Marià Corbí es doctor en Filosofía, licenciado en Teología, epistemólogo, ha sido profesor de ESADE Business School, director del CETR
XI Encuentro Internacional CETR, 2015
La crisis de las religiones es mucho más que una crisis religiosa.
La crisis terminal de las religiones pone de manifiesto la crisis del patrón general de construcción de proyectos axiológicos colectivos (PAC) y la necesidad de un nuevo patrón. Vamos a entrar en este tema.
La crisis de las religiones, se está viviendo en muchos lugares como la liquidación de algo ya claramente obsoleto. Se piensa que la crisis de la religión no tiene por qué tener repercusiones importantes en la vida colectiva. Se cree que con las ciencias, que se extienden a todos los aspectos de la vida humana, y con una moral bien asentada y consecuente, será suficiente. El fundamento de la moral, según esta opinión, sería la razón y las virtudes acordes con la naturaleza humana.
Queremos analizar si esto es así o, por el contrario, el colapso de las religiones es un problema más grave que una simple crisis religiosa para la humanidad del siglo XXI, tanto para las sociedades en tránsito a las sociedades de conocimiento, como para las sociedades de conocimiento mismas.
Nuestra afirmación es que el colapso de las religiones, como la que estamos sufriendo en muchas partes, es la mayor tragedia que ha sufrido nuestra especie a lo largo de su historia. Vamos a intentar fundamentar esta grave afirmación.
El problema que representa el final de las religiones es un problema de programación colectiva. La trascendencia de esa crisis no es tanto su aspecto religioso, sino lo que supone el hundimiento de un sistema de programación colectiva, un sistema de construcción de proyectos axiológicos colectivos (PACs,) corregido, mejorado y verificado a lo largo de muchos milenios.
Las religiones desde esta perspectiva, son un tipo o sistema de creación de PACs capaz de abarcar, de una forma unitaria, todos los aspectos de la vida de las sociedades y de los individuos, incluyendo también los aspectos referentes a la dimensión absoluta (DA) de nuestro acceso a lo real y el cultivo de la cualidad humana profunda (CHP).
Podemos afirmar que el procedimiento de programar las colectividades a través de las religiones ha durado toda la historia de nuestra especie. La época industrial, con la propuesta de las grandes ideologías como sustitutas de las religiones fue, en relación a la totalidad de nuestra historia, como una especie de solución de tránsito, corta, apenas duró 200 años, y fue de resultados sólo parciales. La religión estuvo presente, de una forma u otra, junto a la ideología, completándola y supliendo sus deficiencias.
Las ideologías cubrían los campos de la política, de la economía y de las ciencias, pero permaneció bajo el control de los patrones religiosos la moral general, especialmente la sexual, la organización familiar y colectiva y, sobre todo quedó bajo el control de las religiones el exclusivo cultivo de la DA y de la CHP.
Esa convivencia pudo mantenerse, explícitamente o implícitamente, porque las sociedades industriales fueron, la mayor parte de su historia, sociedades mixtas, compuestas por una mayoría de la población que vivía preindustrialmente, y unas minorías, crecientes, que vivían de la industria.
Sólo a partir de los últimos 25 años del siglo XX y principios del XXI los sectores preindustriales de las sociedades fueron desapareciendo aceleradamente, sustituidos por una industrialización generalizada.
Las ideologías estuvieron en pugna constante con las religiones, a pesar de pactos de no agresividad mutua propugnados por partidos políticos conservadores y demócrata-cristianos en la segunda mitad del siglo XX.
La generalización de la industrialización, la desaparición acelerada de los restos de vida preindustrial de los pueblos y, sobre todo, la aparición y asentamiento de las sociedades de conocimiento llevaron a las religiones a una crisis mortal de la que no parece razonable esperar una salida.
Recordemos brevemente cómo construían las religiones los PACs colectivos capaces de cubrir todos los aspectos de la vida de los pueblos. Las religiones fueron una obra sofisticada de ingeniería axiológica.
El punto de partida de todas las construcciones mitológicas a través de las cuales se edificaban las religiones, como PACs colectivos, fue siempre la actuación principal a través de la cual sobrevivían los grupos. Por ejemplo, la caza, el cultivo de la tierra, la ganadería, etc. La estructura de esa operación se convertía, en metáfora central desde la que, a través de la lengua, se construía el paradigma que regía toda la construcción mitológica y, por tanto, la totalidad del PAC correspondiente.
El paradigma era siempre una estructura sencilla, como lo era la acción requerida para cazar, para cultivar o para cuidar de los ganados. Desde ella se construían las diferentes secciones de la mitología que hablaban de todas y cada una de las actuaciones del grupo. Las mitologías decían cómo actuar, cómo interpretar y valorar, cómo organizar todos los niveles sociales. Organizaban bajo un mismo paradigma y de forma unitaria todos los aspectos de la dimensión relativa a nuestras necesidades (DR) de la realidad.
Ese mismo paradigma también modelaba la interpretación, representación y valoración de la (DA) dimensión absoluta de la realidad; cómo relacionarse con ella, los ritos, cómo iniciarse en su cultivo, cómo vivirla a nivel de individuo y a nivel de grupo, cómo transmitirla a las nuevas generaciones.
Un mismo paradigma regía todos los aspectos de la DR de nuestro acceso a la realidad e, igualmente, todos los aspectos de la DA, de su cultivo y de la CHP.
Al estar todo regido por el mismo paradigma se unificaba el sistema de sobrevivencia colectiva, la interpretación, la valoración, la organización, la actuación (DR) y, además, todo lo referente a la vida espiritual de individuos y de grupos, es decir, todo lo referente a la DA, a la CH y la CHP.
El conjunto resultaba venerable, garantizado como revelación de los antepasados sagrados o de los dioses, e intocable. La unidad era completa.
Desde esa unidad la DA sin forma, era accesible, vivible y plenamente enraizada en las formas de sobrevivir, y la DR quedaba dignificada, sacralizada, intocable y fortalecida.
Estos PACs preindustriales se construían lentamente a través de siglos de tanteos, se verificaban y corregían también a lo largo de las generaciones. Cuando se comprobaba que funcionaban bien, se fijaban considerándolos revelación sagrada.
Las sociedades, que eran estáticas, no podían cambiar las formas de vida, debían mantenerse fieles a la tradición y a la revelación. No resultaba fácil construir PACs que asegurasen la vida de todos. Las sociedades no tenían razones para alterar esos estilos de vida, debían excluir toda modificación de importancia.
La humanidad funcionó así desde los cazadores/recolectores, en el inicio de la hominización, hasta el último cuarto de siglo del XX.
Un PAC que modela con un mismo paradigma fundamental, adecuado a la forma de sobrevivir, la DR de nuestro acceso a la realidad y la DA de ese acceso, es lo que llamamos religión, fuera formulado con ese término u otro equivalente.
Este procedimiento de construcción de los PAC fue refinado, coherente, práctico, eficaz y, en cierta manera, obvio, por eso fue universal.
