Senyals en el camí
De la vida i de l’itinerari personal de Dag Hammarskjöld (1905-1961), que va ser Secretari General de les Nacions Unides i premi Nobel de la Pau, queden aquests Senyals en el camí, un diari alimentat d’intenses lectures espirituals (Eckhart, Joan de la Creu, Pascal…) així com de nombrosos autors contemporanis, unes pàgines que ens permeten entrellucar els seus interrogants, besllums, certeses i lluites interiors. Selecció de textos de: Marcas en el camino. Madrid, Trotta, 2009. 203 p.
Més informació sobre l’autor: http://www.daghammarskjold.se/english/
“Desaparecer en la luz y transformarse en cántico” (nota ed.: cita del poeta sueco Erik Blomberg, 1894-1965). Soltar el asidero que nos aferra al personaje que lleva un nombre ante el mundo. Personaje construido conscientemente por ambición social y por disciplina. Soltar el asidero para dejarse caer, caer en la confianza de un ciego abandono. Hacia otra cosa, hacia alguien distinto.
ASÍ FUE
Algo me empuja hacia delante,
a una región desconocida.
La tierra se vuelve más dura,
el aire más cortante, más frío.
Impulsadas por el viento
que llega de mi desconocida meta
vibran las cuerdas
en la espera.
Interrogando siempre,
llegaré hasta
donde se apaga la vida:
con una clara y simple nota
en medio del silencio.
¿No es el vacío que se crea cuando cesa la algazara, la justa recompensa de un día dedicado a impedir que los demás te desatiendan?
Lo que da valora a la vida, puedes alcanzarlo –y perderlo. Pero jamás poseerlo. Esta “verdad sobre la vida” prevalece ante todo.
Los demonios acuden sin ser invitados cuando la casa está vacía. Para tus otros huéspedes has de abrir tú mismo las puertas.
“Vida, palabra acogedora y rica, cálida y sagrada” (nota ed.: Verner von Heidenstam, 1850-1940). Entonces levanta la mirada detrás de la balanza puesta sobre uno de los pupitres: una mirada amable y llena de sabiduría, ausente en su concentración. Surcos profundos en su cutis grisáceo dan fe de la dulce ironía de la experiencia acumulada y de una larga vida pasada entre cuatro paredes.
Aquí y ahora. Ésta es la sola realidad.
El rostro lleno de bondad de un anciano que se ofrece, desnudo, en un momento de distracción, sin pasado y sin porvenir.
Felicidad de quien elige en armonía con lo elegido,
serenidad de las limaduras de hierro en las líneas de fuerza de un campo magnético,
seguridad de la conciencia vacía de todo contenido –
esa felicidad está aquí y ahora,
en el eterno instante cósmico.
Una felicidad que reside en ti – pero que no es tuya.
Una cáscara de huevo vacía flota bien y obedece con facilidad a cualquier cambio de viento – lo bastante ligera para ello desde que se ha convertido en simple cáscara, sin germen ni alimento para su desarrollo. A good mixer!
Sin reservas ni distancias, ansioso por complacer hablando un lenguaje sin forma y pronunciando palabras sin peso. Sólo cáscara.
Un modesto deseo: que nuestros actos y nuestros gestos tengan un poco más de importancia en la vida de la que se concede a un esmoquin… Y sin embargo una gran parte de lo que llamamos nuestra obra no es otra cosa que una prenda con la que, en ocasiones solemnes, intentamos cubrir nuestra desnudez.
¿Es tan raquítica la vida? ¿No será más bien tu mano la que es demasiado pequeña, tus ojos los que están empañados? Eres tú quien ha de crecer.
El chiquillo da un par de saltos de lado, a la pata coja, sin caerse. Y se llena de un asombro doblemente intenso porque su habilidad halla espectadores. ¿Nos haremos alguna vez adultos?
¡Oh, toda esa disciplina espiritual, toda esta belleza del alma, todos estos juicios serenos sobre la vida que podemos permitirnos mientras somos prósperos y todo va bien!
Dios no muere el día en que ya no creemos en un dios personal, pero nosotros morimos el día en que la vida ya no es transfigurada por la luz el milagro sin cesar renovado cuya fuente está más allá de toda razón.
“Tratar al prójimo como un fin y nunca como un medio”. Y a sí mismo, al contrario, como un fin solamente en la medida en que se es un medio: hacer retroceder las fronteras entre el sujeto y el objeto en mi ser, hasta el punto en que el sujeto, incluso si permanece en mí, está fuera y por encima de mí – de suerte que todo mi ser se convierta en instrumento de aquello que, en mí, es más que yo.
No pesar sobre la tierra. Ningún excelsior patético sino simplemente: no pesar sobre la tierra.
Ahora. Desde que he vencido el miedo – de los demás, de mí mismo, de la noche allí, debajo: en la frontera de lo inaudito.
Aquí termina no que conozco. pero más allá de la frontera mi ser presiente un origen posible. Aquí se purifica el deseo y se lace franqueza: cada acto es preparación; cada elección un sí a lo desconocido.
En la frontera.
La bondad es algo tan simple como esto: estar siempre ahí para los demás, nunca buscarse a sí mismo.
Yo soy el vaso. Dios es la bebida. Y Dios, el sediento.
¿Cuál es el sentido de la palabra “sacrificio”? ¿O incluso el de la palabra “don”? Quien nada posee, nada puede dar. El don es de Dios a Dios.
Rumi: “quienes adoran a Dios no tienen otra religión que Dios”.
Comprender – a través de la paz,
actuar – a partir de la paz,
vencer – conservando la paz.
Soll das Auge die Farbe gewahren, so muss es selber zuvor aller Farben entkleidet sein (nota ed.: Maestro Eckhart. “Para que el ojo perciba el color, tiene antes que hallarse despojado de todo color”)
Revestido de este yo, creado por los juicios de gentes indiferentes, por las distinciones insignificantes, por las “obras” cuidadosamente contabilizadas. Apretado en la camisa de fuerza de lo inmediato.
Salir de todo esto, desnudo, en la cresta de la luz del alba –aceptado, invulnerable, libre: en la luz, con la luz, salido de la luz. Ser uno, real en la unidad.
Salir del yo-obstáculo, entrar en el yo-realización.
No eres el aceite ni el aire – sólo el punto de combustión, el centro donde nace la luz.
Conocerás la vida y serás reconocido por ella a medida de tu transparencia – es decir, según tu capacidad de desaparecer como fin y permanecer como simple medio.
Luz de las hayas que palidecen
contra las nubes tenebrosas.
El viento riza el agua del estanque,
gris como el acero. (…)
El silencio atraviesa
la coraza del espíritu,
y lo deja desnudo
bajo la claridad del otoño.
La simplicidad consiste en conocer la realidad, no en relación con nosotros, sino en su sagrada independencia. La simplicidad consiste en ver, juzgar y actuar saliendo del punto sobre el que reposamos en nosotros mismos. ¡Cuántas cosas desaparecen entonces! ¡Y cómo se sitúa todo lo demás en su sitio! Al reposar en el centro de nuestro ser encontramos un mundo en el que , de la misma manera, todo reposa n sí mismo. Entonces el árbol se vuelve un misterio, la nube una revelación, el hombre un cosmos cuya riqueza sólo vislumbramos. Para el hombre sencillo es simple la vida, pero ésta nos abre un libro en el que jamás logramos ir más allá de la primera sílaba.