Introducción
Las realidades no son como un viviente tiene que verlas y darlas por reales para vivir.
Las cosas no son como tiene que verlas y darlas por reales una mosca, un gusano, un ratón o un hombre.
Los vivientes tienen que tener una visión e interpretación dual de todo: tienen que interpretarse como un sujeto de necesidades, diferente y separado del medio en que vive, que es para él un conjunto de objetos con los que satisfacer sus necesidades.
Todo viviente tiene que interpretar y apreciar las realidades como un conjunto de sujetos, diferentes unos de otros, en un mundo de objetos
Cada especie viviente es una estructura de necesidades diferenciada que tiene un mundo de objetos correlatamente diferenciado.
Cada especie viviente tiene un mundo diferente.
Los hombres estamos sometidos a esa ley general de los vivientes.
Nuestros grandes cambios culturales son equivalentes a los cambios de especie de los restantes vivientes. Culturas muy diferenciadas y distanciadas tienen mundos muy diferenciados y distanciados.
Lo que ven y sienten por real cualquier especie de vivientes, incluida la nuestra, no es lo que ahí hay.
Ahí, en todo lo que nos rodea, incluyéndonos a nosotros mismos, no existen esas divisiones de sujetos y objetos que los vivientes necesitamos construir para sobrevivir.
La realidad que nos rodea, que nosotros también somos, está vacía de dualidades y de sujetos y objetos. Lo que realmente hay es nada de esas construcciones.
Trabajaremos con la razón y la intuición mental para conseguir barrer de la cabeza y del sentir las construcciones que los vivientes proyectamos sobre la realidad, para intentarla conocer, sentir y percibir como es, vacía de todas esas construcciones
Razonando hasta procurar provocar la intuición, silenciaremos la interpretación obvia con el fin de llegar acceder a la luz de la mente, la conmoción del sentir y la percepción vacía de interpretación. Pretendemos tocar con todas nuestras facultades “eso no-dos” que todo es.
Para esta faena utilizaremos dos grandes textos clásicos
-Brahma-Sûtras, comentado por Sankara.
EJERCICIO n. 1
Jánaka dijo:
Oh Señor, dime: ¿cómo puede un hombre adquirir el conocimiento de la Verdad, obtener la liberación y practicar la renunciación (de lo que le encadena)?
Ashtâvakra dijo:
Oh amigo mío, si la liberación es tu objetivo en la vida, entonces evita los objetos de los sentidos como si fueran veneno (deja de estar extrovertido y vuélvete hacia tu interior) y busca la compasión, la sencillez y la verdad como se busca el néctar.
No eres ni tierra, ni agua, ni fuego, ni aire, ni éter. (No eres material) Sabe que tu Sí (Atman) es Testigo de eso y diferente de eso, si quieres alcanzar la liberación.
Si cesas de identificarte con tu cuerpo, y permaneces en reposo en la Inteligencia (en tu condición de Testigo), gozarás de una felicidad inmediata, la paz eterna y la liberación de tu servidumbre imaginaria.
Tú (como Atman) no formas parte ni de los Brahmanes, ni de las demás castas, tampoco perteneces a las cuatro etapas de la vida (niño, joven estudiante, padre de familia, anciano retirado a meditar). No eres un objeto de percepción de los sentidos, tú eres el único Testigo, desprendido por naturaleza y sin forma ¡Sé feliz!
Virtud y vicio, placer y dolor, son estados de la mente, y tú Sí es independiente de ellos. Tú no eres ni el que actúa ni el que goza; tú eres siempre libre.
El egoísmo en forma de “yo soy el que actúa” se parece a una gran serpiente negra y venenosa. El antídoto de ese veneno es reconocer que “yo no soy el que actúa”. Este conocimiento conduce a la felicidad.
EJERCICIO nº 2.
La oscura selva de la ignorancia (de lo que es tu naturaleza propia, tu Sí) es causa del dolor y debería ser consumida por con convicción:”Yo soy la única Conciencia (el Ser-Conciencia no dual) siempre pura.
Conciencia no dual.
Quien piensa que es libre es libre, y quien piensa que está esclavizado está esclavizado. Verdad es el dicho: “Lo que un hombre piensa, eso se vuelve”.
