Geneviève Lanfranchi (1912-1986) – Segunda parte

Este documento nos muestra el itinerario de búsqueda de Geneviève Lanfranchi (1912-1986), profesora de Filosofía en Beauvais (Francia).El texto forma parte de un volumen monográfico sobre el Vacío («Vivre en vacuité», en: LE VIDE, EXPÉRIENCE SPIRITUELLE. Paris, Deux Océans/Hermès, 1981. pgs.271-289.). En una primera parte ofrecimos la exposición de su concepción de camino interior. Ahora nos encontramos delante de su «diario de travesía»: el testimonio de un camino vivido, el de un compromiso radical, que nos pone en contacto con la autenticidad de una experiencia.

DIARIO PERSONAL
Fragmentos

1940 – 1948

1-II-1942
Quiero alcanzar la máxima lucidez. Pero, sobre todo, quiero mantener mi alma en el corazón del misterio. Impregnarme de la única Realidad siempre olvidada; hacer de mi alma particular, un alma cósmica.
Vibración intensa del espíritu fijado en sí mismo […] Difícil y saludable esfuerzo por alejar las imágenes, decir no, esperar que, en uno mismo, la conciencia plena de ser nos invada.
Todo esto me parece tan claro, coherente, calculado, que me da como vértigo. Sólo hechos, constataciones. Nada de supervivencias, de moral, de lirismo, ni de metafísica. Únicamente una afirmación evidente sobre la que permanezco. Miro el sol en lugar de entretenerme en lo que alumbra. Contemplación muy desnuda, liberadora.

8-V-1942
Querría dirigir todo mi amor hacia el dios interior, silencioso, incomprensible. Ésa es la conversión que reclama Juan de la Cruz. Ningún asidero, ni sensible, ni mental, ni de la voluntad. NADA. No volcarse hacia ninguna otra cosa. Entregar mi amor, sensible, ardiente, profundo, a ese dios desnudo.

29-V-1942
Durante media hora he intentado mantener el espíritu vacío, totalmente dirigido hacia Eso, hacia el Absoluto, hacia Dios. Dios no se encuentra más que en esa vacuidad. Ahí es donde puede percibirse a Dios. Todo lo demás no es más que preparación o expresión.

21-IV-1943
El espíritu está a la escucha, tendido hacia algo que no es ningún objeto. Hay receptividad, espera de algo que surge en lo más secreto del ser. La Realidad que se presiente es tan sutil que casi sólo se percibe por contraste, cuando uno se relaja.
Puedes estar más o menos lejos del ámbito de las representaciones. Y la tensión puede ser más o menos intensa. Hay ahí como un camino muy secreto que sabes que puede llevarte muy lejos, al centro oculto de lo real, y que le pierdes la pista a la más mínima, sin ni darte cuenta. Cuando logro seguirlo no es extraño que sienta como una falta, como una impresión de insuficiencia, como cuando uno tiene hambre o cuando siente la inseguridad de la alta montaña. Hay algo en uno mismo que está como insatisfecho. Pero amas incluso esa sensación de insatisfacción. Vuelves a ella como si presintieras una invisible riqueza en esa pobreza. Y a la pereza que no te permite poner el esfuerzo necesario la sientes como una traición causada por la propia debilidad. Estoy segura que lo que provoca este malestar es la falta de costumbre. Que si me dedico a ello cada día con regularidad y paciencia lograré superar la inercia y adquirir más soltura. Debo hacerlo.
Porque desde el punto de vista teórico sé que esta actitud es la mejor que puedo adoptar. Ahí no me falta lucidez. Ninguna preocupación oscurece la transparencia del ser. Estoy cara a cara frente a esa falta de aprehensión concreta que es la Realidad presentida desde hace tanto tiempo. Esa tensión sin representación es, en el marco de mi agnosticismo metafísico y de mi espiritualidad pragmática, la actitud fundamental.
Es el «lugar» por excelencia del encuentro espiritual. El de la fe desnuda. Ahí se percibe la intimidad de lo real.

