La necesidad ineludible de la calidad humana y la calidad humana profunda en las sociedades en tránsito rápido y en las sociedades de conocimiento por Marià Corbí

Introducción

Vamos a reflexionar sobre la necesidad ineludible de la cualidad humana (CH) y la cualidad humana profunda (CHP) en las sociedades de conocimiento. Lo que se diga de ellas vale también para todas las sociedades en tránsitos rápidos de unos modos de vida a otros: tránsitos de sociedades preindustriales a industriales, de industriales a sociedades de conocimiento.

Todas las sociedades de la tierra están en estos tránsitos rápidos, porque la llegada y globalización de las sociedades de conocimiento, innovación y cambio continuo son como un destino inevitable para todos los humanos de la tierra. Nadie podrá librarse de ellas porque unos vivientes necesitados y frágiles como nosotros no pueden ignorar las enormes ventajas que las sociedades de conocimiento aportan a nuestra sobrevivencia y fragilidad.

Supuesta esta situación, todas las sociedades tendrán que pasar desde donde estén a las sociedades de conocimiento. No es necesario ni aconsejable recorrer todos los estadios intermedios. Se pueden evitar; ya ha habido pueblos que han pasado de sociedades preindustriales, incluso primitivas, a sociedades de conocimiento, y otras lo están haciendo en Asia.

Las sociedades de conocimiento han impuesto a todos los pueblos de la tierra, quieran o no quieran, lo acepten a gusto o resistiéndose todo lo posible, una aceleración de las transformaciones de sus modos de vida, como jamás había ocurrido en la historia de las civilizaciones y sus transformaciones.

Por tanto lo que se dice de las sociedades de conocimiento debería afectar a todos los pueblos de la tierra, porque a todos ellos compete el destino inevitable que suponen las sociedades de conocimiento. Se puede afirmar que todos están ya afectados por ese destino, algunos para bien y la mayoría para mal.

Hablaré sólo de las sociedades de conocimiento, innovación y cambio continuo, sociedades que viven de la creación continua de ciencias, tecnologías, nuevos productos y nuevos servicios. Pero todos los pueblos de la tierra convendrían que se hicieran un proyecto axiológico colectivo que condujera a su transformación, lo antes posible, en sociedades de conocimiento, esté donde esté su sistema de sobrevivencia.

Los pueblos que ignoren la necesidad urgente de esa transformación, o se opongan a ella o sean perezosos, lo pagarán caro, y al final tendrán que optar por realizar ese cambio o quedar en la marginación y la pobreza.

Este tipo de transformación no exige que se renuncie al peculiar espíritu de cada cultura. Hay que intentar comprender que el alma de las culturas puede tener cuerpos muy diversos. Lo profundo del espíritu de las culturas puede convivir con diversos tipos de modos de sobrevivencia.

No hay que someterse a nadie ni imitar a nadie, sólo se necesita hacer propias las ciencias, las tecnologías, incorporarse, lo mejor que se pueda, a los procesos de su creación para aprovechar todas sus ventajas.

Si hay un proyecto axiológico colectivo adecuado, esa transformación, por más grande que sea, puede hacerse en una generación. Ya tenemos antecedentes muy brillantes de este tipo de tránsitos.

La CH, la CHP como indagación libre.

Empezaremos por definir qué es la CH (cualidad humana) y qué la CHP (cualidad humana profunda).

La CH es la conciencia de vivir y cultivar nuestro doble acceso a la realidad: el de la dimensión relativa a nuestras necesidades y el de la dimensión no relativa a esas necesidades o dimensión absoluta.

La CHP es vivir y cultivar la lucidez de nuestras dos dimensiones de lo real para residir, en definitiva, en la dimensión absoluta. Residir en esa segunda dimensión proporciona aceptación de la realidad tal como viene, incluida la muerte, fin del temor, paz, amor y veneración por toda criatura, no sentir nada ajeno, unidad. Esto es lo que dicen los sabios de quienes ponen su lugar de identidad en la dimensión absoluta de nuestro acceso a lo real.

La CHP es lo que nuestros antepasados llamaron “espiritualidad”. No adoptamos este término “espiritualidad” porque corresponde a una antropología de cuerpo/espíritu que ya no es la propia de las nuevas sociedades.