El Sí (tu ser propio original) es el testigo omnipresente, perfecto, libre, único, consciente, no-activo, no se apega a ningún objeto, sin deseo, eternamente sereno. ¡Tú eres eso!
Contempla siempre (en ti) la Conciencia por siempre inmutable, el Atman sin dualidad. Renunciando a toda identificación exterior o interior del Sí con el no-sí, (es decir) abandona la noción del sí individualizado.
Oh hijo mío, la malla de la identificación del Sí con el cuerpo te ha aprisionado bastante tiempo. Con la espada del conocimiento: “yo Soy Conciencia”, corta esa ilusión y sé feliz.
El Universo está penetrado por ti y existe en ti. En verdad eres por naturaleza Conciencia Absoluta; no busques refugio en la estrechez del corazón pensado que eres otra cosa.
EJERCICIO nº 3.
En el interior y en el exterior de la forma reflejada en el espejo, existe el espejo. De manera semejante, el Supremo Señor existe en el interior y en el exterior del cuerpo.
Como el cántaro está lleno en el interior y el exterior por un éter idéntico, así la omnipresente Realidad está en toda cosa.
Así como las olas, la espuma y las burbujas no son distintas del agua, así a la luz del verdadero conocimiento, el Universo, nacido del Sí (que es el “no-dos” y mi ser propio), no es distinto del Sí.
Así como la pieza de tela, si se piensa en ella, no es distinta de sus hijos, así el Universo, si se piensa en él, no es distinto del Sí.
Así como el zumo de la caña de azúcar penetra totalmente el azúcar que produce, así el Universo, producido fenoménicamente en mí, está penetrado por mi Sí.
El mundo aparece como resultado de la ignorancia de la naturaleza del Sí, y desaparece en cuanto se reconocer la naturaleza del Sí. La serpiente ilusoria nace si no se conoce la cuerda, y desaparece en cuanto se conoce la cuerda.
Mi naturaleza es Conocimiento y no es sino Conocimiento. En verdad, el Universo se revela a la luz de mi Sí.
EJERCICIO nº 4.
La idea de dualidad es la raíz de todos los sufrimientos; su único remedio es la percepción de la irrealidad de todos los objetos y la realización de mí mismo como Unidad, pura Conciencia y Beatitud.
Qué extraño es que el mundo aparezca en mí en virtud de la ignorancia, como la ilusoria plata en el nácar, la serpiente en la cuerda y el espejismo en los rayos del sol.
El mundo ha nacido de mí mismo, en mí existe, en mí se disuelve; del mismo modo que los cántaros vuelven a la tierra, las olas al agua y los brazaletes al oro.
Pese al cuerpo y a sus propiedades, soy Uno. No voy a ninguna parte, no vengo de ninguna parte, permanezco en mi Sí, llenando todo el Universo.
Yo no soy el cuerpo y el cuerpo no es mío. Soy pura Conciencia. Mi única servidumbre es mi deseo de seguir viviendo como entidad separada.
Soy el océano ilimitado en el que, cuando el viento del espíritu se levanta, nacen los mundos como las olas en el mar.
Cuando el viento del espíritu muere en el océano de mi Ser, entonces el barco del Universo zozobra con su pasajero.
¡Cuán extraño es que en mí, océano ilimitado, se levanten como olas las individualidades! Se cruzan y juegan por un tiempo, luego desaparecen según sus naturalezas respectivas!
EJERCICIO nº 5.
El sabio que ha conocido la verdad sobre el Sí (sí mismo), juega el juego de la vida, y no existe semejanza entre su manera de vivir y la de los engañados que viven el mundo como simples bestias de carga.
El que conoce la verdad, no está afectado por el vicio y la virtud, así como el cielo no es afectado realmente por el humo que lo oculta, aunque parezca que así es.
El que conoce la Verdad, el Mahâtma, que ha aprendido que el Universo no es sino su propio Sí, vive libre.
De las cuatro clases de seres creados, desde Brahma hasta una brizna de hierba, sólo el sabio, renunciando al deseo y la aversión, sabe que todo es Brahman.
