EL DESEO NO TIENE REMEDIO

 

El deseo es una sed que no tiene remedio. Cuando se satisface el deseo, no cesa la sed, sino que crece. Hablando de este tema Rumí dice “por destino divino, el hidromiel producía bilis y el aceite de almendras aumentaba la sequedad” [ 1 ]

La única solución para el deseo es salirse de su juego mortal, para hacer pie en Dios, en “lo que verdaderamente es”. Todo lo que no sea “eso que es”, está vacío de entidad. Se comprende que nada pueda satisfacer la sed del deseo. Nadie puede apagar la sed bebiendo viento, nada.

El deseo es una sed y esa sed es necesidad y es amor.
Cuando perseguimos satisfacer esa sed perseguimos más el amor que la satisfacción de la necesidad.

La necesidad se puede satisfacer, pero vuelve a renacer y tiende a expandirse sin límites. Desde esa perspectiva es como un inmenso vientre que nunca se sacia.

El amor que hay en el deseo nunca se satisface porque ama siempre a “lo que es”, aunque confundiéndolo con “lo que parece ser”, pero que no es. El amor que hay implícito en el deseo es también una sed que tampoco puede satisfacerse con el vacío de lo que no es.

Sólo el conocimiento y el amor de “lo que realmente es”, del Absoluto, de Dios, nos puede sacar de un círculo sin esperanza y de un círculo de muerte.


[ 1Rumí: Mathnawî. Madrid, 2003, Editorial Sufí, Tomo I, pg. 15.

 Comentario a los primeros versos del Mathnawi  [ por Marià Corbí ]
 Un pájaro persa llamado Rumi  [ por Halil Bàrcena ]

 

Celaleddin Mehmet Rumi

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