La diferenciación entre la CH y la CHP es sólo de diversos grados de radicalidad. Las dos trabajan con los mismos medios (con el interés, el distanciamiento, el silenciamiento; la indagación, la comunicación y el servicio) IDS-ICS. La CH usa esos medios bajo condiciones puestas por el ego, y la CHP los usa sin condiciones.

Individualmente la CH es independiente de la CHP, colectivamente no puede ser así. El manejo de todo nuestro aparato científico-técnico sin cualidad honda, resulta ser un peligro para humanos y no humanos. Más tarde hablaremos de los posibles usos de IDS-ICS.

Afirmamos que la CHP, la espiritualidad, en las sociedades de conocimiento tiene que ser una indagación libre, no podrá ser de otra manera. Tendremos que exponer qué entendemos por “indagación libre”.

Veamos primero lo que la espiritualidad como sumisión, que es como se ha vivido en el pasado. Es sumisión total a la revelación, a mandatos, preceptos, leyes, consejos. Es obediencia a la autoridad divina a través de su mesías, sus mensajeros, sus representantes jerárquicos. Es entrega completa a la divinidad, que es una forma de rendimiento sumiso a ella. Es confianza plena en Dios que, también, es una forma de sumisión sin condiciones.

Es servir a los hermanos con entrega e interés total, con el silenciamiento de todo reclamo de beneficio propio o agradecimiento, porque Dios así lo quiere.

Se practica la sumisión como una forma de morir a sí mismo. Ignacio de Loyola hablaba de estar en manos de Dios y sus representantes “como bastón de hombre viejo”.

En este contexto no se propone la espiritualidad como una indagación y no se la puede concebir como una indagación libre. Se concibe y propone la indagación de la voluntad de Dios en todo, como forma adecuada de vivir la dimensión absoluta (DA), pero nunca como creatividad.

Podemos decir que se vive la espiritualidad, la CHP, concebida, en todos sus aspectos, como una sumisión radical a Dios y sus representantes.

Dentro de esta concepción no se tiene en cuenta, se sacrifica, la creatividad en la organización de los grupos espirituales, la creatividad en el comportamiento, en la axiología y en la espiritualidad misma, porque todo debe quedar enmarcado en una ortodoxia que se pretende fijada e intocable. En todo esto hay variedad pero siempre dentro de la sumisión y los cuadros fijos establecidos, de acuerdo con sociedades que deben bloquear todo cambio de importancia.

Se trata de una sumisión radical, que equivale a morir a sí mismo, para servir a Dios en los hermanos. Eso abre a los fieles al amor y al reconocimiento de la dimensión absoluta de lo real, movidos y motivados por las narraciones sagradas y los mitos, tomados siempre desde la epistemología mítica. Sólo Dios da la gracia para servirle.

El riesgo de este planteo, que no es una especulación, es que desde él puede vivirse la espiritualidad de una forma voluntariosa y seca, porque se excluye toda indagación con la mente y el corazón que no sea escudriñar la voluntad de Dios en todo, para someterse a ella.

Antes de intentar aclarar lo que es una espiritualidad como indagación libre, tendremos que recordar brevemente la antropología de la que partimos.

Debido a nuestra condición de vivientes constituidos como tales por el habla, nuestro acceso a la realidad está bifurcado: tenemos un acceso relativo a nuestras necesidades, es nuestra dimensión relativa (DR) y un acceso no relativo a esas necesidades o absoluto, gratuito, es nuestra dimensión absoluta (DA).

Esta bifurcación en nuestro acceso a la realidad no es debida a nuestra condición espiritual o religiosa, sino a nuestra condición de vivientes flexibles, sin una naturaleza fijada, que debemos terminar de construir nosotros mismos en cada nuevo modo de sobrevivencia.

El doble acceso a lo real y el acceso a la DA tiene primariamente voluntad biológica; eso no es impedimento para que esa doble dimensión abra a la DA como la mejor posibilidad de nuestra especie, para navegar por ese mar sin fin.

La espiritualidad como indagación libre excluye todo rasgo de sumisión, si no es al espíritu, eso sutil in objetivable, a la verdad que no es una formulación, a Eso sin forma que está en todo y es todo. La indagación no de un ser trascendente y su voluntad, sino de esta realidad de acá, tal cual viene, de forma semejante a como en esto se indaga la belleza.