Cuando aparece, y se va desarrollando rápidamente, la manera industrial de sobrevivir, se quita el fundamento de toda la construcción mítico-religiosa. Hasta entonces las sociedades preindustriales tenían una forma de sobrevivencia cargada axiológicamente. La caza y la recolección, o las diversas formas de agricultura o de ganadería no eran operaciones en el medio asépticas valoralmente, sino que tenían una gran carga axiológica. Por el contrario las formas de vivir industrialmente están ligadas intrínsecamente a las ciencias y las tecnologías, son pues abstractas axiológicamente, tanto en su arranque como en sus desarrollos. Por consiguiente, desde esas formas de sobrevivir no puede generarse la metáfora fundamental capaz de convertirse en paradigma de la construcción unitaria del PAC.
La vieja filosofía, con sus pretensiones de describir la realidad como es, pariente en esto de la pretensión mítica, acudirá para remediar la situación. La filosofía podía pretender funcionar como aparato ideológico sustituto del mito, porque decía hablar de la realidad misma y porque usaba, para operar, unidades semánticas cargadas de valor, que manejaba y estructuraba según una formalidad no axiológica sino abstracta – lógica-
Con ese lenguaje mixto se pudieron construir las ideologías.
La pretensión de la filosofía de aproximarse a la descripción de la realidad misma, desde una actitud epistemológica mítica, tuvo que enfrentarse, desde su mismo inicio, con los mitos y las religiones que también tenían la pretensión de describir la realidad como es. Las creencias religiosas formulaban esas pretensiones de descripción verdadera y garantizada por Dios.
Haciendo frente a esa pretensión, la filosofía tendía, por su misma dinámica, a alejarse de la religión y a no ser creyente; aunque en no pocas épocas y lugares de la historia se llegara a un pacto entre la filosofía y la religión.
En ese pacto, el mito y la religión se reservaban principalmente el ámbito de la DA y de lo que estaba relacionado con ella.
La teología fue también otra hija de ese pacto entre filosofía y mito y religión.
Las ideologías nacieron en el seno de la contraposición de mito-religión y filosofía, y heredaron de la filosofía su actitud epistemológica mítica y, por lo mismo, su enemistad de fondo con la religión, aunque, como en el caso de la filosofía se llegara a pactos, repartiéndose los ámbitos de la realidad.
Las ideologías, por su estructura y pretensión fueron y son, a pesar de los pactos, enemigas de la religión y de los PACs construidos desde ella. Así la han sentido siempre, en su fondo, la religión y las iglesias.
La pretensión de la religión y de las ideologías, desde la epistemología mítica, de describir la realidad como es, es la primera razón de su enfrentamiento mutuo, de su oposición y enemistad de fondo. Pudo llegarse a pactos por la debilidad de la religión en las condiciones culturales de las sociedades industriales y por la insuficiencia de las ideologías para cubrir todo lo que tenía que ver con la DA y sus consecuencias morales y organizativas.
Las sociedades industriales han venido a ser, vistas en perspectiva, unas sociedades de tránsito, unas sociedades mixtas compuestas de sectores preindustriales e industriales; que eran dinámicas pero que se interpretaban como estáticas; que eran a la vez religiosas e irreligiosas. Transitaban a la plena industrialización y a las sociedades de conocimiento.
Queda una cuestión: ¿por qué las ideologías no fueron capaces de ofrecer un cultivo coherente de la DA y de la CHP que resultara un sustituto real y operativo de la religión en ese ámbito?
Si las ideologías hubieran sido capaces estructuralmente de crear ese sustituto de la religión, lo hubieran hecho.
¿Por qué no fueron capaces?
La principal razón para esa incapacidad: la DA es puramente axiológica, inconceptuable y, por ello, imposible de tratar con procedimientos que no sean axiológicos en su integridad, por tanto, imposible de trata con metalenguajes abstractos, como los de las ciencias, o mixtos, como los de la filosofía o las ideologías. Este argumento vale para las dos grandes ideologías.
Las ideologías nacieron en el seno de la contraposición de las pretensiones de la religión y de la filosofía de describir la realidad como es y con la misma pretensión de su pariente abstracta, la ciencia. Las ideologías querían sustituir a la religión como PAC de las colectividades, y las ciencias querían sustituir a la religión en la explicación de las realidades.
Por esta marca de origen, identificaron la DA con las religiones y sus pretensiones. Por esa razón ni pudieron, ni se propusieron sustituir a la religión en ese terreno. La solución que siempre tuvieron en mente, unas veces explícita y otras implícitamente, fue arrinconar a la religión y, por tanto, todo lo que tenía que ver con la DA, al ámbito privado de los individuos o, si fuera posible, eliminarla de la sociedad.
Este fue su gran error, hijo de su epistemología mítica.
El nuevo patrón de construcción de PACs.
Las sociedades de conocimiento han mostrado a las gentes que las dos ideologías clásicas son ineptas para crear PACs adecuados a las sociedades de innovación y cambio continuo, que forzosamente tienen que alejarse de la epistemología mítica.
Las sociedades de conocimiento, con el crecimiento continuo y acelerado de ciencias y tecnologías, por retroalimentación mutua, rompen la unidad de todos los aspectos de la vida colectiva que habían construido los mitos y la religión a lo largo de toda la historia de las sociedades preindustriales.
Hay que aceptar una interpretación de la realidad, en todos sus aspectos, por las ciencias siempre cambiantes. Las ciencias tienen la exclusiva en la interpretación de la realidad, sin competencia ninguna. Por su carácter abstracto se autonomizan, lo más posible, de los sistemas de valoración.
A pesar de su independencia de valoraciones, las ciencias y sus derivadas, las tecnologías, son las responsables de la sobrevivencia de los colectivos humanos. Como ellas, de por sí, no proporcionan criterios de valoración ni paradigmas capaces de modelar y ordenar lo axiológico, tendrán que crearse, no arrancando de ellas, sino teniéndolas en cuenta.
En cada momento del desarrollo continuo de ciencias y tecnologías tendrá que decidirse qué se quiere hacer con ellas, de forma que estén al servicio de la sobrevivencia de los colectivos y al servicio de la CH y de la CHP.
En cada momento habrá que postular cómo se quieren utilizar las tecnociencias y qué tipo de vida se quiere, para el colectivo, con las posibilidades que ofrecen las ciencias y tecnologías de que se dispone.
El PAC colectivo, en las nuevas sociedades, no viene dado ni por la forma de sobrevivencia, ni por los dioses, ni por la naturaleza misma de las cosas, sino que debe ser construido por cada sociedad y debe permanecer abierto a una modificación permanente.
Todas las construcciones de PACs y todos los cambios que en ellos se realicen, así como la dirección de los cambios, están en manos humanas, sin ninguna garantía externa; la única garantía es la CH y la CHP de los colectivos que los construyan.
Todo esto supone el fin de los PACs estables; todo se mueve, en todo momento, con una velocidad progresivamente acelerada.
El ordenamiento de la DR viene proporcionada por los PACs, pero del PAC no se sigue cómo cultivar la DA, como ocurría en el caso de los mitos. El cultivo de la DA y de CHP vendrá determinado por la enseñanza de nuestros antepasados religiosos y de las tradiciones espirituales de la humanidad. Tendremos que heredar de ellos la esencia de su enseñanza, que podría resumirse con las siglas IDS-ICS, (interés, distanciamiento y silenciamiento, más indagación en comunicación y en servicio mutuo), pero no podremos heredar sus formas porque son propias de sociedades preindustriales estáticas y, por ello, ineptas para sociedades de conocimiento dinámicas.
