la cultura occidental todos los avances materialistas propios de la ciencia y la tecnología. Exprese mis ideas de la que, de acuerdo a mi punto de vista, se transformó en la misión de la bioética: un intento de responder a la pregunta que encara la humanidad: ¿Qué tipo de futuro tenemos por delante? y ¿Tenemos alguna opción? Por consiguiente, la bioética se transformo en una visión que exigía una disciplina que guiará a la humanidad a lo largo del “puente hacía el futuro” (Potter 1998, 25)
Posteriormente en la década de los 70’ la Bioética es tematizada desde un horizonte ecológico como un conocimiento de cómo usar el conocimiento de cara a la sobrevivencia de la humanidad en medio de los sistemas vivos de los que la vida humana hace parte y depende. Nos dice Potter:
“La humanidad necesita urgentemente una nueva sabiduría que le proporcione el “conocimiento de cómo usar el conocimiento” para la supervivencia del hombre y la mejora de la humanidad… La bioética debería llegar a ser un nuevo tipo de ciencia de la vida, esencialmente interdisciplinar y preocupada por la sobrevivencia de la especie humana, capaz de integrar la biología humana (ampliamente entendida) la competencia humana en crear y acompañar los valores humanos, los problemas del medio ambiente y de los otros seres vivos que intervienen en la preservación y mejoría de la propia calidad de vida de los seres humanos”, al mismo tiempo “que un puente entre la cultura científico-técnica y la cultura humanista” (Potter; 1971, 25 y 30)
Y aquí la alusión a los sistemas biológicos no debe ser entendida como la integración entre la ética tradicional y la biología en tanto ciencia, -como algunas veces se piensa-, sino como alusión al reto planetario en el que los sistemas biológicos, incluido el sistema humano, se encuentran seriamente comprometidos para hacerse sostenibles. Por ello, Potter insiste que la supervivencia de la humanidad a largo plazo no se reduce a una cuestión ética, sino a una cuestión bioética. Anotando que la ética en su preocupación tradicional se refiere a las interacciones entre personas, mientras que la bioética implica la interacción entre personas y sistemas biológicos de los que el hombre hace parte y depende (Potter, 2000, 153).
Según esto, la intuición potteriana busca la supervivencia a gran escala de la especie humana lo que requiere del desarrollo y mantenimiento de un sistema ético. Este sistema ético es la bioética global que tiene como característica fundamental el estar basada en conocimientos e intuiciones sustentados en conocimientos empíricos provenientes de todas las ciencias, pero de manera especial de las ciencias de la vida y de la sabiduría decantada en las éticas medioambientales y en las éticas aplicadas. Para Potter, no es posible la supervivencia de la especie humana si no se tiene en cuenta el alcance a largo plazo las consecuencias indirectas no buscadas en los programas de investigación, pero al mismo tiempo no extrañas a la responsabilidad científica. “Por eso el medio cultural, construcción específica de la especie humana, debería balancear adecuadamente el instinto individual de corto plazo y las necesidades a largo plazo de la especie para una supervivencia aceptable, en contraste con la mera supervivencia de una sobrevida miserable” (Citado por Schramm: 1998, 22)
En la década de los 90’ Potter se había confrontado con los nuevos avances científicos y descubre que la supervivencia de la humanidad no se puede dar sin el concurso de los mismos, pero al mismo tiempo advierte el peligro, como en la década de los 60’ de que estos queden sin una reflexión ética desde su interior
“En el año 1995, -dice Potter- escribí un artículo titulado “Global Bioethics: Linking Genes to the Ethical Behavior”. En la actualidad podría llamarlo: “Deep Bioethics: Linking Genes to the Ethical Behavior”. ¿Podría algo ser filosóficamente más profundo o más profundamente bioético que “unir” genes a la conducta ética?¿Pueden las profesiones educacionales o éticas relacionarse con la rapidez de los nuevos desarrollos, los nuevos descubrimientos científicos, que unen los genes a las personalidades y que unen la conducta humana a nuestra herencia biológica y a la interacción dinámica entre procesos cerebrales complejos, y una vasta y progresiva lista de aportes sociales? Sin lugar a dudas, el alcance de estas interacciones cambiará con el tiempo y espero que las generaciones futuras puedan ser motivadas a desarrollar cerebros que mejoren el potencial humano para la cooperación global, bioéticamente integrada y más inteligente. La ciencia genética es demasiado importante como para dejarla en manos de científicos” (Potter, 1998, 31)
Y ya en las albores del siglo XXI, con la mirada en el futuro y con la sabiduría que puede dar la experiencia reflexionada Potter, nos da una sentencia al estilo de las profecías: “El tercer milenio será la edad de la bioética global o será la edad de la anarquía. ¡La elección es nuestra!” (Potter, 2000, 157)
Ahora bien, si rastreamos el horizonte de comprensión desde el cual emerge la intuición de la bioética potteriana, nos encontramos de manera sorprendente, con las mismas fuentes en las que ha bebido el pensamiento moriniano. “Desde el comienzo, -dice Potter-, he considerado la bioética como el nombre de una nueva disciplina que cambiará el conocimiento y la reflexión” Es decir, la bioética una vez más no es o no se reduce a una ética aplicada, sino que se relaciona con una revolución epistemológica que cambiará la manera de comprender el conocimiento y la reflexión, es decir, la relación entre la cultura científica y la cultura humanística, entre las ciencias y la filosofía.