Es una indagación sin fin de la verdad no formulable; es indagación de lo que está más allá de todas nuestras construcciones de vivientes necesitados, pero en esas mismas construcciones y no más allá de ellas o por debajo de ellas. Se indaga “eso no dual”, hecho dualidad y pluralidad por nuestra modelación necesaria de seres necesitados. Se indaga la DA en la DR a nuestra necesidad, hasta encontrar al “sin forma” de toda forma.

Esa indagación es libre, sin sumisión a nada formulable, nombrable, porque si se formulara o nombrara nos clavaría en el mundo relativo de las formas. Esa indagación se emprende libre de sí mismo, libre de todo deseo incluso del más noble, de todo recuerdo y expectativa. Sin sumisión ninguna de la mente y del corazón, sin amarrarse a norma alguna, aunque para no escandalizar y por sociabilidad las cumpla.

Esta indagación libre no se hace en solitario, sino en comunión con los maestros del espíritu y con los compañeros de camino.

Todas las palabras son libres e ineptas para acercarse a la dimensión absoluta, y la dimensión absoluta es libre toda palabra, no se liga a ninguna.

Por su carácter de dimensión absoluta, no relativa a nada, no entra en relación con nada ni nadie. Puesto que no entra en relación, no es objetivable. Si no es objetivable y representable, de la manera que sea, es libre de las palabras. Ni por voluntad propia, si es que fuera posible hablar así, puede la DA ligarse a unas palabras más que a otras. Ningún discurso enmarca o describe a la DA, ni la DA está ligada a ningún tipo de discurso.

Las tradiciones que afirman lo contrario, lo hace por causa de la conjunción en una unidad de la DR y la DA en el proyecto axiológico colectivo, en el papel de las religiones como programadoras de la colectividad.

Los proyectos axiológicos colectivos de las sociedades preindustriales imponen un modo de vida que excluye los cambios, que es intocable. La intocabilidad se establece proclamando que el modo de vida que impone el proyecto axiológico colectivo es de procedencia divina.

Para que la religión, como proyecto axiológico colectivo, pueda cumplir con su misión, ha de ligar la DA a unas palabras, a un discurso: el revelado. Entonces las palabras no son libres con respecto a la DA y la DA tampoco es libre con respecto a las palabras. En lenguaje concorde con esos planteamientos diríamos que por voluntad propia, la DA se ha ligado a unas palabras, excluyendo todas las otras.

 

Lo que requieren las sociedades de conocimiento.

Las nuevas organizaciones de conocimiento, que deben manejar ciencias y técnicas amplias y sofisticadas, tienen que hacerlo en equipo, no hay otra posibilidad. En esos equipos cada uno de los miembros sabe lo que los otros no saben; y todos no saben lo cada uno sabe. Para hacer cualquier tarea o para tomar una decisión sobre algo, tiene que hacerse entre todos. Ninguno individuo aislado puede realizar la tarea, ni puede tomar sobre sí la responsabilidad de la decisión. Todo se hace y se decide entre todos.

Ninguno de los especialistas lo es de la gestión, coordinación, motivación y relación con el exterior del equipo. Ese será el papel del gestor, un especialista entre otros especialistas.

El gestor no es una autoridad, ni es el amo del equipo, es el que coordina y motiva la colaboración de las tareas que el grupo se propone. El gestor ha de preocuparse de que los miembros del equipo tengan CH suficiente para comprender que la confianza de unos en otros es la clave de la transmisión de información plena y sin reservas, que es la comunicación de lo más creativo de los saberes de las personas. La creación en equipo sólo puede hacerse desde esa comunicación.

Sin una CH notable, todos estos rasgos de las sociedades de conocimiento no se pueden cumplir.

 

La CH y la CHP son necesarias a las nuevas sociedades, no optativas.

Las sociedades de conocimiento son un destino inevitable para todos los pueblos de la tierra, que nos han legado nuestros mayores. Unos seres necesitados y frágiles como nosotros no pueden renunciar a las enormes ventajas que supone ese tipo de sobrevivencia colectiva a través de las ciencias y las tecnologías, en continuo crecimiento, ni pueden renuncia a los nuevos productos y servicios que continuamente crean.

Ese destino que nos ha sobrevenido, afecta a toda la humanidad, a todos los pueblos y a todos los individuos. Estamos en una época de tránsitos rápidos, y no pocas veces traumáticos, a causa de la proliferación y aceleración de las tecnociencias y a causa de la globalización de todos estos procesos.