La unificación del modo de sobrevivencia con la interpretación y la valoración de la realidad, con la organización de la sociedad y con sus sistemas de actuación y, finalmente, con el cultivo de la DA y la CHP, se ha roto definitivamente, sin posible apaño.
Nace un nuevo sistema de construcción de PACs en el que cada paso ha de ser construido explícitamente, sin que ninguno nos sea dado y sin que ninguno se siga automáticamente del anterior.
Se acabaron los PACs estables, heterónomos, sagrados, intocables. Entramos en PACs en continua mutación, autónomos, construidos por nosotros mismos, continuamente revisables. Nunca jamás hubo una transformación de esta naturaleza y tan radical.
Hay que construir las ciencias y las tecnologías, y sus posibles aplicaciones a creación de nuevos productos y servicios; hay que construir los postulados axiológicos de lo que se quiere hacer con todas esas posibilidades; hay que diseñar las formas concretas de cultivo de la DA y de la CHP en el nuevo tipo de sociedades.
Todos los pasos para llegar a la construcción de PACs y cada uno de los pasos están en nuestras manos y bajo nuestra responsabilidad.
Un modo varias veces milenario de construir PACs está desapareciendo para no volver jamás. ¿Nos adaptaremos a esa nueva responsabilidad? ¿Estaremos a la altura cualitativa conveniente para ejercerla adecuadamente? Lo único que podemos decir es que no se están tomando las medidas necesarias.
Las maneras de construcción de los PACs, acreditadas por su garantía heterónoma y por una verificación de milenios, nos abandonan y vamos a parar a algo radicalmente nuevo, por el poder de las ciencias y tecnologías en acelerado desarrollo, algo lleno de riesgos, que no estamos preparados para asumir.
El hundimiento de todos los PACs milenarios del pasado y de las formas tradicionales de cultivo de la CH y la CHP, hundimiento que se va extendiendo rápidamente a todas las culturas y a todos los pueblos, se vive, en muchos lugares de la tierra, como una catástrofe, por lo venerable de lo que nos vemos forzados a abandonar y porque no hay ningún sustituto a mano.
El poder de las ciencias y tecnologías, que se desarrolla día a día, hace sentir la urgencia de poseer un procedimiento para construir PACs, adecuado a las nuevas y constantemente mutables condiciones de sobrevivencia, procedimiento que sea claro y asequible a todos los niveles de organización.
Nuestra situación es explosiva: tenemos en una mano todo el poder de las ciencias y tecnologías, y la otra mano está vacía de PACs aptos para manejarlas axiológicamente. Nuestro mundo axiológico real está compuesto por un conjunto de residuos del pasado, que por inadecuados, vuelven nuestros saberes científicos y tecnológicos en nuestra contra y en contra de toda la vida en la tierra.
La crisis mortal de las religiones, no tanto en su aspecto espiritual sino en su condición de sistema milenario de programación colectiva, nos está evidenciando el calibre de nuestro desmantelamiento axiológico. Esa crisis ha puesto en su lugar a las ideologías, con sus logros y sus carencias, y ha puesto de manifiesto que eran construcciones axiológicas de tránsito entre las sociedades preindustriales y las sociedades de conocimiento.
Intentemos ahora analizar un poco más los rasgos esenciales de los PAC construidos en el largo período de control del patrón que hemos llamado religioso.
Hemos dicho que la religión, además de las funciones espirituales, ejerce el papel de PAC.
Veamos los rasgos del PAC-religión:
-Es un tipo de PAC apropiado a sociedades preindustriales;
-que arranca de una relación axiológica con el medio en el que se vive, sin mediación del aparato abstracto de las ciencias;
-en el que es la relación axiológica con el entorno, en su operación central, la que proporciona el principal recurso de sobrevivencia, por ejemplo el cultivo;
-en el que esa operación central de sobrevivencia, mediante unos procesos lingüísticos, se convierte en paradigmade l a construcción completa del PAC,
-de forma que abarque en una unidad, regida por el mismo paradigma, las dos dimensiones de nuestro acceso a la realidad, la relativa a nuestras necesidades (DR) y la absoluta o gratuita (DA);
-y que se interpreta y se vive desde una epistemología mítica.
Cualquier PAC concreto que cumpla estas condiciones es un PAC-religión y está regido por el sistema de construcción de PACs propio de todas las religiones.
Las ideologías nacen cuando ya no se parte desde una relación axiológica con el medio, aunque todavía están inmersas en sociedades preindustriales. En su contraposición frente al mito se sitúan también en la epistemología mítica. Como no pueden acceder directamente a la DA, o la niegan como parte central del mito que hay que combatir y sustituir, o no la tienen en cuenta. No disponen de un paradigma axiológico, como los PAC-religión, para construir su PAC, pero cuentan con la ayuda axiológica de la filosofía.
Las ideologías no se pueden sostener sin la argumentación y el convencimiento de que son dadas ahí y recibidas. Ese pensamiento, a su vez, no es posible sin la epistemología mítica. Por sus rasgos centrales, veremos que están todavía en el mismo patrón de construcción de PACs que la religión, pero ya en camino de salirse de él.
No es de extrañar que el hundimiento completo del patrón de construcción de PAC religioso, hunda también a las ideologías.
Llamaremos “Patrón R” al patrón-religión, un patrón de construcción de PACs que estuvo operativo desde que el hombre es hombre hasta el último cuarto del siglo XX. Un patrón que corresponde a la estructura fundamental y general con la que se construyeron todas las religiones. Le llamaremos “Patrón R” para no denominarle “Patrón Religión” por las confusiones que podría crear con el uso del término religión.
Los rasgos esenciales de ese patrón, que se cumplen en todas las formaciones religiosas, se las llame como se las llame, y que se cumplen también, en cierta medida, en las ideologías son los siguientes:
-el PAC viene dado (sea por los antepasados sagrados, sea por los dioses o sea por la naturaleza misma de las cosas);
-ese PAC, dotado de un prestigio absoluto, exige sumisión completa, so pena de algún tipo de coerción (física, social, religiosa u de otro tipo);
–debe imponerse, no se puede confiar en su poder de seducción
-para que ese PAC se tome por dado, de forma que exija la sumisión completa, tiene que comprenderse y vivirse desde una epistemología mítica.
Supuestos estos rasgos, el presente y el futuro deben ser fieles al pasado y repetirlo lo más a la letra posible.
A lo largo de toda la historia humana, hasta la llegada de la revolución industrial, se ha vivido con procedimientos preindustriales. El patrón de construcción de PACs de esa larga etapa, en todos los pueblos y en todos los tiempos ha sido el Patrón R. Cuando se implanta la industrialización, todavía los sistemas de vida preindustriales permanecen vigentes en la mayoría de la población. A lo largo de dos siglos la industrialización va empujando a la marginación a los sistemas de vida preindustriales. A finales del siglo XX ya no queda vida preindustrial en los países desarrollados.
En esas sociedades mixtas rige el Patrón R tanto para las religiones como para las ideologías. Las ideologías también obedecen al Patrón R. Pretenden que el PAC que proponen está dado por la naturaleza misma de las cosas, piden sumisión a esa exigencia de la naturaleza de las cosas e interpretan y viven esas propuestas de PAC desde una epistemología mítica.
Cuando la industrialización es generalizada y cuando ya han entrado con fuerza las sociedades de conocimiento caen en crisis tanto las religiones como las ideologías.