18-VII-194
De nuevo he podido percibir la vacuidad de «Dios». Vas a desembocar como sobre algo inmediato. Los deseos, los proyectos, las ideas, las imágenes, como si fueran montículos que ocultaban el horizonte. Y ahora, como en lo alto del macizo, ¿alcanzado por medio de qué salto oculto?
El amor, la acción, incluso el ardor en la búsqueda, te dejan al borde. Se podía intuir el «otro país» sin estar en él. Pero sólo logras alcanzarlo unos breves instantes. La pregunta «¿Quien Eres? ¿qué es Eso?» me ha ayudado, alejándome de prestar demasiada atención a las sensaciones. Mi sentimiento de culpabilidad también: haciéndome «huir hacia allá».
Noche. Paz. Silencio. Una ausencia deliciosa.
Se nota la pequeñez de la propia alma. Querrías poder agrandarte. Una parte de ti mismo desearía descender, reencontrar algo más sencillo, más consistente, más familiar. Inseguridad. Sensación de que si los reflejos vitales subyacentes no fueran sólidos podrías caer en la locura.

22-VII-1944
Me parece que si un animal que se moviera en un plano de dos dimensiones adquiriera de pronto la captación de la tercera, sentiría el vértigo que yo siento. Tendría la sensación de algo tan distinto que no sería capaz de hacer comparaciones con respecto a su mundo anterior. Querría explorar esa nueva dimensión sin saber cómo hacerlo. Y también desearía recuperar la seguridad de su universo plano de la misma manera en que yo vuelvo a las ideas o a los sentimientos y, cada vez, se daría cuenta de que había retornado a un mundo superficial del que había sido arrancado por alguna gracia.

26-IV-1947
Carta al Padre X: A menudo le he hecho partícipe de mi sentimiento de impotencia al no conseguir atrapar el mundo «por detrás». Me sentía como frente a la Tierra Prometida pero sin poder pisarla. La fina herramienta de la humildad, o de la concentración amorosa, o el espíritu de don, me mantenían todavía en el orden de la sensibilidad, de una cierta calidad, pero sensibilidad al fin y al cabo.
Ayer algo cambió, creo; me sentí como ligada a la esencia de la realidad; una esencia desconocida, una realidad sin forma y, sin embargo, absolutamente auténtica. Nada me era conocido y, en cambio, me invadía esa paz sutil que acompaña a la evidencia indiscutible. ¿Qué imagen podría utilizar? Supongo que la del vacío, pero un vacío cualitativamente lleno, consistente, verdadero. O la de la noche, pero una noche reveladora de la naturaleza de las cosas.
Es como si, concentrada hasta ahora en las cuestiones intelectuales o prácticas, hubiera dejado atrapada en el orden fenomenal, una capacidad que sería algo así como una «intuición desnuda» que, ahora, en cambio, estaría logrando actuar según la que sería su auténtica naturaleza: receptora espontánea de una esencia inconcebible que la sensibilidad no logra aprehender adecuadamente. Es como si en mí, algo se desatara, como si todo si apaciguara, al haber encontrado lo que buscaba -sin saber como-.


1948 – 1951

Febrero 1948: el Padre X publica un libro que hace patente que, a pesar de las distintas creencias que apoyan los dos itinerarios de búsqueda, estos son muy comparables.

28-II-1948
Esa «oración silenciosa» tan parecida a mi Vacuidad, la presiento, pero no puedo mantenerme estable en ella, ni polariza toda mi vida. Tengo que hacer un verdadero esfuerzo de concentración y nada debe apartarme de ello. Aunque el Padre X no me diera su aprobación, a mí, personalmente, que más me da: su propia experiencia tal como la expone en su estudio, me da el aliento necesario para que ya no quede en mí la más mínima duda.

A partir de entonces, toda la vida va a estar polarizada por el esfuerzo en mantener una concentración en la vacuidad lo más intensa y continua posible.

2-III-1948
Don inmediato; entrada casi sin transición en recogimiento. Ha sido como estar ante una «Nada». No tiene nada que ver con la sensación de presencia. No hay un «alguien» que sientas presente ahí. Sí que sentía fervor, pero como dirigido a una noche, a una nada, a un vacío que sabía que era «Eso».

1-V-1948
Contemplación, esta mañana. Nítida y tranquila. Me gustaría poder concretar pero, cómo, si no había nada? En lugar de rozar lo impalpable con la punta de los dedos, estaba en su interior. No he tenido que luchar: la entrada ha sido inmediata; las distracciones han aparecido más bien al final.