Para construirnos modos de vida adecuados a esta situación, proyectos axiológicos colectivos, necesitamos de cualidad humana. Sin CH estos procesos son muy violentos y las nuevas sociedades son peligrosísimas, como ya lo estamos experimentando.

El gran problema de estas sociedades es que no pueden ser coordinadas mediante la sumisión, sino mediante la libre adhesión voluntaria.

La coordinación mediante la sumisión y la coerción no requería de CH. En ese sentido la CH resultaba optativa para los individuos. Podían tenerla o no, sin que eso supusiera un gran quebranto para el colectivo.

En las sociedades de conocimiento la CH no es optativa, porque la cohesión es por voluntariedad libre y no puede lograrse mediante la sumisión y la coerción.  La creatividad no acepta la sumisión y la coerción. Es la primera vez que esto ocurre en la historia humana.

Esta imprescindibilidad de la CH y la novedad que esto supone, requerirá medidas especiales para facilitarla para todo el mundo.

La CH es obligatoria para cada individuo, como lo son los conocimientos científicos o técnicos, en un grado u otro, de lo contrario se dañaría a los equipos a los que se pertenezca y a la sociedad entera. Es obligatoria, o mejor, no optativa porque no puede imponerse. La CH es necesariamente voluntaria, libre.

Este es un motivo de esperanza para la sociedad humana, que parece no poderse mover más que por la necesidad. Que la CH se haya convertido en una necesidad de sobrevivencia, es motivo de esperanza.

¿Seremos capaces de construir una sociedad así o continuaremos utilizando todos nuestros saberes para la explotación de unos grupos por otros y de todos explotando el medio?

 

La CH y la CHP son necesarias para la movilidad de las sociedades.

Las sociedades de conocimiento son sociedades de cambio continuo en todos los parámetros de la vida. Exigen que seamos libres de fijación en la interpretación de las realidades, de todas, en su valoración, en los comportamientos, en los modos de organizarnos, en las motivaciones, en los proyectos axiológicos colectivos, que nos construyamos al paso de las transformaciones que provocan constantemente las nuevas tecnociencias y sus consecuencias en productos y servicios.

Para ser libres en todas estas dimensiones no podemos hacer pie únicamente en la DR de lo real. La DR, de por sí, tiende a fijar, como se comprueba en los animales. Para poder cambiar tan rápido y tan profundo como sea necesario, es preciso hacer pie en lo que es la característica de nuestra especie y que la dota de flexibilidad, la DA.

Sin una gran flexibilidad no son posibles las sociedades de cambios acelerados.

Esa flexibilidad exige cultivo explícito no solo de DR, (dimensión relativa) sino también de DA (dimensión absoluta). En otras palabras, la flexibilidad requiere de CH y de algún grado de CHP.

La flexibilidad plena es condición de sobrevivencia para las sociedades de conocimiento; por tanto la CH es también condición de sobrevivencia para las sociedades de conocimiento. Insistimos: esto no había ocurrido antes en nuestra historia.

 

La CH y la CHP son necesarias para la creatividad. Papel de IDS-ICS. 

La creatividad, que es intrínseca a las sociedades de conocimiento, exige la CH con algún grado de conexión con la CHP.

La creatividad sólo puede hacerse en equipos que no pueden cohesionarse por medio la sumisión y la coerción, porque con ello se mataría la creatividad, como ya hemos indicado.

Las organizaciones creativas sólo pueden cohesionarse de forma voluntaria y libre. Es tipo de cohesión requiere CH en todos los miembros de las organizaciones. Y en grado de CH notable. Las sociedades de conocimiento que no estén articuladas en torno de la CH son gravemente peligrosas.

Cuando un grupo se organiza para someter y explotar a otros en propio provecho, tiene los rasgos de una organización mafiosa. Cuando los países se organizaban para someter y explotar a otros, como ocurrió en los siglos XVI, XVII, XVIII, XIX y XX, esos países son equivalentes a grandes organizaciones mafiosas, por más nobles que sean las justificaciones que se den a sí mismos.

No hay creatividad sin interesarse vivamente por solventar problemas o abrir nuevas posibilidades. Para que ese interés pueda darse es preciso distanciarse de las soluciones habituales y silenciarlas, en ocasiones, radicalmente. La creatividad requiere de una libertad que solo IDS (interés, distanciamiento y silenciamiento) puede proporcionar.