El Patrón R deja de existir como tal patrón por inepto para las sociedades de conocimiento e innovación continua.
El Patrón R que ha regido todas las creaciones humanas axiológicas hasta finales del siglo XX, ha regido, igualmente, el cultivo de la CH y de la CHP; el cultivo de la espiritualidad, como era llamada la CHP en esa larga época.
La crisis mortal de las religiones, además de crisis de la manera tradicional de cultivar individual y colectivamente la espiritualidad, pone de manifiesto la crisis mortal del Patrón R. Ese es el factor de mayor gravedad de la crisis de las religiones.
Las sociedades de conocimiento son sociedades creativas y, por tanto, originadoras de diversidad. No puede pensarse en un PAC para todas las formas de sociedades de conocimiento. Habrá que construir un nuevo Patrón que ya no podremos llamar R. El nuevo Patrón puede ser descrito en sus rasgos esenciales como Patrón:
-los PAC no son recibidos, sino construidos por nosotros mismos;
-por consiguiente, no pueden exigir sumisión sino adhesión voluntaria;
-no se pueden imponer sino que han de seducir
-y tendrán que ser pensados y vividos desde una epistemología no mítica.
Le llamaremos Patrón C, Patrón de Construcción.
El Patrón R y el Patrón C están en relación de contraposición:
El PAC es:
El PAC es:
Patrón R Patrón C
-recibido -construido
-exige sumisión -pide adhesión voluntaria
-ha de imponerse -debe seducir
-epistemología mítica -epistemología no mítica.
Veamos cómo afecta a la CH y a la CHP este cambio de Patrón, tan único y tan nuevo en la historia de la humanidad.
El espíritu de las religiones y de las tradiciones espirituales del pasado puede pervivir si se aprende a no leerlas y vivirlas desde una epistemología mítica, pero los Patrones R de construcción de PAC no pueden sobrevivir de ninguna manera.
Sin el Patrón R, el cultivo de la CH y de la CHP no es cuestión de sumisión ni a nada ni a nadie, es sólo cuestión de una extraña indagación humana que requiere gran creatividad.
Esa creatividad es libre, sin sumisión a ningún procedimiento definido e intocable, aunque se puedan establecer criterios, a modo de protocolos, que se adopten por su probada eficacia.
El cultivo de la CHP está conectado funcionalmente a la flexibilidad, nuestro rasgo característico como especie, por consiguiente, con la epistemología no-mítica.
En las sociedades de conocimiento, el cultivo de la CH y de la CHP ha de ser tematizado para toda la sociedad y para todos sus miembros de forma no optativa.
No puede pensarse un cultivo de la CH y de la CHP fijado y ser, a la vez, el motor y garante de la flexibilidad personal y colectiva en las sociedades de conocimiento.
El cultivo de la DA en las nuevas sociedades tiene que concebirse como indagación. La indagación de la DA no tiene fin. Si el procedimiento de su cultivo estuviera fijado, tendría que ser por sometimiento, y una indagación de algo sin fin no puede fijarse sin dañar a la indagación y a su libertad imprescindible.
Si la investigación científica y artística no tiene fin y, por ello, no puede fijarse, la indagación de la DA, que, a mayor razón, tampoco tiene fin ¿tendrá sentido fijarla?
En sociedades estáticas en las que el cultivo de la DR y de la DA formaban una unidad que funcionaba como PAC, el cultivo de la DA era inconcebible y perjudicial para ese mismo PAC, pensarla y vivirla como libre, creativa y sin patrones fijados. En un tipo de sociedades como las de conocimiento en las que toda la indagación es libre, la indagación de la DA ha de serlo también.
El Patrón R de la construcción de PAC consigue la cohesión, la coordinación colectiva y la iniciación a DA por la sumisión y, si es necesario por la coerción de un tipo o de otro. Para ese tipo de ordenación y estructura de las culturas el pasado, el pasado es una riqueza normativa que hay que seguir y realizar, si se quiere sobrevivir y llegar a la CH y la CHP.
Cuando el patrón de creación de culturas, que llamamos Patrón R desaparece, porque la vida debe ser una indagación continua y un cambio continuo, el pasado ya no puede ser normativo, porque no se puede repetir, sino que deberá ser un legado lleno de inspiración y de seducción al que hay que acudir para aprender lo que es la CH y la CHP y para ser seducidos por la DA de lo real.
No podemos prescindir de heredar el pasado, pero nuestra relación con él ha de ser de veneración, de amor y seducción, de aprendizaje de un espíritu libre y creativo. Ni la CH ni menos la CHP son adecuadamente objetivables; desde lo que no es objetivable no puede haber imposición sino sólo inspiración a un continuo más allá. Lo sin forma no puede imponer formas sino inspirar la libertad de toda forma.
Respecto al legado del pasado no se admite otra sumisión si no es a lo que es al “sin forma” del que hablan los sabios, los grandes textos y las tradiciones de sabiduría.
Las siglas IDS-ICS (interés, distanciamiento y silenciamiento más indagación en comunicación y en servicio mutuo) son sólo fruto de una indagación de las riquezas del pasado y una orientación para el camino a la propia creación y a la propia acción.
El Patrón R de creación de culturas, PACs y espiritualidades, era un patrón que pretendía crear certezas heterónomas para individuos y grupos, por tanto de peso indiscutible. Certezas provenientes de una revelación divina o de la naturaleza misma de las cosas. El acierto en el camino de la vida, tanto de la DR como de la DA, para individuos y colectivos, venía asegurado por la sumisión.
Cuando el Patrón R ya no puede seguir vigente, deja de haber certeza heterónoma; sólo la CH autónoma es criterio para la CH, y sólo la CHP autónoma es criterio para la CHP. Sólo la DA es criterio para la DA.
Sin Patrón R de creación de PACs y espiritualidades no hay posibilidad ninguna de imposición.
El espíritu de las culturas y su capacidad para perdurar a lo largo de los tiempos.
Hay una dificultad que habrá que solventar en las sociedades globalizadas de conocimiento. ¿La sociedad de conocimiento impone necesariamente una cultura de tipo occidental? ¿Arrasa las culturas tradicionales? ¿Es posible conjuntar las exigencias que imponen las sociedades de conocimiento con el espíritu de las diferentes tradiciones culturales de la humanidad, sin perder ese espíritu?
Si no fuera este el caso, supondría un gran empobrecimiento cultural del legado de la humanidad y estaría justificada la resistencia de los pueblos a esa grave destrucción.
Por otra parte, el rechazo de los pueblos al destino inevitable de las sociedades de conocimiento, supondría su marginación cultural y económica, su empobrecimiento y, con el tiempo, su desaparición.
Se trata, pues, de una cuestión de suma importancia.
Buscamos cuál es el espíritu, el estilo, la peculiaridad irrepetible de las culturas.
Como los mitos tienen una estructura profunda y otra superficial, también las grandes culturas tienen algo semejante a una estructura profunda y otra superficial. La estructura profunda es lo que podríamos apuntar como su espíritu, su estilo fundamental de modo de vida.
No se puede hablar de una estructura profunda de la estructura profunda de los mitos. La estructura profunda de una mitología, que es el PAC correspondiente a un modo de sobrevivencia, arranca de las acciones básicas con las que un grupo humano sobrevive. De ahí surge la metáfora central que funcionará como paradigma de la construcción mítica correspondiente. En la estructura del mito no se puede bajar más hondo de ahí.
