8.
(A partir de: Viaje a Ixtlan, c.12: Una batalla de poder)
Hay mundos sobre mundos, aquí mismo frente a nosotros. (190)
No te esfuerces queriendo resolverlo todo. El mundo es un misterio. Esto, lo que estás mirando, no es todo lo que hay. El mundo es inacabable. Cuando estás buscando la respuesta, lo único que haces en realidad es tratar de volver familiar el mundo. (192)
Un cazador de poder vigila todo. Y cada cosa le dice algún secreto. (188
Ÿ 1.
Echemos un vistazo al día de hoy. ¿En algún momento hemos vivido con conciencia de «misterio»? (la vida, lo que nos rodea, los otros, nosotros mismos…)? ¿Con conciencia de que «hay más»? ¿Con conciencia de la improbabilidad de todo, con conciencia de la excepcionalidad de cada instante y de cada ser? ¿Con conciencia del infinito que nos rodea en todas las direcciones?
Un vistazo con calma al día: cómo lo hemos vivido. Familiar, cotidiano, rutinario, ¿o impregnado de maravilla? Si hemos vivido momentos de sorpresa o maravilla, no los pasamos por alto, tomamos conciencia de ellos, los valoramos.
Ÿ 2.
Un cazador de poder vigila todo. Y cada cosa le dice algún secreto. (188)
Trabajaremos este rato para mirar este momento con ojos de «cazadores de sabiduría», para hacernos más conscientes de los «mundos sobre mundos» que hay aquí mismo, en este momento. Con nosotros mismos. Podemos hacer el ejercicio en dos partes:
– Primero, llevando toda la atención cada uno hacia sí mismo.
– Después, repetimos el ejercicio centrando la atención en alguna otra persona.
En ambos casos,
– Primero dejamos aflorarlas ideas que tenemos; tomamos consciencia de que funcionamos y nos relacionamos desde identificarnos (e identificar las personas) con un yo, una «personalidad», una historia personal. Es lo que percibimos de una forma automática. Tomamos conciencia de ello.
– Después procuramos dejar esta perspectiva automática de lado, y nos vamos mirando, nos vamos repasando, desde la perspectiva de una existencia sin límites, inexplicable…
Como trampolín para orientar la mirada, unos textos que nos pueden ayudar:
Mi cuerpo y mi psique, como mi pensamiento y mi sentir, son un río que viene de lejos y va lejos.
Mi realidad verdadera son mis raíces que se pierden en el origen de la vida y del cosmos en un misterio indescifrable para nuestra capacidad de concebir.
Soy una floración de la fuerza de la vida. Soy la presencia momentánea del poder creativo de la vida.
Soy una exhibición de la inconcebible complejidad de las tramas de la vida.
Soy un juego frágil de la complejidad y delicadeza del saber de la vida.
Soy la manifestación clara, aunque brevísima, de la inteligencia del misterio de lo que existe.
Soy la evidencia clara de que el misterio del cosmos es capaz de sentir y comprender como mi carne.
La luz de la conciencia cruza mi cuerpo como el sol atraviesa un cristal. Mi conciencia es tan mía como las estrellas, tan mía como el sol del mediodía.
Soy la presencia inmediata y clara del poder, de la infinita capacidad creadora, de la inteligencia inagotable, de la complejidad sin fin del misterio de lo que hay.
(M. Corbí. Por los caminos del silencio, p. 61-62)
Poco a poco, dándonos tiempo para que cada afirmación nos impregne; nos damos tiempo para mirarnos desde la perspectiva hacia la que apuntan.
Cuando ya hayamos hecho lo posible, volvemos a hacer el ejercicio dirigiendo la atención hacia otra persona.
Ÿ 3.
Un guerrero jamás vuelve la espalda al poder sin pagar los favores recibidos. No puedes dejar estos montes desolados sin dar las gracias. (195)
Démonos también un tiempo para que el agradecimiento surja a la superficie.