“La bioética, -continua Potter-, debería ser vista como un enfoque cibernético de la búsqueda continua de sabiduría, lo que yo he definido como el conocimiento de cómo usar el conocimiento para la supervivencia humana y para mejorar la condición humana”. La pretensión y alcance de la bioética es entonces, la mejora de la condición humana (de la Humana Conditio) y la supervivencia humana en la sociedad de conocimientos. La Bioética está directamente relacionada con las nuevas condiciones noológicas del conocimiento. Dicho de otra manera la bioética tiene la pretensión de convertirse en el nuevo ethos de la sociedad contemporánea, que es una sociedad de innovación y cambio permanente.
“En conclusión, -termina Potter-, les pido que piensen en la bioética como una nueva ética científica que combina la humildad, la responsabilidad y la competencia, que es interdisciplinaria e intercultural y que intensifica el sentido de la humanidad (Potter, 1998, 32).
Conclusiones: el desafío bioético en la era planetaria
La supervivencia del hombre en el planeta azul, dependerá fundamentalmente, de la manera como asumamos la nueva condición contemporánea del saber. La bioética tendrá como misión el desarrollar una sabiduría de cómo usar dicho saber. Dicho esto desde el horizonte de la complejidad
“La Bioética Global, de la mano de Potter, contribuirá sin descanso a la conformación de una sociedad decente, es decir a una sociedad que incluya a las ¾ partes de la humanidad que la “sociedad liberal” ha dejado por fuera de sus metas y buscará una nueva relacionalidad entre los humanos y los sistemas vivos de los cuales hace parte y dependen, al mismo tiempo que ellos dependen del hombre por los avances adquiridos desde su racionalidad científico-técnica; la Bioética Global, de la mano de Morin, introducirá una nueva epistemología o epistemología compleja, que emergiendo de la crisis de la racionalidad científica moderna y de sus formas simplificadoras, contribuirá a la transformación de la “edad de hierro de la era planetaria”, y por tanto al advenimiento de una nueva figura del espíritu” (Osorio, 2006, 27).
Esto implica, entre otras muchas cosas, que el problema epistemológico, es a un mismo tiempo, el problema ético. Los hombres y mujeres que hacen ciencia no sólo tienen hoy la obligación epistemológica de hacer explícitos sus presupuestos, procedimientos y procesos necesarios en la construcción del conocimiento, sino que además tienen la obligación ética de responsabilizarse de los impactos directos e indirectos no previstas en sus investigaciones y/o aplicaciones del conocimiento científico; tienen la obligación de desarrollar un conocimiento de cómo usar el conocimiento. Estamos dentro de una ética de la responsabilidad y no de la intención que compromete tanto a los humanos que investigan, como al futuro de la humanidad dentro del nicho biosférico en el que se dan las investigaciones y las aplicaciones del conocimiento.
Y sin embargo, pese a esta mutua implicación entre el conocimiento científico y la supervivencia o no de la humanidad en la era planetaria, y que ha hecho posible al emergencia de la reflexión bioética y el pensamiento complejo, la bioética global y el pensamiento complejo no son considerados aún en sus pretensiones y alcances planetarios: la bioética que tiene la pretensión de pensar la sostenibilidad planetaria, en la mayoría de sus desempeños ha quedado convertida en una ética médica; el pensamiento complejo que tiene la pretensión de pensar de manera dialógica y emergente el destino planetario, ha quedado al borde del camino, por lo menos en los grandes debates en dónde se juega el destino de la humanidad.
Por ello, me gustaría terminar sugiriendo que antes de volver una y otra vez al origen del neologismo y de la posibilidad de un pensamiento complejo, -lo cual no deja de ser importante como ejercicio académico-, pudiéramos más bien fijar nuestra mirada a estos tres desafíos desde uno nuevo que surge desde el ámbito latinoamericano y que constituyen lo que quisiera llamar los desafíos bioéticos de la era planetaria, ellos son:
– La consecución de la paz mundial;
– La rehabilitación de la biosfera como condición de posibilidad para la sostenibilidad de la vida humana en la era planetaria,
-La reforma del pensamiento que reforma la educación y la reforma de la educación que reforma el pensamiento, y
– La erradicación de la injusticia social y de la pobreza de las ¾ partes de la humanidad.
¿Se convertirán estos desafíos en el derrotero de la bioética y del pensamiento complejo en el siglo XXI? ¡Amanecerá y veremos!