No puede ser la DA, porque ha de tratarse de algún tipo de estructura, y la DA es sin forma, y con lo que es sin forma no hay relación posible. Ha de ser algún tipo de actitud, a la vez muy simple, muy radical y muy resistente a los cambios de maneras de vivir.
Ha de tratarse de una forma no controlada por el paradigma de construcción mítica, porque es anterior a él. Ha de tratarse de algún tipo de actitud capaz de influir en el modo cómo se construyen los mitos desde el paradigma. Tiene que ser algo así porque un mismo paradigma agrario-autoritario, pongamos por caso, da culturas tan diversas como la china, la sumerio-babilónica, la egipcia, la mesoamericana o la romana. Esas culturas tienen mitos muy diferentes, pero con idéntica estructura profunda. Sin embargo, su espíritu es diferente. Buscamos la raíz de esa diversidad.
Esa postura primaria y todavía no programática no puede ser más que la actitud fundamental de los pueblos frente a la existencia, frente a la vida, la condición humana, a los antepasados, al mundo.
¿Cuáles pueden ser los puntos de diversificación que no formen parte del sistema de programación, pero que lo mediatizan fuertemente?
Lo determinante de esa actitud fundamental no es a la DA, porque con respecto a la DA no se crea relación alguna por el carácter de ab–soluto de la DA, que significa “no relativa a”.
El rasgo diferencial de las culturas no puede tener que ver con el hecho desnudo de tener que enfrentarse al conjunto que forman la existencia, a la vida, al propio destino, a los antepasados, al mundo, porque todos los pueblos tienen que tomar postura respecto de todo eso.
El rasgo diferencial ha de residir en el punto de partida de ese “tomar postura”. Ahí es donde se pueden rastrear diferencias entre los grandes tipos de culturas de la humanidad. En ese punto de partida se puede acentuar alguno de los aspectos a los que todos los pueblos deben enfrentarse.
Puede acentuarse el individuo, como en el caso de la Grecia clásica, actitud que pasará a Occidente. Entonces desde el individuo se comprende la familia, la organización colectiva, el modo de vida colectivo, la relación con los antepasados, la actitud frente a la realidad, la vida, el mundo e incluso a la religión.
El punto de acentuación puede ser la familia, que sería el caso de China, o bien la tribu, como los pueblos árabes; desde ahí se afrontan todas las cuestiones, como el caso anterior. El punto de acentuación puede ser el pueblo, como sería el caso de Israel, también desde el pueblo se orientará toda la construcción posterior. El punto de enfoque puede ser la ciudad, como reunión de individuos y familias como en el caso de Roma. Por último también puede encararse toda la construcción cultural desde los antepasados como sería la actitud de la mayoría de los pueblos cazadores/recolectores.
Posiblemente podríamos afirmar que las posturas fundamentales se generan frente al individuo, o frente a la familia, o frente a la tribu, o frente a la ciudad, o frente a la etnia.
Todas las culturas tienen que tener en cuenta todos esos elementos, sólo es cuestión de dónde se pone el punto de acentuación.
La postura radical primera no determinará la creación de la metáfora central, ni del paradigma de construcción mítica, por ejemplo el agrario-autoritario. Con un mismo paradigma, pongamos el agrario autoritario, se darán estilos culturales muy diversos, como ya hemos indicado.
Ese estilo, ese aire, ese espíritu, puede mantenerse, y se ha mantenido, en los cambios de sistemas de programación, al pasar de una cultura agrícola-autoritaria a una industrial; y podrá mantenerse en el paso de sociedades industriales a sociedades de conocimiento.
A partir de puntos de arranque diferentes con respecto a la existencia, aún con paradigmas de construcción mítica idénticos, se van acumulando diferencias a lo largo de los milenios. Diferencias en los estilos de construcción de los PACs y en las tradiciones, por influencias y circunstancias diferentes acumuladas.
Solventar lo mejor posible este problema es un asunto importante para mostrar que las sociedades de conocimiento no están indisolublemente ligadas a la cultura occidental; y es también importante para mostrar que los estilos, los espíritus de las diferentes culturas podrán mantenerse.
Lo que debemos concluir de estas reflexiones es que las culturas diferentes de la humanidad podrán continuar siendo diversas y continuar diversificándose. Los modos de sobrevivencia de las sociedades de conocimiento no exigen ni imponen un PAC determinado. Las ciencias y las técnicas, al no ser axiológicas, son asépticas y tampoco son capaces de impone un único punto de perspectiva al enfrentarse con la existencia, lo real, la vida, los antepasados o la DA.
Las opciones y estilos culturales podrán continuar existiendo. Es falsa e interesada la idea de que el nuevo modo de sobrevivencia humana, a través de la creación continua de ciencias y tecnologías en equipo, arrastre a la exclusividad de la cultura occidental. Por el contrario, las sociedades creativas tienen que explotar en diversidad, en todos sus niveles, también en lo axiológico.
Así pues, las diversas culturas, al transitar a las sociedades de conocimiento, que es el destino ineludible de todos los pueblos, no tendrán que renunciar a su espíritu, a su estilo tradicional axiológico; al contrario, podrán realizarlo con un instrumental tecnocientífico más poderoso.
Lo que ciertamente no podrá hacer ningún pueblo en las nuevas circunstancias culturales, es vivir como lo hicieron sus antepasados. El espíritu de los antepasados deberá realizarse en otro contexto cultural de sobrevivencia colectiva radicalmente distinto.
La interdependencia de todos los rasgos importantes de las sociedades de conocimiento y su importancia ontológica.
Las sociedades de conocimiento tienen unos rasgos que las distinguen de las sociedades anteriores. Todos esos rasgos distintivos son interdependientes entre sí, como los componentes de un organismo vivo. De ninguno de los componentes de un organismo se puede prescindir sin que perezca el organismo entero. El cuerpo no puede prescindir ni del corazón, ni de los riñones, ni de ninguno de sus componentes. Si faltara alguno de esos componentes, el cuerpo moriría.
Los rasgos más característicos de las sociedades de conocimiento, de innovación constante y cambio son: la creatividad continua; en equipo; la creación del propio sistema de motivación y cohesión, es decir, del PAC y de sus modificaciones cuando sea necesario; la adhesión no por sumisión sino voluntaria al PAC propuesto; la libertad del grupo y de cada uno de sus componentes; la libertad de opción axiológica igualmente del grupo y de cada uno de sus miembros, dentro de unos patrones comunes aceptados por todos; la equidad y la solidaridad de todos con todos; el espíritu de indagación de cada individuo y del equipo; la educación y el estudio de por vida.
Además de estos rasgos hay uno especialmente propio de este tipo de sociedades: la necesidad ineludible de CH y de CHP, que es la concienciación y cultivo de la doble dimensión de la realidad para nosotros los humanos y, por último, la necesidad de heredar el legado de sabiduría de nuestros antepasados.
Ninguno de estos rasgos puede darse en las sociedades de conocimiento sin contar con los demás. Ni la sociedad de conocimiento es posible sin que se den todos esos rasgos.
Vamos a mostrar brevemente la interdependencia que se da entre todos esos rasgos.
