ÁNGEL CRESPO Y ANTONIO COLINAS, dos poetas

Ángel Crespo Antonio Colinas
 
La realidad entera
El misterio no dice:
se muestra, y contemplarlo
es prodigioso oficio, pues se hace
la mirada interior una con él
aunque a sí misma no pueda mirarse.

No es renuncia ni entrega contemplar
-mas sin intentar poseerla-
la realidad entera silenciosa
cuya superficie nos muestra
un paisaje parejo al interior
mostrarse de su abismo

-en el que las palabras se transmutan
en miradas: para aceptar
lo que, al estar oculto, más se muestra

No son visiones

No son visiones, es la realidad
que el tiempo me desnuda de las redes
que la envolvían sin romper sus mallas:
y no corto uno solo de los hilos
que, enmarañados o anudados
con sutil arte, me iban envolviendo.

Así yo la desnudo y me desnuda
la verdad –lo aparente a lo aparente-
y sólo un dios propicio y transitorio
evita –dos espejos enfrentados-
su destrucción, la mía.

El nuevo dios
En esta luz que invade al aire hay tanta
belleza manifiesta, e ilumina
de tal modo las cosas, y a sí misma
tan sin tasa se alumbra,
que colma el corazón, como a los ojos,
de todos los deseos que son méritos
que los dioses aceptan::
Tantos son
que a quien en su interior los acumula
miran como a inmortal los inmortales
-y temen que los prive de esta luz
que encela a su belleza el nuevo dios.

Descenso a la mansedumbre
¡Cómo revela el mar la mansedumbre!
Aquí en la playa, donde están los límites
verdaderos del ser
-los de la tierra, el mar, el cielo-,
todo és infinito.
Mansa es el agua y mansas son las rocas,
y hasta la noche que desciende es mansa.

¿Qué nos queda teniéndolo ya todo,
sino abatirnos y besar la luz,
o en ella deshacer nuestra palabra,
que debiera también
ser sólo mansa como el aire leve?
Nos cuesta demasiado a los humanos
ir fundiendo los labios y los ojos
en la luz de la tarde,
ir arrancando la raíz del mal.

Todo es manso en el mundo,
mas la vida en nosotros habrá de ser combate
hasta que la palabra recupere
fogosa mansedumbre.
A veces, con los ojos
húmedos de, mirar tanta belleza,
el cerebro también se torna manso.
Entonces, todo es sacro en su unidad,
uno con todo es la palabra mansa.

Y si el cuerpo osara levantar
su vuelo más allá, más allá todavía,
si los labios callasen para ser
ocaso en el ocaso,
si oyésemos rendidos el silencio,
el mundo sería al fin hoguera de lo manso.

 


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