IDS es una formulación abstracta para manejar lo axiológico, sea con voluntad teórica, práctica o axiológica. No puede haber CH sin usar IDS, pero no todo uso de IDS termina en CH, puede terminar en cualidad teórica o práctica.

Cuando la creatividad afecta a los modos de vida colectivos, se precisa un uso de IDS que conduzca a la CH. Cuando la creatividad afecta a las tecnociencias, a las formas de trabajar, de actuar y organizarse, y sobre todo cuando afecta a la construcción de los proyectos axiológicos colectivos, esa creatividad tiene potentes rasgos axiológicos.

Como la creatividad continua, en todos esos parámetros, es condición de sobrevivencia de las sociedades de conocimiento, podemos afirmar que la CH es también, y en la misma medida, condición de sobrevivencia para las nuevas sociedades.

Creatividad es abandonar los patrones habituales de pensamiento, de valoración, de actuación, de organización y de motivación, para poder encontrar otros más eficaces, capaces de crear nuevas relaciones en todos esos parámetros, para solventar problemas que se resisten a las viejas soluciones y para abrir perspectivas que, desde los viejos patrones, continúan cerradas.

IDS es, por su estructura, una actitud indagadora. Interesarse vivamente por las realidades, distanciarse de los propios intereses y expectativas y callar todos los viejos patrones de pensamiento, valoración, actuación, organización y motivación, no es porque sí, es para indagar, con más profundidad, imparcialidad y sin supuestos previos, la realidad, para sacar a luz nuevas posibilidades, sea en el campo que sea.

En las sociedades estáticas, que debían bloquear el cambio, las posibilidades innovadoras y creativas de IDS estuvieron muy limitadas. En las sociedades que han de vivir del cambio constante, IDS puede desplegar toda su capacidad creativa, que es sin límites.

En las sociedades de conocimiento IDS desplegará toda su capacidad indagadora en equipo y, por tanto, en comunicación, para lo cual es imprescindible el servicio mutuo a través de ICS (indagación, comunicación y servicio).

IDS e ICS son la clave de la actuación eficaz, de la creatividad y de la CH. Su cultivo es imprescindible para las sociedades de conocimiento.

Sin un grado u otro de IDS-ICS no hay actuación eficaz, ni creación en las sociedades de conocimiento. Esta doble tríada enseña a separar los propios deseos, temores, recuerdos o expectativas, del planteo de la acción o la creación, para errar lo menos posible y para no deformar o parcializar la acción o la creación.

La actuación eficaz puede ser para ser creativo o para ser competente dentro de los patrones establecidos. Esa eficacia puede ser para bien de otros grupos y del medio o puede ser con voluntad mafiosa, vuelta al propio interés cueste lo que cuesta a otros grupos y al medio.

Por estas características de IDS-ICS, no bastará con la CH, incluso axiológica, tal como la hemos definido al comienzo de este escrito; es necesario que la CH tienda a la CHP y esté vivificada por ella. Por consiguiente, la CHP debe de estar, de alguna forma, presente en todas las organizaciones de las sociedades de conocimiento, directa o indirectamente.

Lo cierto es que toda acción creativa, sea teórica, práctica, axiológica o espiritual ha de pasar en las nuevas sociedades por IDS-ICS. Toda operación creativa, sea del tipo que sea, requiere de la actitud IDS-ICS porque es una actitud de interés por las realidades y de amor. Esa actitud de interés/amor, que es interés de la mente e interés del sentir, o si se quiere de interés del sentir y de amor de la mente, o todavía, de amor de la mente y amor del sentir, si se añade dedicación con intensidad, tendremos las condiciones imprescindibles y óptimas para todo tipo de creación

Podríamos decir que  se usa una norma abstracta de actuación eficaz, sea en el campo que sea. Norma abstracta que es, a la vez, una actitud de todo el ser con respecto a la realidad sobre la que se pretende ser creativo.

Hay pues diversos tipos de prácticas de IDS-ICS.

Las mismas normas, IDS-ICS, que sirven para la acción eficaz, y que, por tanto, podrían servir para un crimen bien planeado y ejecutado o para una organización mafiosa, pueden servir para aspirar y asentarse en la CHP.