La sobrevivencia colectiva desde la continua creación de ciencias y tecnologías nuevas y, a través de ellas, de nuevos productos y nuevos servicios exige, que ese tipo de sociedades y los miembros que las componen sean creativos y se organicen en función y en torno de la creación continua. Por la complejidad de los saberes científicos y la complejidad de las tecnologías, se requiere inevitablemente trabajar en equipo, lo cual presenta unas exigencias especiales.
El continuo desarrollo de las ciencias crea nuevas tecnologías que, a su vez, dan pie a nuevos desarrollos de las ciencias que vuelven a repercutir en las creaciones tecnológicas. Este círculo virtuoso no tiene fin, como no lo tiene el interés y la curiosidad de los científicos para investigar y crecer en la profundización de los saberes.
Las tecnociencias son abstractas y no pueden conducirse axiológicamente a sí mismas. Sin esta conducción las ciencias, ciegas axiológicamente, podrían volverse en contra de sus propios creadores y del medio. Por consiguiente, los desarrollos científicos y tecnológicos tienen que gestionarse a sí mismos en el cambio continuo. Eso supone que los equipos tienen crear sus propios sistemas de cohesión y motivación en el continuo movimiento. Como consecuencia, deben crear sus propios proyectos axiológicos colectivos (PAC) y, por consiguiente, tienen que aprender a creárselos y cambiarlos cuando sea necesario o conveniente.
La cohesión y la motivación de equipos continuamente creativos no pueden conseguirse por sumisión. La sumisión es mala para la creatividad. La creatividad en equipo no puede ser sometida, ni fruto de individuos sometidos. La consecuencia es que la adhesión a las propuestas del PAC del grupo tiene que conseguirse por vía voluntaria.
Tanto la creatividad en equipo como la creación de los propios PACs y la adhesión voluntaria a esas propuestas del PAC, no pueden ni pensarse, sin contar con la libertad del grupo entero y la libertad de cada uno de sus miembros.
No es tampoco pensable una libertad que vaya acompañada por imposiciones axiológicas, sea al grupo como totalidad, o sea a sus miembros. Es imprescindible la libertad de opción axiológica dentro de unos acuerdos conseguidos en común, acuerdos que no deben suponer ningún tipo de imposición. Sin esa libertad de opción axiológica, la libertad sería una ficción.
No puede darse creatividad e innovación, a buen ritmo en un equipo, si no se practica entre sus miembros y en el equipo la solidaridad y la equidad. Ni la libertad, ni la adhesión voluntaria a una propuesta de PAC pueden darse correcta y eficazmente sin solidaridad y equidad.
Para que funcione bien un equipo creativo en una creatividad que no es de un solo acto, sino que debe ser un proceso continuo, tiene que darse imprescindiblemente un espíritu de indagación continuado, tanto del equipo como tal, como de cada uno de sus miembros.
La creatividad y el espíritu de indagación quedarán truncados si no se da una continua educación y un estudio de por vida.
Sin CH y, en su medida, sin CHP, ninguno de los rasgos característicos de las sociedades de conocimiento son posibles.
Sin capacidad de interés (I) por las realidades, sin capacidad de distanciamiento (D) de los propios intereses inmediatos, y sin capacidad de silenciar (S) todos los patrones de interpretación de la realidad, no es posible una actitud de creación e innovación continua. Igualmente sin IDS no es posible que exista un grupo de creación e innovación en equipo.
La auto-creación de PACs y de sus modificaciones o transformaciones, cuando sea necesario, requiere, de la misma manera, el cultivo y la realización de la CH, y en alguna proporción, de la CHP. Sin IDS ni se pueden crear los PACs adecuados, que además del bien del equipo y de sus miembros tenga en cuenta el medio humano y no humano. Sin suficiente CH y no poca CHP tampoco se puede tener la disposición a cambiar lo que sea y cuando sea, según las transformaciones de las tecnociencias y de sus consecuencias en productos nuevos y nuevos servicios.
La CH y la CHP están en la entraña misma de todos los rasgos de las sociedades de conocimiento e innovación continuada. Esas cualidades tienen una importancia capital por sí mismas y por el papel que juegan en todas las demás características de las sociedades de conocimiento.
Todo lo que de una forma u otra dañe a estas características, mutuamente implicadas, de las sociedades de conocimiento, daña a su creatividad y capacidad de innovación y, por consiguiente, a la capacidad competitiva, ya sea imposibilitando de hecho la creatividad, o disminuyéndola, o frenándola.
Es preciso comprender, con toda claridad, que dañar a cualquiera de las características de las sociedades de conocimiento, no realizándolas o no realizándolas convenientemente, es perjudicar a la total estructura de ese tipo de agrupación y, con ella, su capacidad creativa e innovadora y, por consiguiente, económica.
En las sociedades de innovación constante, todos los rasgos de su estructura dependen de todos los demás rasgos. En las sociedades de conocimiento todo son interdependencias e implicaciones mutuas. Si se desea que ese tipo de sociedades funcionen a pleno rendimiento, se tendrán que tener presente todas las implicaciones mutuas y esforzarse seriamente por realizarlas.
En las sociedades de conocimiento, los rasgos de su estructura no funcionan en árbol jerárquico sino en red de relaciones de todos con todos.
Si los rasgos de las sociedades de conocimiento se estructuran en red y no en árbol, su organización tampoco podrá ser en árbol autoritario, sino en red de interdependencias cognoscitivas y de decisión.
Los análisis de la estructura de las sociedades creativas ponen claramente de manifiesto la razón por la que tenemos que afirmar que la CH y la CHP no son optativas para este tipo de sociedades, como lo fueron para las sociedades del pasado, sino no optativas y necesarias; y esto no únicamente por la peligrosidad de la marcha aceleradamente creciente de las tecnociencias y sus posibles productos, sino por la mismísima estructura de esas sociedades, que, como hemos afirmado, es ya un destino inevitable para la humanidad entera.
Todo empuja a tener que pensar que las organizaciones internamente estructuradas en red, tendrán que establecer las relaciones con otros grupos creativos en red de interdependencias mutuas.
Estas redes de interdependencias entre organizaciones creativas no son contrarias a la competitividad entre ellas, sólo tienen que cambiar de signo esa competitividad, que no será de lucha para ver qué grupo prevalece y cuál muere o es reducido a un nivel más bajo, sino que tendrá que ser una competitividad de competencia profesional, de eficacia y de cualidad. Con este nuevo tipo de competitividad las organizaciones no se dañan unas a otras sino que se estimulan.
La gobernanza de este tipo de redes de organizaciones no podrá ser, en absoluto, por la vía de la sumisión, ni aunque que sea a una autoridad democráticamente elegida, sino de interdependencia y coordinación en torno de un PAC construido entre todos, al que todos prestan una adhesión libre.
Una red de organizaciones creativas (red de redes) tendrá que cumplir entre ellas todos los rasgos de las sociedades de conocimiento individuales, sin olvidar, por supuesto, la continua indagación, estudio y cultivo de la CH y de la CHP. Esa red de redes tendrá que incluir en la interdependencia la totalidad del medio, humano y no humano.
En este tipo de estructura las individualidades surgen de los condicionamientos y dependencias mutuas, no tienen entidad en ellas mismas. No son individualidades que entran en relación, sino una relación que crea individualidades. No son una jerarquía de seres, que tienen su ser en sí, aunque lo reciban de otro. (Ens ab alio). Son tramas de redes de dependencias mutuas. Las individuaciones que resultan de esas redes, tienen su ser condicionado por las relaciones.