No tienes vínculo con nada, eres puro. ¿A qué hay que renunciar? Destruye la identificación con el cuerpo y la mente, y entra en el estado de nóumeno
Así como las burbujas surgen en el océano, así surge el universo en el Sí. De este modo, conocimiento que el Sí es todo, entra en el estado de nóumeno.
Permanece igual en el placer y en el dolor, en la esperanza y en el desespero, en la vida y en la muerte. De este modo, entra en el estado de nóumeno.
EJERCICIO nº 6.
Soy infinito como el espacio, el mundo fenoménico es como una vasija. Esto es verdadero conocimiento.
Por ello, el mundo (conjunto de fenómenos) no ha de abandonarse, aceptarse o negarse.
El mundo como conjunto de cosas y personas que se dan por existentes y objetivas, no es real, por tanto no hay que darle la menor importancia. En cambio, el mundo como manifestación del absoluto debe aceptarse sin la menor objeción.
Soy como el Océano en el que los mundos son olas. Esto es el verdadero conocimiento, y el abandono, el cumplimiento o la negación no tienen sitio en él.
Soy como el nácar, y el mundo imaginado es como la plata ilusoria que en el nácar hay. Esto es verdadero conocimiento que no admite ni abandono, ni cumplimiento, ni negación.
Estoy en todos los seres, y todos los seres están en mí. Esto es el verdadero conocimiento que no admite ni abandono, ni cumplimiento, ni negación.
EJERCICIO nº 7.
-Busca en el interior, todo miedo y toda duda desaparecerá; desaparecerán también todos los otros pensamientos centrados en torno del ego.
-Todo reposa sobre el convencimiento de que eres una entidad independiente y separada. Examina ese convencimiento cuidadosamente, porque está en la base de todas las aflicciones.
Es como una piel que te separa de la realidad. La realidad es a la vez interior y exterior a la piel; pero la piel no es en ella misma real.
-La idea de que el “ego” es una entidad separada, no nace contigo. Viene más tarde y es debida a tu identificación con el cuerpo.
Ha creado la ilusión de una separación donde no existe ninguna. Ha hecho de ti un extranjero en tu propio mundo y ha vuelto a ese mundo hostil para ti.
-Considera de donde proceden los pensamientos y para quién trabajan. Es para el ego. Sumérgete en el ego y busca su fuente. El ego desaparecerá. Cuando descubras la fuente verdadera, el ego no puede manifestarse más y desaparece.
-Los pensamientos implican la dualidad de sujeto y objeto. El Ser-Conciencia no es dualista. Es sólo, único. Es absoluto. Es puro. No hay dos yo, uno de los cuales conoce al otro. La dualidad no surge del Ser-Conciencia que es único y solo; surge de la vida del ego, es su característica fundamental.
-Encuentra tu Ser-Conciencia. Estáte con él, escúchalo, obedécele, manténlo siempre presente al espíritu. No precisarás otra guía.
-Presta atención a la atención; estáte presente a tu propia presencia.
-Para conocerte no tienes que practicar nada. Para conocerte, sé tú mismo. Para ser tú mismo, cesa de imaginar que eres esto o aquello. Sé solamente. Deja que tu verdadera naturaleza emerja. Mírate, mira tu propia existencia.
EJERCICIO nº 8.
Hay servidumbre cuando la mente desea algo, cuando se aflige por algo, cuando acepta o rechaza algo sintiendo alegría o ira.
Hay liberación cuando la mente no desea nada ni se aflige, no se encoleriza ni se alegra por nada, no acepta ni rechaza nada.
Hay servidumbre cuando la mente está apegada a cualquier percepción de los sentidos; hay liberación cuando no lo está.
Cuando hay “yo” hay servidumbre, cuando no hay “yo” hay liberación. Sabe que esto es la verdad, y no rechaces ni aceptes nada.
Esa es la verdad, permanece como puro testigo, sin buscar ni rechazar nada.
EJERCICIO nº 9.
El desapego y el conocimiento son las llaves de la liberación.
Abandona los dos grandes enemigos, el deseo de gozar y el deseo de prosperidad mundana, cargados ambos del mal, así como la servidumbre a las buenas obras.