2-V-1948
Qué calma. Todavía puedo decir menos que ayer. Incluso en algún momento que he querido forzarme a avanzar más, he renunciado. Ese deseo me habría «distraído». Ningún movimiento interior. Apenas podría hablar de atención, o de alegría, o de paz. Ahí. Estaba ahí. Totalmente.
Se me hace extraño que, educada por cristianos, acabe encontrándome con los hindúes.

4-V-1948
Ayer, durante tres o cuatro horas, estuve buscando esa desnudez. En cierto momento, al final de la tarde, tuve una sensación de inutilidad: «me estoy entregando a un fantasma. Es una locura pretender esa pureza invivible». Pero, como de costumbre, se trató sólo de un breve movimiento de ida y vuelta. Entonces ¿qué? ¿el suicidio?. Imposible El problema consistía en saber usar de manera más prudente mis medios para poder alcanzar la meta. Habría podido interrumpir, leer, trabajar. Y en lugar de eso continué (en total, la depresión y la reacción no duraron más de cinco minutos): encontré una paz más profunda, una certeza más entera, una resolución más ardiente.

19-III-1950
Concentrarme solamente en «Eso» y asumir todas las consecuencias de mi opción. Permanecer toda yo tendida hacia un horizonte que se aleja y avanzar, avanzar siempre. Firme en ese andar sin guía, en esa carrera sin fin, en esa travesía sin andaderas. Exclusivamente ese moverse en un océano sin orillas, en ese éter vacío. Las amarras están cortadas. La Nada avanzando en la No Forma no puede naufragar. Vértigo. Libertad inesperada. Me lamentaba de mis decepciones. No me daba cuenta de que estaban royendo la cuerda que me mantenía cautiva. Sensación de cuerda rota, de partida en la inmensidad azul que parece como un muro en pie pero que es de una profundidad insondable. La «falla», decía yo consternada; sin comprender que lo que se resquebrajaba era mi cárcel.

3-IV-1950
Jornada amplia, inmensa, a causa del Vacío que la ha como distendido. Una vez más, me otorgo el derecho a vivir esta vida espiritual aunque no llegue nunca a ser útil para nadie. Mis fracasos me conducen de nuevo a lo esencial.

10-IV-1950
Esa unidad que deseo, sería un error esperarla de la voluntad; sólo puede venir de la atención.

29-IV-1950
Algo ha cambiado en mí. Hasta hace poco, todavía tenía la sensación de que hacía pié en algo, en el fondo de mí misma. Ahora tengo la impresión de vivir por encima de mí, por encima de mi cabeza.
Cuando leo, escribo o actúo, hay algo que planea en mí. En el recogimiento ese pájaro bate las alas intentando ganar altura.
O, también: tengo la sensación de que el tiempo se dilata; como una gota de aceite expandiéndose sobre el agua: impresión de que cada minuto se expande a lo ancho de esa gran esfera que simbolizaría la eternidad.

7-V-1950
Siento como si una parte de mí se mantuviera en la vacuidad. Hay como una tensión parecida a la que produce la fenedrina. En lugar de caer en un sueño profundo es como un ligero sueño del que sales inmediatamente, perfectamente despejada, a la más mínima. Como el pájaro que se posa un momento, siempre dispuesto a reemprender el vuelo.
No sabía muy bien qué actitud tomar respecto a esa vacuidad que ha quedado como instalada. Una vez más, la entrega: entonces es como si el pájaro ganara altura y se disolviera en el cielo. Permanecer viva. Si pudiera vivir así todo el día …

4-XI-1950
Una idea extremadamente sencilla, tan sencilla que me sorprende haberle dado tantas vueltas y que otros filósofos no la hayan desarrollado: cuánto más pura es la conciencia más absoluta es. Ése es el fundamento de la noción de trascendencia, de la oración, de la humildad, de la entrega. Noción de Valor.

21-XI-1950
Sensación de poder otorgado por la Vacuidad. Pero un poder absolutamente … espiritual. Sería más una sensación de libertad. Sin límites. Los límites existen, pero a un nivel inferior. Por ahí van los místicos hindúes. Se saben independientes, libres, eternos. A la vez, están totalmente desapegados del mundo externo: ¿qué les importa verificar sus «siddhis»?. Poder, pero realmente de otro orden. ¡Pena que se olviden de advertírnoslo!