En el Patrón R hay una fuente de ser, del que cada individualidad participa. Dios es y la criatura también es, aunque su ser lo reciba de Dios. Hay ontología positivamente, aunque sea una ontología subordinada para todos los que no sean la suprema fuente.
En el Patrón C, todo está vacío de entidad propia. Se cambia, pues, la interpretación ontológica de la realidad. Ni siquiera la totalidad de la red tienen entidad propia, también su individualidad y su ser surgen de la interdependencia y condicionamiento con otras redes. Así todo está vacío de realidad propia. No se da ni “ens a se” ni “ens ab alio”.
La presencia de la DA, aunque sea sólo operativamente, está afirmando a todas nuestras facultades que lo que damos por realidades no son lo que parecen ser; que lo que parece ser es fruto de una red de condicionamientos y dependencias, que podría ser otro, si la red de interdependencias fuera otra; que la realidad de todo es el “no otro” de todo, como dice Nicolás de Cusa.
Ese “no otro” de todo es el que nos posibilita y empuja a ir más allá de las formas concretas de las realidades, sin que ese “no otro” se nos presente con forma alguna propia. Si la DA tuviera una forma determinada, dejaría de ser la posibilidad y el motor de la flexibilidad y de la creatividad e igualmente dejaría de ser la posibilidad y la invitación a la libertad.
Las carencias de la conciencia de nuestra DA y la falta de su cultivo repercuten en nuestra capacidad creativa y en nuestra libertad, hasta dejar a nuestro libre arbitro reducido al mínimo, es decir, a márgenes insignificantes para nuestra vida.
Porque nada es como parece ser, todo puede cambiarse.
Si todo puede cambiarse, dependiendo de las redes de interdependencias, dependiendo de los condicionamientos, nada tiene el ser que parece tener y nada tiene la realidad en sí misma.
La presencia y la noticia de la DA dice, con sola su noticia, que la realidad de toda forma es sin forma. Si esto es así, toda forma, en cuanto tal, está vacía de realidad propia, su realidad es el “no otro” vacío de toda forma, porque está vacío de toda realidad que le podamos atribuir.
Podríamos decir que el alma de toda realidad, de toda forma, es la realidad informulable, lo “sin forma”, lo vacío de todo condicionamiento. Lo no condicionado no tiene forma; lo que da la forma es la interdependencia, que es condicionamiento.
Es ley de todo viviente modelar la realidad de “eso de ahí” a su propia medida. Cada especie animal modela “eso de ahí” a su medida. Nosotros, como animales que somos, cumplimos esa legalidad, aunque los diversos modos de sobrevivir, las diversas culturas comporten modelaciones diferentes.
Toda forma es dependiente de la modelación de un viviente, está condicionada por las necesidades de un viviente o de un grupo de vivientes. Y el viviente está condicionado por el mundo que su especie o su cultura ha modelado. Los vivientes y su mundo están en una íntima relación de interdependencia. Los sujetos de necesidades y el mundo donde satisfacen esas necesidades son correlatos y mutuo dependientes.
Si desaparece o se calla la modelación, “eso de ahí”, y nosotros mismos con ello, carecemos de forma. Se concluye, pues, que todo lo condicionado tiene forma y lo no condicionado es sin forma; que lo condicionado es sólo la modelación de unos vivientes, que, como tal modelación sólo está en la cabeza o en el sistema nervioso de los vivientes, pero no “ahí” tal como lo concibe cada tipo de modelación. Las modelaciones de los vivientes se asemejan a mundos virtuales.
La modelación es una objetivación en el sentido de una acotación, una posición de características y límites sobre esa inmensidad que nos rodea y somos. La verdadera realidad de esas acotaciones es “lo acotado” con esas limitaciones añadidas. Las modelaciones condicionantes no añaden nada que no esté en eso que se modela. Podríamos decir que el modelador es también lo modelado.
Todas las formas dependen de las modelaciones. Lo no modelado no tiene forma, para los vivientes. Pero, a la vez, la realidad de lo real no es como dicen las modelaciones que han aparecido a lo largo de la historia humana, por eso pueden cambiarse.
De estas reflexiones podemos concluir que la transformación del patrón de construcciones de PACs, que pasa del Patrón R al Patrón C, comporta también una ontología diferente.
Se pasa de un patrón de existencias individuales, aunque todas ellas subordinadas, excepto la fuente de todas ellas, a un patrón en el que todo es interdependiente, sin que se pueda señalar la existencia de una fuente.
Se pasa de afirmar que todo es existente, aunque su existencia sea “ab alio”, a afirmar que todo es interdependiente y, por ello, condicionado; que lo condicionado no tiene realidad en sí mismo, es vacío, y que el sustrato de todo el conjunto en el que todo está condicionado es vacío de toda posibilidad de aplicarle categoría alguna, ni siquiera la de existente o no existente.
Desde el Patrón R de construcción de PACs las entidades se presentan con estructura jerárquica. La jerarquía fundamental es
-ser desde sí mismo, (ens a se)
-ser desde otro (ens ab alio).
Se habla de una única fuente, aunque pueda presentarse polimorfa o monomorfa. Esa fuente es el ser desde sí mismo. Los seres desde otro son subordinados y reciben el ser que tienen desde el que lo tiene desde sí mismo.
Se considera la DA como ser desde sí mismo y a la DR como ser desde otro. Es una interpretación clásica de las dos dimensiones de nuestro acceso a la realidad. Estructuralmente da igual que la DA se represente como uno o como varios. El resto de los seres se aparecen en una jerarquía, en la que el hombre es la cumbre y la materia el nivel más bajo.
Tanto el ser desde sí mismo como los seres desde otro coinciden en que son y que son individualidades.
En el ser hay dependencias, pero sólo en una dirección: desde el ser desde sí mismo al ser desde otro. Habrá otras muchas subordinaciones, pero serán en el orden social. En no pocas culturas el orden social representa y virtualiza la relación DA a DR. Son las culturas que identifican o ligan la suma autoridad social, con la DA, con los dioses.
Toda organización social en el Patrón R está suponiendo que es una organización de individualidades que tienen ser; que el individuo es una entidad y la sociedad es una organización de entidades humanas.
El individuo se piensa a sí mismo como una entidad en un medio del que vive, medio compuesto por una gran pluralidad de entidades, y se piensa la sociedad como una organización de individuos como él.
En general, sea la cultura que sea, si es preindustrial, se piensa que las individualidades humanas están compuestas por un elemento corporal y un elemento sutil, que se representa de muy diversas maneras. Por consiguiente, se piensa que en el individuo muere el elemento corporal y sobrevive, de una forma u otra, el elemento sutil.
Todo individuo humano percibe en sí mismo la DA, porque la doble dimensión de la realidad es su estructura diferencial como viviente. Esa noticia es la que le da pie a pensarse como dotado de un elemento sutil e inmortal y un cuerpo no sutil mortal.
Para el Patrón C de construcción de PACs, toda estructura es una red de interdependencias. La estructura con la que opera este patrón es la mutua interdependencia de sus componentes. Toda entidad depende de sus relaciones de interdependencia.
El ser de cada entidad depende de un nudo de relaciones en las que todos dependen de todos. El ser de toda realidad es el resultado de su dependencia de otras realidades. Todo lo que sostenemos ser “algo”, es el efecto de sus relaciones de interdependencia con otros “algos”.