Ni el placer, ni la riqueza, ni la benevolencia traen la libertad, sólo el conocimiento es liberación total.
Considera a amigos, bienes, riquezas, palacios, esposas, dones y otras cosas buenas, como un sueño o un espectáculo mágico que no dura sino tres o cinco días.
Sabe que donde está el deseo allí está el mundo. Nutrido de firmes sentimientos de no-apego, libérate del deseo y sé feliz.
El deseo constituye la única servidumbre; librarse de él es la liberación. Cultivando la indiferencia por los objetos del mundo, se obtiene la beatitud de la realización.
Cultivar la indiferencia es cultivar el apoyo en sí mismo y, desde ahí, la libertad y la objetividad.
Tú eres Uno, pura Conciencia. El mundo es inerte e irreal. Incluso la ignorancia es inexistente. Así pues, ¿qué deseo puedes alimentar?
Termina con las riquezas, los deseos, las buenas y piadosas acciones; no dan ningún reposo a la mente en la oscura selva del mundo.
Ni el placer, ni la prosperidad, ni las buenas acciones liberan la mente y el corazón, por el contrario, someten y esclavizan.
EJERCICIO nº 10.
“No soy el cuerpo, ni el cuerpo es mío. Yo soy la Conciencia misma”. El que ha logrado este conocimiento, ha alcanzado el estado de lo Absoluto y cesa de pensar en lo que ha hecho, y en lo que no ha hecho.
Puesto que es así, ¿qué importa lo que hecho o tenga que hacer?
“En verdad, todo es mi propio Sí, desde Brahma hasta una brizna de hierba”. Esta convicción libra del deseo y de la imaginación, y da pureza y serenidad. Razonando así, un hombre no se preocupa más de lo que ha sido alcanzado o de lo que queda por alcanzar.
Aquel que está convencido de que este Universo múltiple y maravilloso no tiene existencia real, se libera del deseo, es pura Conciencia, y halla la paz en el conocimiento de que nada es real.
Quien sabe esto, se libera del deseo. Ese conocimiento es la liberación.
Permanece sólo como testigo.
Primero abandoné la acción física, luego las palabras y pensamientos excesivos; ahora permanezco en paz.
Se necesita la concentración cuando la mente está distraída por falsas identificaciones; dándome cuento de esto, permanezco en paz.
EJERCICIO nº 11.
Tratar de pensar en el Sí, que está más allá del alcance del pensamiento, tan sólo es crear un nuevo pensamiento. Abandonando tal pensamiento permanezco en paz.
El conocimiento de la imperecedera Esencia convierte a un hombre mundano, activo y elocuente, en inactivo, silencioso y sabio. ¿Qué tiene de asombroso que los hombres que están apegados a los placeres de este mundo rehuyan la santa Verdad?
Ni tú eres el cuerpo, ni el cuerpo te pertenece; no eres ni el que actúa ni el que goza. Tú eres la Inteligencia misma, el eterno Testigo y libre por siempre. ¡Vive en la beatitud!
Deseos y aversión son atributos de la mente; la mente no te pertenece. Libre de intrigas y dudas, conócete a ti mismo como Inteligencia inmutable y vive en la beatitud.
Sabiendo que tu Sí es el Sí de todos los seres, y que todos los seres permanecen en el Sí, desembarazado del egoísmo y del sentimiento de lo mío y lo tuyo, vive en la beatitud.
Tú eres esa Inteligencia en la que los mundos se levantan como olas en el mar; libérate de la fiebre de la dualidad, y vive en la beatitud.
EJERCICIO nº 12.
El cuerpo es movido por los Gunas; viene, permanece y se va. El Sí no viene ni va; no hay motivo de aflicción.
Aunque tu cuerpo dure hasta el fin de una edad del mundo o perezca hoy, nada se le puede añadir o quitar a tu Sí, que es pura Conciencia.
En tu Sí, el infinito océano, los universos surgen y declinan por su propio movimiento, como olas. Deja que surjan o caigan, no pueden afectarte.
¿Cómo puede haber nacimiento, acción o aun sentimiento de individualidad en ti que eres tranquilo siempre y, por naturaleza, pura Conciencia?