IDS-ICS sin apuntar a la CHP, están al servicio del egoísmo individual o colectivo. Cuando están al servicio del egoísmo son un peligro para el grupo, para otros grupos y para el medio.

IDS-ICS practicado en el interior de un grupo puede ser, contradiciendo su propia lógica, una organización mafiosa hacia fuera. La lógica coherente de una organización de conocimiento, sea del tamaño que sea, requiere, como condición de posibilidad, que la CH esté conectada con la CHP.

Dicho de otra forma: la sociedad de conocimiento puede ser usada, contra su propia lógica, para una eficacísima organización mafiosa. Entonces IDS-ICS puede comportar cualidad en el terreno de la eficacia, en el de la innovación y en cierto tipo de innovación axiológica hacia el interior del grupo e incluso podría proporcionar CH según la definición que hemos dado, pero sin lazo con la CHP.

Esta gran posibilidad humana puede convertirse en diabólica.

Por consiguiente en las sociedades de conocimiento, en los grandes grupos sociales y en la humanidad entera, las organizaciones todas que tienen que funcionar como un gran equipo que incluya también al medio, IDS-ICS tiene que residir o apuntar seriamente a la CHP. Esta es una condición sine qua non de su funcionamiento.

Por lo dicho, no bastaría la CH para determinar qué ciencias se deben cultivar y dónde intensificar la indagación y el trabajo de los equipos o qué nuevas disciplinas habría que abrir. Para el bien de la sociedad global y del medio, quien determine esas cosas tendría que tener la CH, tendiendo a asentarse suficientemente en la CHP.

No es necesario que todos los miembros de los equipos y todos los equipos estén asentados en la CHP, bastaría con que hubiera un número crítico de individuos y de equipos que estén residiendo verdaderamente en la CHP.

Si el motivo de las investigaciones y de las nuevas disciplinas fuera sólo el beneficio, resultaría ser un serio peligro para la sociedad.

 

La CH y la CHP son necesarias para la comunicación que es imprescindible para las sociedades de conocimiento.

El intercambio de información no es suficiente para el buen funcionamiento de las sociedades de conocimiento; se requiere de un intercambio de información que sea sin reservas.

Para que sea sin reservas, precisa de un alto grado de confianza de unos en otros. La comunicación entre los miembros de un equipo o entre equipos es una transmisión de información sin reservas y plenamente confiada.

La creatividad en equipo requiere de esa comunicación. Todo lo que no sea transmisión de información y de saberes de unos a otros sin reservas, disminuirá la capacidad creativa del grupo.

Para que se dé esa comunicación se necesita una adhesión libre a un proyecto común, en la creación del cual hayan intervenido, de una forma u otra, todos.

Volvemos a encontrarnos con la misma cuestión: la comunicación requiere de un grado notable de CH que tienda a la CHP porque ha de evitar el egoísmo. El egoísmo, en la medida en que se dé, es un obstáculo serio para el correcto funcionamiento de la creación en equipo.

Sin comunicación no es posible la simbiosis de mentes y de sentires que se requiere para las organizaciones de conocimiento.

 

La comunicación exige el servicio de unos a otros desde la CH y la CHP.

La comunicación será puro deseo y palabras vacías si no va acompañada de un servicio pleno de unos a otros.

La comunicación necesaria para la creación en equipo está indisolublemente ligada al servicio mutuo. Para servir a otros y no servirse de los otros se requiere CH y se requiere, además, ayudarse unos a otros en la adquisición de la CH.

Cada individuo, para poder ser verdaderamente creativo en su campo, deberá ayudar en lo que pueda para que los restantes miembros del equipo lo sean en el suyo propio. Quien no ayude en su trabajo específico a sus colegas, se perjudica a sí mismo en su propia especialidad y daña al equipo entero en su capacidad creativa.

La CH que se requiere para esta comunión-servicio ha de tender a librar de todo egoísmo, si se quiere que la creatividad del equipo sea buena. Eso es tender a la CHP.

Hay pues una relación necesaria entre la comunicación-servicio y la CH tendiendo a la CHP.

En todas las cuestiones que vamos tratando, las fronteras entre CH y CHP son muy fluidas y difíciles de señalar.

 

La CH y la CHP precisan de instituciones para su cultivo.

