11.
(A partir de: Viaje a Ixtlan, c. 18-20)
– El arte del guerrero es equilibrar el terror de ser hombre con el prodigio de ser hombre. (365)
El terror: el peso de las incapacidades, miedos, limitaciones…
El prodigio: poder vivir bajo el impacto de la fragilidad de todo, la fragilidad, la maravilla, el prodigio de la existencia …
-> Saborearlo. Hacer crecer, alimentar este «sentir»…
¿Cómo?
Alimentar el convencimiento; la comprensión de lo que nos jugamos.
Alimentar la vivencia de la diferencia entre pasar la vida «matando el tiempo» o vivir saboreando la presencia de cada momento:
Mi júbilo y mi alegría fueron tan grandes… Don Juan tenia razón. Yo vivía en un mundo lleno de misterio y, como todos los demás, era un ser lleno de misterio. (342)
Acostumbrarnos a «hacer pie» en el maestro interior, en «el aliado»: en aquel nivel de certeza, de saber, de fuerza, que ya somos, que está aquí, en nosotros, y no es nuestro bla-bla-bla…
Si no andamos ocupados en nuestros “rollos mentales”, todo puede ser «aliado», cualquier persona o situación es una oportunidad, una ayuda.
No interponer filtros a lo que aquí se dice y se muestra. Entonces todo es transparente, todo me dice, todo me enseña. En el interior, es como «la voz del maestro interior».
No faltan obstáculos. Pero la fuerza interior también está ahí. Habrá que darle ‘espacio’, para poderla reconocer, prestarle atención, dejarse guiar por ella…
…por lo general andamos demasiado ocupados, o preocupados, o estúpidos y perezosos, para darnos cuenta de nuestro centímetro cúbico de suerte. Un guerrero, en cambio, siempre está alerta y duro y tiene la elasticidad, el donaire necesario para agarrarlo. (323)
* * *
Dedicaremos este rato a tomar mayor conciencia de ello, sobre todo al reconocimiento de esa fuerza interior, siempre presente.
El maestro es la Realidad, lo demás sólo son sombras. Busca en ti y le encontrarás. Comprenderás que constantemente estás en comunión con él. No es un ser. Es el ser de todos los seres. (Nisargadatta Marahaj)