14-II-1951
Esta mañana, percepción de un rasgo ya no puntual sino paraespacial de la Vacuidad. Hasta ahora, era una sensación de ligereza unida a la de escapada en la inmensidad. Esta vez ha sido como si el «volumen» del vacío estuviera ahí.

25-II-1951
Camino en la pura claridad de la aurora. Blanco, beige, azul, puro, movimiento, vivo, inmensidad … Intensa sensación de paralelismo: el mundo de la Vacuidad, puro, muy puro, por encima de esta luz, de esta belleza, de este «candor» (¿la intuición de Spinoza, aunque menos ligada a una sensación estética, no sería de este mismo orden?). Por encima de las ramillas de los árboles, dándole al espacio su … plenitud de vacuidad, el Espacio Esencial.
Reposo. Es aquí. No hay nada que decir. Ya hemos llegado. ¡Qué sencillo era!. Beatitud más allá de la beatitud. Impresión de conclusión. No hay nada que explicar ni nada que hacer. El centro de gravedad está exactamente donde debe estar. Ahí. Así es. Está bien.

27-II-1951
Ayer persistió la sensación de desdoblamiento. Durante unos momentos veo a los que me rodean y a mí misma como desde el exterior. Los veo desde ese lugar elevado que no es un lugar, en una dimensión nueva que no es la del tiempo.
Simplicidad extrema. Nada. Y, sin embargo, el problema esencial ya está resuelto. Paz sutil ante la evidencia total, sin que haya nada evidente.
La semana pasada en T., el Vacío substancial se hallaba por encima del mar y del sol. Desde esta semana es «intersticial», si es que lo puedo llamar así: es como el aire que envuelve las cosas, como el espacio entre las palabras, como la distancia intramolecular.

4-III-1951
Curiosa diferencia entre psiquismos. Simone Weil alcanza lo espiritual a través del dolor. Y yo, más allá del gozo. Cuando pierdo el hilo conductor, pienso en el gozo en Eso y, en seguida, lo recupero.

22.VII-1951
Bajando en barca el curso del río, el paisaje se me ha hecho, de golpe, transparente. Cómo precisar esta impresión que no he podido recuperar aunque lo he intentado? Ha sido un poco como si la opacidad de los objetos desapareciera sin que ellos mismos desaparecieran, dejando ver la realidad oculta detrás de ellos, como el cielo a través de un cristal en el que haya unos dibujos. Y es como si la mirada, a través del cristal que son las cosas, se hubiera adaptado a ver en la lejanía y viera, más allá del cristal, la infinita realidad.

27-VIII-1951
Mentiría si dijera que me siento en la Vacuidad. Ni la busco ni la deseo. Pienso poco en ello. Saco mi fuerza de una fuente más pura, más elevada, más inaccesible que nunca a la duda.
Quería alcanzar un estado. No lo conozco (¿implícitamente a lo mejor?). Pero estoy totalmente llena del tipo de energía que esperaba recibir de él.

9-X-1951
Impresión de vacío. Tengo el espíritu «vacío». No hay deseos propios, ¡Ni siquiera el de la Vacuidad! La desnudez de la playa y del cielo, habitados por el sol. No hay prácticamente nada: alguna golondrina, alguna casa perdida en la inmensidad. Así es como me siento, Nada,. Un vacío substancial, en cuyo seno aparecen algunas pequeñas cosas: las reflexiones de algunos amigos, una cara, un proyecto. Parece extraño que ese vacío sea tan substancial que pueda vivirse con más o menos intensidad. Una intensidad que podría quedar, a lo mejor, obstaculizada por la intensidad de mi deseo.

21-X-1951
Gozo cósmico. El espectáculo de las cosas no es nada; nada importante. Es tan real o irreal como un sueño. Entretenerse en el tema de su grado de realidad es tan tonto como discutir con una persona todavía dormida: es la persona todavía dormida en nosotros la que se plantea estas cuestiones. Tomar esta gota de luz, de vacío, e insertarla en mi masa oscura, compacta, aquí, allá, por todas partes, penetrando así cada cosa de espacio y de luz.

25-X-1951
Energía diamantina: vacía, clara, tan valiosa. Espacio substancial. Algunos movimientos más opacos, Me parece que el vacío en mí, llama a las ideas y a las personas que me rodean: se me hacen transparentes, logran su consistencia exacta.