En todo cuanto es manifestado, sólo tú apareces (te manifiestas). Brazaletes, anillos y sortijas hechos de oro no son sino oro.
Renuncia a distinciones como “yo soy esto”, “yo no soy esto”. Sabe que todo es tu propio Sí y, libre de deseos, sé feliz.
El mundo es el resultado de la ignorancia de tu propia naturaleza; en realidad, sólo tú eres. No hay ni jîva ni Ishvara, nada sino tú mismo.
EJERCICIO nº 13.
En el océano del mundo, Uno solo era, es y será. No hay ni servidumbre ni liberación en ti. Vive en perfecta felicidad, y en la conciencia de que todo está realizado.
No turbes tu mente para adquirir o abandonar lo que sea. Permanece en la beatitud de tu propia naturaleza.
Abandona la meditación; no guardes nada en tu mente. Tú eres libre, y la beatitud misma; ¿qué quieres realizar por medio del pensamiento?
Utiliza tu mente para comprender, pero no creas que vas a adquirir nada con el pensamiento.
Hijo mío, el estudio y discusión de diferentes filosofías no van a consolidarte en el Sí. Olvídalo todo, y sé feliz.
Todos son afligidos por causa de sus esfuerzos. ¡Ay! Esto no lo comprende nadie; pero el que es sabio realiza su emancipación por esta misma enseñanza.
EJERCICIO nº 14.
Cuando la mente está libre de “he hecho esto y aún he de hacer aquello”, trasciende el deseo de los méritos religiosos, de las prosperidades en este mundo, de los goces sensuales y aun de la liberación, le pertenece la verdadera felicidad.
El que desdeña los objetos de los sentidos está desapegado, el que está obsesionado por los placeres de los sentidos sufre apego; pero el que nada rechaza ni nada acepta no está ni apegado ni desapegado.
La actividad engendra apego, la renunciación produce aversión; pero el hombre sabio vive como un niño, libre de los pares de opuestos.
El que está apegado al mundo, desea renunciar a él para evitar el sufrimiento, pero el Sabio, que no tiene apego, no sufre ni en el mundo.
El que mantiene la sensación de su “yo”, aun para la liberación, y conserva la identificación con el cuerpo, no es ni un sabio ni un aspirante espiritual; su suerte es el sufrimiento.
Aunque Shiva, Vishnú o Brahma te instruyan, a menos que consideres irreal al mundo y apartes todo sentimiento de egoísmo, no te consolidarás en tu propia naturaleza.
EJERCICIO nº 15.
Quien conoce la Verdad no sufre ni interior ni exteriormente, pues sabe que él solo llena el universo.
En el mundo se encuentran los que ardientemente desean los goces mundanos y los que ardientemente desean la liberación, pero rara es la gran alma que no desea ardientemente ni los placeres ni la liberación.
Se trata de un hombre iluminado que no está apegado ni a la virtud, ni a la prosperidad, ni a los placeres de los sentidos, ni siquiera a la liberación, y es indiferente a la vida y a la muerte.
Aquel que conoce este Conocimiento espiritual, cuya mente está absorta en la contemplación y está satisfecho, vive en la beatitud viendo, oyendo, tocando, oliendo o comiendo.
Conoce y es feliz viendo, oyendo, tocando, comiendo, actuando.
Viendo, oyendo, tocando, oliendo, comiendo, adquiriendo, hablando y andando, el gran hombre por encima de la acción y la inacción, está verdaderamente liberado.
EJERCICIO nº 16.
El hombre liberado siempre está arraigado en su propia naturaleza, y es puro de corazón, liberado de los deseos en toda circunstancia.
Si ve a una mujer llena de amor o ve acercarse la muerte, permanece imperturbable, arraigado en su propia naturaleza. En verdad, ha hallado la liberación.
El sabio sereno reconoce que todo es homogéneo y no percibe ninguna diferencia entre placer y dolor, hombre o mujer, prosperidad y adversidad.
El hombre liberado no tiene ni aversión por los objetos de los sentidos, ni deseo ardiente. Desapegado para siempre, es indiferente a lo que se alcanza y a lo que aún hay que alcanzar.