Nada tiene el ser en sí mismo, ni desde sí mismo, ni desde otro. No hay términos que entren en relación, sino relaciones que crean términos. Nada hay que no sea interdependiente de otros interdependientes. Todo son redes de interdependencias que están en interdependencia con otras redes. Lo que hay son redes y redes de redes.
Todo lo que damos por ser está condicionado por el ser de otro u otros. Nada tiene el existir en sí mismo de forma que pueda entrar en relación con otros.
Todo es condicionado; si se da la condición se da el ser de la cosa, si no se da la condición no se da el ser de la cosa. Consecuentemente se dice que lo condicionado no tiene el ser en sí mismo. A lo que lo condiciona le ocurre lo mismo.
Toda realidad se sostiene por el apoyo de otra realidad; nada se sostiene en sí mismo. Todo se comporta como cada una de las piedras de la bóveda de una gran catedral gótica: para mantenerse en el sitio que se le ha asignado, depende de todas las demás piedras. Así todo ser depende, en lo que le es propio, de otros seres y, en rigor, de todos los seres.
El individuo no es un ser con unas características propias y exclusivas, sino el término de un nudo de relaciones, un nudo de interdependencias.
La persona, como la individualidad, es un efecto de relaciones, no una realidad. Una personalidad, como una individuación es un nudo de líneas, un cruce de muchas líneas, una suma de efectos de relación, de efectos de dependencias.
Las peculiaridades de la persona y la conciencia de individualidad son el fruto de interdependencias y condicionamientos llevados a la vivencia de unidad por la función ego del cerebro, que induce al error necesario de creerse ser un yo, es decir una entidad, una unidad contrapuesta al medio.
El viviente humano, como todo viviente, tiene que crear una contraposición elemental entre la individualidad de su paquete de necesidades y el medio donde satisfacerlas. Ese es un supuesto necesario, un error necesario para poder actuar y sobrevivir.
La persona se asemeja a un conglomerado, reunido al azar, de dependencias e interdependencias, que por la función del cerebro que llamamos yo, se viven como una individualidad contrapuesta al medio. El yo amarra en un hatillo las múltiples interdependencias y la gestiona.
Vivirse como persona, como entidad, como ser, es el error fundamental de todo humano, lo que la tradición nombró desde el mito, como pecado original de la especie.
La sabiduría debe liberarnos de ese error original y conducirnos a comprender y vivir que ni la persona, ni la individualidad, ni el yo son nadie, ninguna entidad, que todo eso está vacío de entidad propia. Su realidad es la red de interdependencias, que también está vacía de entidad propia. También el ser de la red es una red de redes.
El fundamento de todo eso es la DA, que a su vez, está vacía de todo lo que con nuestras palabras podamos atribuirle. Nuestra comprensión y nuestra conciencia deben ir de vacío en vacío; vacíos que no son la nada, sino la plenitud indecible. Ahí, y sólo ahí, debe hacer pie nuestra mente y nuestro corazón.
Nuestra realidad verdadera es la DA de nuestro acceso a lo real. Toda DR no tiene otra entidad que el inconcebible vacío de toda posible categorización para un humano.
Mi verdadera realidad es ese abismo sin nombre al que señalamos como la DA de nuestro existir. El resto es sólo un error necesario para vivir, un mundo que no está ahí, que se asemeja a un mundo virtual en el que se desarrolla nuestra vida dentro de la DR.
Desde esta idea de persona y de individuo ¿cómo pensar y vivir el colectivo, la sociedad?
Los equipos, los grupos, las sociedades, son redes de interdependencias y condicionamientos. Los puntos de cruce de interdependencias serían las personas, los individuos. Los rasgos de cada una de los miembros dependerán por completo del lugar que ocupen en la red.
En un equipo de innovación, cada miembro acude con un saber exclusivo que no le basta para crear nada solo. Su saber y el propósito del grupo determinan su lugar en el colectivo; ese lugar viene señalado por las dependencias que cada uno tiene de los otros saberes de los restantes miembros del grupo y de la dependencia de esos otros saberes del suyo.
Las personas de un equipo creativo ya se incorporan al grupo individualizadas por su especialidad. Esa individualidad se adquirió en previas organizaciones de interdependencia, en universidades, seminarios, relaciones con maestros, etc. Y cuando llegó a la universidad ya había adquirido ciertos caracteres determinados por el colegio, la familia, etc.
Un individuo de ese tipo de sociedad es la reunión de todos los efectos de las diversas interdependencias que ha sufrido o sufren en las diversas organizaciones. El que anuda ese hatillo de efectos de interdependencias diversas es el yo, que crea el sentimiento de individualidad.
Los efectos de interdependencias no son entitáculas, que se añaden a una entidad que tiene su ser en sí mismo. No hay tal soporte, porque todo son dependencias y condicionamientos en todos los niveles. Todo, en todos los niveles, está vacío de entidad propia.
Dicen los sabios que las sociedades son como ciudades construidas en una nube. Nosotros diríamos que se asemejan a entidades virtuales, cuyas realidades están en la nube, en nuestras mentes individuales y colectivas.
Se trata de individuos vacíos de entidad propia, reunidos en sociedades vacías de entidad propia. Sólo juegos de dependencias e interdependencias, sin que haya nada ni nadie interdependiente.
¿Qué es lo que realmente hay en todo esto? La DA un abismo inconceptualizable.
¿Cómo vivir nuestra condición de individuos vacíos de realidad y nuestras sociedades como vacías de realidad, sin otra realidad que el abismo incategorizable de la DA?
La contestación de los sabios es: poniendo todo el fundamento de todo nuestro pensar y sentir, de nuestro actuar y el fundamento de todas nuestras formaciones colectivas en la DA.
Si en el individuo no hay nada ni nadie fuera de Eso innombrable, las asociaciones de “nadies” tampoco son nada ni nadie. Todo son supuestos necesarios, aunque vacíos, para que como seres necesitados podamos sobrevivir en esta inmensidad. Todo es como una realidad virtual que sólo existe en la mente y el sentir de unos seres necesitados como nosotros.
No hay ningún apoyo en ninguna parte, todo es como cañas quebradas en las que uno no se puede apoyar sin dañarse y caerse al suelo. Sólo es Eso inconcebible, la inmensidad innombrable que nos rodea y somos. Esa es la única realidad, que ni como realidad puede concebirse.
Se pasa, pues, de un patrón de existencias individuales, aunque todas ellas subordinadas, excepto la fuente de todas ellas, a un patrón en el que todo es interdependiente, sin que se pueda señalar la existencia de una fuente.
Se pasa de afirmar que todo es existente, aunque su existencia sea “ab alio”, a afirmar que todo es interdependiente y, por ello, condicionado; que lo condicionado no tiene realidad en sí mismo, es vacío, y que el sustrato de todo el conjunto en el que todo está condicionado es vacío de toda posibilidad de aplicarle categoría alguna, ni siquiera la de existente o no existente.
Como conclusión: el asentamiento de las sociedades de conocimiento, que es ya como un destino inevitable para todos los pueblos, lleva y exige una nueva antropología, una epistemología no mítica y una nueva ontología.
Bibliografía.
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Corbí, M. El cultivo colectivo de la dimensión absoluta en las sociedades de conocimiento globalizadas. Principios de Epistemología Axiológica 4. Todavía no publicado