27-X-1951
Culmen de energía, La vibración más elevada del amor: hasta el punto en que el calor se hace luz. La máxima lucidez de la inteligencia: el lugar de toda relación. Esa gota de eternidad: mantenerla, como piedra preciosa, entre los dedos. Atravesar con ella los momentos. Ella les dará luz, transparencia, belleza.

28-X-1951
«Mi reino no es de este mundo». Este mundo no puede recibir mi reino. Mi reino está alrededor de este mundo, lo envuelve, este mundo no es más que una concreción opaca en el interior de mi reino y, sin embargo, lo rehúsa. Mi reino no actúa sobre este mundo, sólo le permite desarrollarse en él, y lo máximo que puede esperar es que, gracias a su desarrollo, llegue a tomar conciencia de mi reino.

4-XI-1951
«El país que no está en ninguna parte es el verdadero hogar»

12-XI-1951
Ayer encontré aquella «dimensión inmensa» que caracteriza mis mejores días. No violento mi voluntad, ya que sólo tengo un deseo: partiendo de mi energía totalmente humana, episódica, accidental, lanzarla hacia un mundo sobrehumano, eterno, esencial. ¡Qué gozo! ¿qué gozo! ¡la escalera de luz existe!! Puedo ir incesantemente hacia la existencia esencial.

23-XI-1951
Mantenerse abierta. No estoy separada de Eso. Estoy en lo Esencial. Me mantengo ahí conscientemente, en la medida de mi atención, de mi voluntad, de mi amor, si éstos no se precipitan hacia las cosas.
Energía, verdad, unidad de ese Fondo Secreto. La representación del espacio es ya expresión de lo Absoluto; y también el más mínimo amor, el más pequeño querer. Pero, o se niegan a aparecer cuando el psiquismo no halla «su» satisfacción o surgen, pero para precipitarse sobre los objetos.

24-XI-1951
Práctica: percibir, cuando me muevo en el espacio, cuando pienso, etc. que la disposición psicológica que piensa y se representa, es adecuada para Eso; que cada acto de la voluntad es una pequeña manifestación de la Voluntad esencial, y que puede prolongarse más allá de los objetos, hasta Eso; que cada momento de disponibilidad, de amor, es imagen del Vacío Esencial y, ya, ahora, acogida de la nitidez.


1963-1968

Durante este período he mantenido la intensidad de esfuerzo de 1950-1951, sin relajarme. La diferencia, en todo caso, ha sido que la preocupación por hacer descubrir a otros la intuición pura me ha ocupado mucho tiempo. El deseo de permanecer en la vacuidad «las 24 horas» se hizo más decidido. ¿Concentrarse exclusivamente sobre la vacuidad? Me pareció que otro método podía resultar más fecundo: ¿no sería mejor modificar radicalmente las estructuras fundamentales de la conciencia?

Después de varios intentos en esa dirección, apoyados y enriquecidos con diversas técnicas, una línea acabó por imponerse: se trata de invertir la sensación de que la conciencia se encuentra dentro del cuerpo, y de notar que el Yo verdadero, la Conciencia consciente de ella misma, «engloba» no sólo el cuerpo sino cualquier objeto, material o no. Conciencia que todo lo engloba. Conciencia vasta y libre y pura y desnuda como el espacio: identificada con el espacio. Pero conciencia englobadora que el amor puede llenar; que puede vivirse como Amor Envolvente, como Noche profunda a la que se abren y se entregan la profundidad y el amor encarcelados en el cuerpo.

Osmosis. Las tinieblas del corazón se transmutan en una noche más oscura que la oscuridad de esa cueva y se aúnan en la profundidad de la nocturna inmensidad. Apertura a ella; pérdida en ella (¿es posible distinguirla de la vacuidad?). Vivir así supone disolver lo que catalogan cada una de nuestras percepciones; significa resituar a la conciencia como fuente y restituirle a la sensibilidad su fluidez. De todas maneras, todo es posible si se hace con un movimiento que es simple, muy simple; sin forzar bruscamente al cuerpo, al contrario. Basta con que la mecánica cerebral deje de girar a lo loco. Mi cuerpo, aquí, totalmente presente, hace presente y manifiesta la totalidad de esa Conciencia en la que se disuelve. ¡Qué simple y poderoso era todo! Todo es simple y poderoso.

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