El hombre sabio que ha adquirido la vacuidad mental no está ni interesado por la contemplación ni por su ausencia. Está consolidado en el Estado Absoluto, y ha transcendido el bien y el mal.
Desprovisto del sentimiento de “Esto es mío” y “Yo soy esto”, y sabiendo con certidumbre que nada objetivo existe en realidad, aquel que conoce la Verdad está en paz consigo mismo mismo, habiéndose apaciguado sus deseos. Aunque parece actuar, no se compromete en la acción.
Inactiva la mente y liberado de la ilusión de la inercia, el hombre con Conocimiento de Sí experimenta un estado indescriptible.
EJERCICIO 17.
Salutación a Aquel que es beatitud, paz, luz, con cuyo primer destello de conocimiento
desaparece como un sueño toda ilusión con respecto al Universo fenoménico.
Adquiriendo numerosas riquezas, se disfruta de los innumerables placeres de este mundo,
pero para conocer la verdadera felicidad, hay que renuncia a ello.
Aquel cuyo corazón es quemado por el agobiante sol del deber,
no experimenta la felicidad hasta que su mente ha adquirido la serenidad.
El Universo no es más que una modalidad del pensamiento;
en realidad, no tiene existencia.
Aquellos seres que están liberados de esa ilusión, son inmortales,
identificados con la Realidad,
que es luminosa y no precisa de soporte para Su existencia.
La naturaleza del Sí es absoluta, inmutable, sin mancha.
No está distante ni se la puede alcanzar. Esa es la verdad.
Para aquellos que han conocido al Sí, la ilusión se ha disipado,
y la luz del puro Conocimiento brilla a través de ellos;
sus miserias han acabado y viven en la beatitud.
EJERCICIO nº 18.
Las ideas como: “yo soy esto” y “yo no soy aquello” se acaban con la convicción de que todo es el Sí. El Yoghi, habiéndolo comprendido, se vuelve silencioso.
La posesión del cielo o la indigencia, ganancia o pérdida, compañía o soledad, son idénticos para el Yoghi que ha comprendido que su naturaleza está libre de todas las condiciones.
El Yoghi que ha trascendido la idea de dualidad, como “he hecho esto, aquello queda por hacer”, encuentra carente de sentido el ritual, la prosperidad material, el goce sensual o la discriminación.
El Yoghi que es liberado mientras se encuentra aún con vida, ya no tiene deberes que cumplir, su corazón no está apegado a nada; sus acciones en este mundo son sólo apariencias.
Aquel que ha conocido a Brahman medita sobre “yo soy Brahman”, ¿sobre qué podría meditar aquel que no ve ninguna dualidad?
EJERCICIO nº 19.
Aquel que experimenta la suprema felicidad de su propia naturaleza, y cuya mente es siempre sosegada y pura, no tiene necesidad de renunciar, no siente la falta de nada en sí mismo.
Para aquel que ha trascendido el mundo de las apariencias por el recto conocimiento no hay ni alegría ni tristeza. Con la mente serena, vive como si no estuviese ligado a su cuerpo.
Aquel que ha adquirido el estado natural de la vacuidad de pensamiento puede actuar como le place; no le afecta ni el honor ni el deshonor como al hombre corriente.
Quien tiene un pensamiento así, ¿qué le importarán las opiniones humanas?
Quien piensa así, actúa libre, porque no siente su corazón atado a ningún deseo ni ningún temor.
Aquel que actúa en conformidad con pensamientos tan puros como “el cuerpo actúa, no el Sí”, aunque parece actuar, no actúa.
Este hombre de paz, más allá de la distracción y la contemplación, no aspira ni a la liberación ni al encadenamiento. Sabiendo que el universo es una ilusión aunque lo percibe, permanece en el estado absoluto.
Aquel que sigue siendo egoísta es mentalmente activo incluso cuando está en reposo; pero el hombre sabio que se ha liberado del egoísmo es incapaz de pecado o malas acciones.
El que ha callado su egoísmo, aunque actúe, no actúa.
EJERCICIO nº 20.
El hombre ignorante está desorientado al oír hablar de la Verdad espiritual, pero el hombre sabio, al oír hablar de la Verdad, retira su conciencia en sí mismo aun cuando ofrezca la apariencia de un tonto.