Hemos visto que para el buen funcionamiento, al mayor rendimiento posible, de las sociedades de conocimiento, innovación y cambio continuo, igualmente para transitar convenientemente de un modo de sobrevivencia a otro, se necesita imprescindiblemente de la CH y de la CHP.

Las religiones, si no abandonan la epistemología mítica, si continúan teniendo pretensiones exclusivas, explícita o larvadamente, no pueden cuidarse de promover, ya no creencias y sumisiones, que son incompatibles con las nuevas sociedades, sino CH y CHP.

Se necesita promover esas cualidades a nivel individual, pero no es suficiente, también ha de hacerse a nivel social y público. Habrá, pues, que fomentar la creación de instituciones privadas y públicas que se ocupen de esa tarea, es decir, de enseñar a cultivar IDS-ICS para reconocer y realizar la DA de nuestro acceso a lo real y para enseña a leer y comprender los grandes textos de sabiduría de las tradiciones religiosas y espirituales del pasado, ambas cosas sin epistemología mítica, sin creencias ni sumisiones. No se trataría de una enseñanza y de una lectura erudita sino sapiencial.

Estos centros deberían multiplicarse lo suficiente como para que toda la población tenga la posibilidad de cultivar convenientemente la CH y la CHP.

En el pasado las religiones hicieron ese papel, imprescindible para mantener y cultivar nuestro doble acceso a lo real y así sustentar lo más central de nuestra condición humana.

En ese pasado la CH y la CHP no eran incompatibles con la epistemología mítica porque se vivía en sociedades estáticas. En la actualidad CH y CHP son incompatibles con la epistemología mítica porque fija, ilegitima y bloquea el cambio, cuando debemos vivir de él.

Si las religiones tradicionales se liberan de la epistemología mítica y aprenden a leerse y vivirse como puros mundos simbólicos, podrían operar en ese campo tan necesario.

Sin epistemología mítica las religiones se transformarían radicalmente en su manera de interpretarse y en su organización. Pero, de momento, vemos difícil que den ese paso.

El día en que todas las tradiciones religiosas se lean y vivan sin epistemología mítica, el valor simbólico de sus narraciones, mitos y textos se multiplicará.

Cada tradición conservará sus características, debidas a su estructura interna simbólico-representativa. Por ello, las mezclas sincréticas tienen tan poco sentido como hacer música mezclando trozos o estilos mozartianos con trocos o estilos wagnerianos.

Como los cuadros o las obras musicales, cada una de las tradiciones conservará sus propias peculiaridades. Como las pretensiones de todas las tradiciones, en el fondo, son idénticas, las fronteras entre ellas se harán fluidas en su hondura, no en sus formas, lo cual provocará un flujo sutil entre ellas.

El flujo entre ellas no será de términos, mitos, símbolos o conceptos, porque es más sutil que todo eso. Con ese flujo de unas en otras, se fecundarán todas, sin alterar la estructura formal de sus maneras de vivir, concebir y representar el camino a la DA y la DA misma.

 

La  CH y la CHP son necesarias para la creación de proyectos axiológicos colectivos.

Las sociedades de conocimiento saben que tienen que construir sus propios proyectos axiológicos adecuados al crecimiento constante de ciencias, tecnologías, a la aparición continua de nuevos productos y nuevos servicios que alteran continuamente las formas de vida de individuos y colectividades.

            Quienes tienen que construir proyectos axiológicos colectivos capaces de gestionar las potentes tecnociencias, sus desarrollos y sus consecuencias en la creación de nuevos productos y servicios, de forma que sean beneficiosas a todos los colectivos humanos, a las especies vivientes y a la habitabilidad de la tierra, tienen que poseer CH y CHP.

Si quienes gestionan todos esos saberes y posibilidades carecen de esas cualidades y son individuos y grupos egoístas y depredadores, en un corto espacio de tiempo se dañarían a sí mismos, a toda la vida del planeta y al planeta mismo, de formas irreversibles.

Esto no es la especulación de una mera posibilidad, es algo que ya está ocurriendo en el presente. Si no ponemos remedio urgentemente a esta situación, es muy probable que cuando queramos hacerlo, sea tarde.

 

La CH y la CHP son necesarias a las sociedades en tránsitos rápidos en modos de vida.

Para que los tránsitos en modos de vida, por ejemplo, de sociedades preindustriales a industriales o de industriales a sociedades de conocimiento, puedan ser rápidos y sin traumas, lo primero que se requiere es que los colectivos que deben hacer esos tránsitos cultiven la CH y, a ser posible, algún grado de CHP.

Solo ese cultivo puede proporcionar el interés por las nuevas posibilidades de vida, el desapego necesario de formas de vida, algunas veces milenarias, y el silenciamiento de todos los patrones de interpretación, valoración, organización y actuación con los que se ha vivido por largo tiempo.

Si no se atina a cultivar esa actitud, los tránsitos son profundamente traumáticos, llenos de resistencias y lentos. No hay tiempo para todo eso. Habrá que construir estrategias para adquirir esa CH que facilite esos tránsitos y los agilice. Todo lo que retrase, ralentice, o traumatice esos tránsitos, redunda en daño de los colectivos que no tendrán otro remedio que realizarlos.

Toda oposición, resistencia o pereza en recorrer esos tránsitos, redunda en daño inmediato de los colectivos que se comporten así, y pueden conducir incluso a su extinción.

Las sociedades de conocimiento son un destino inevitable para toda la humanidad que  hay que asumir lo antes posible y lo mejor posible.

La sociedad de conocimiento no está ligada al modo de vida de la cultura occidental ni de ninguna otra cultura; puede convivir con todas las dimensiones hondas de todas las culturas, no con sus formas concretas de creer, pensar, sentir, actuar, organizarse y vivir. Puede convivir perfectamente con diversas formas de concebir la relación humana con la vida y con la existencia.

Las sociedades de conocimiento son sociedades que sobreviven de la creación continua de ciencias y tecnologías, que son abstractas y, por ello, no ligadas a ningún sistema axiológico fundamental.

 

 Conclusión.

El cultivo de la CH y de la CHP no son optativas para las sociedades de conocimiento globalizadas. Individuos y grupos no pueden continuar pensando que para sobrevivir en esas nuevas condiciones culturales pueden continuar actuando como en el pasado, en el que la CH y la CHP eran cuestiones privadas que no afectaban al funcionamiento fundamental de las sociedades, y que, por consiguiente, podían cultivarse o no cultivarse.

Ese es un error del que hay que salir lo antes posible.

Las sociedades de conocimiento necesitan de la CH y de la CHP para todos los rasgos esenciales de su funcionamiento: las requieren para la flexibilidad que les es imprescindible; para posibilitar la disposición a la continua movilidad que es propia de las sociedades de innovación y cambio; como condición de la creatividad, que les es constitutiva; para la cohesión social por vía de adhesión voluntaria y no por la vía de sumisión y coerción; para la comunicación, y no mero intercambio de información, que se necesita para la creación en equipo; para la construcción y transformación de los proyectos axiológicos colectivos al ritmo del crecimiento de las tecnociencias y sus consecuencias en las formas de vida de individuos y comunidades a causa de los nuevos productos y servicios.

Por primera vez en la historia de la especie humana, la CH y sobre todo la CHP profunda, la espiritualidad de nuestros mayores, se han convertido en una cuestión esencial de buen funcionamiento, de sobrevivencia colectiva y de sobrevivencia de la vida y la habitabilidad del planeta.

Las sociedades de conocimiento, innovación y cambio continuo, se han convertido en un destino inevitable para toda la humanidad, que atraen irremediablemente hacia sí todas las restantes formas culturales.

Podríamos afirmar que en la actualidad sólo hay dos grandes formas de vida de los colectivos humanos: las sociedades que se están transformando en sociedades de conocimiento y las que están en tránsitos rápidos, con frecuencia traumáticos, atraídas, como por una fuerza gravitatoria, por las sociedades de conocimiento.

Y lo grave es que las sociedades que ya viven de la continua innovación y el cambio lo están haciendo regidas por un proyecto axiológico colectivo que no es el que les correspondería. Esas nuevas sociedades están funcionando y viviendo desde un patrón que es el propio del estadio anterior de las sociedades industriales: un patrón de investigación y uso intensivo de la información, pero para la explotación de pueblos y del medio.

Con este desfase entre la dinámica de las ciencias y tecnologías en aceleración mutua y sus consecuencias, y el patrón cultural con el que son gestionadas, nos estamos jugando la supervivencia en el planeta en un plazo relativamente corto.

La colectividad humana debe tomar conciencia, lo antes posible, de esta situación.