Aquellos que ignoran la Verdad practican concentración y disciplina, pero los sabios que han encontrado el Atman Infinito en sí mismos, están siempre satisfechos y ya no reconocen ninguna causa para la acción.
Tanto si lleva una vida de acción, como si se retira del mundo, el hombre ignorante no halla la paz espiritual, mientras que el Gnóstico descubre la Verdad y se vuelve por siempre feliz.
Aunque estén entregados a diversas prácticas, los hombres no reconocen el Sí, que es la Inteligencia, eternamente puro, amado, perfecto, que trasciende al Universo cambiante y está liberado de todas las condiciones.
Un hombre ignorante no alcanza la liberación, aun practicando asiduamente la concentración; mientras que el bendito es siempre libre y está liberado de toda actividad, gracias al conocimiento espiritual.
El hombre ignorante no realiza Brahman, pues todavía lo desea conocer. El hombre sabio, por su parte, realiza la naturaleza del Brahman Supremo sin desearlo.
EJERCICIO nº 21.
No hay paz espiritual para el ignorante, pues la desea y la busca en el mundo exterior; los sabios la realizan interiormente como “siempre alcanzada”, y están en paz.
¿Dónde está el Conocimiento de Sí para aquel que depende de las cosas exteriores? Sin hacer caso del mundo, el sabio contempla el Sí inmutable.
Los ignorantes que se esfuerzan por controlar su mente no lo consiguen jamás; pero los sabios cuyo máximo deleite está en el Sí, lo alcanzan sin esfuerzo.
Es raro el que no concede ninguna importancia a los fenómenos y saborea la paz.
Aunque aquellos que tienen poca inteligencia consideren al Atman como sin-segundo e indiferenciado, sin embargo, bajo el efecto de la ilusión de la relatividad, no lo llegan a comprender, y a lo largo de toda su vida permanecen sometidos al sufrimiento.
El conocimiento meramente conceptual es inútil para alcanzar la paz.
EJERCICIO nº 22.
Aquel que ha apartado la duda y cuya mente está absorta en el Sí, ya no busca los medios de liberarse. Viendo, oyendo, tocando, oliendo y comiendo, vive feliz en el mundo.
La independencia (con respecto al deseo y a la aversión) es el medio de liberarse, de ser feliz y estar en paz. El supremo estado de conciencia también se obtiene por medio de la independencia.
Todas las modificaciones de la mente se disipan cuando un hombre comprende que él no es ni el que actúa ni el que goza.
A veces los sabios de intelecto liberado, que han trascendido la mente y en nada está limitados, se divierten en pasatiempos varios, y a veces se retiran a las profundas cavernas de las montañas.
Ningún deseo surge en el corazón del sabio al ver a un venerable brahmín envuelto de respeto, o a un dios, o un lugar sagrado, o a una mujer, o un rey, o un ser querido.
Aunque parezca experimentar placer, no lo experimenta; aunque parezca sufrir, no sufre. Sólo los que han realizado la condición suprema pueden conocer este estado.
EJERCICIO nº 23.
El hombre poco iluminado, incluso cuando no hace nada, está agitado; mientras que el sabio iluminado permanece sereno incluso cuando cumple los deberes de este mundo.
El hombre de intelecto sereno es feliz en la vida cotidiana, duerma, actúe, hable o coma.
Hasta la vida pasiva e introspectiva de un hombre engañado crea actividad, Mientras que la vida de acción del sabio produce la inactividad.
El sabio, como un niño, aun si parece ocupado en la acción, está perfectamente desapegado; sin móvil, no se identifica con el trabajo en el que aparentemente está ocupado.
Para los sabios, siempre sosegados e infinitos como el espacio, ¿dónde está el reflejo del Sí, dónde está el mundo, dónde el medio y dónde el fin?
El iluminado, que sabe con certidumbre que el mundo no es otra cosa que el producto de la ilusión y no existe en realidad, y que conoce lo inexpresable, goza de la paz natural y de la beatitud.
-y el conocimiento, capaz de generar certeza plena, de que “Eso no-dos” es lo único real, es la beatitud y la paz.