Introducción al yoga del conocimiento (2)

El Yoga del Conocimiento como yoga de la indagación


Decíamos que el Yoga del Conocimiento es una forma de practicar el camino al silencio muy adecuada a las sociedades conocimiento. No precisa de un punto de partida creyente ni requiere adhesión a ningún credo u organización religiosa: la totalidad de su proceso puede mantenerse sin creencias y totalmente laico.

La mente y su capacidad razonadora e intuitiva es un potente instrumento para el camino interior. Confiando sólo en las afirmaciones del maestro y partiendo de cero, la mente es capaz de abrir las puertas que conducen al conocimiento silencioso, y una vez abiertas es capaz de adentrarse en él.
En el Yoga del Conocimiento se opera con la mente de una doble manera: razonando e intuyendo. El razonamiento debe ser tal que conduzca a la intuición directa. Un razonar que no aboque en la intuición directa es inútil para el camino del silencio porque sería incapaz de enrolar también a la percepción y al sentir.
Esta doble capacidad de nuestra mente, razonadora e intuitiva, tendrá que aplicarse a dos ámbitos de trabajo.

El primer tipo de trabajo a realizar será llegar a comprender, en primer lugar razonando y luego intuyendo, es que lo que nuestra vida cotidiana da por real no es todo lo que hay, ni siquiera es lo que hay. Lo que percibe, comprende y siente nuestra vida cotidiana es lo que construye nuestra necesidad. Dicen los maestros de todas las tradiciones que cuando se calla la necesidad, el mundo dual de sujetos y objetos se diluye en una completa unidad.
Nuestra mente y todas nuestras facultades tienen una doble posibilidad de conocimiento: la de la cotidianidad, regida por la necesidad, el deseo y miedo, y la que surge del silenciamiento completo de la necesidad.
El trabajo de la mente, debe empezar por razonar hasta comprender, con toda claridad y evidencia, que el mundo que vivimos como exclusivamente real es una construcción cultural colectiva e individual de la necesidad, propia del viviente. Este es el primer ámbito de trabajo para la mente.
Hay que razonar, hasta llegar a comprender con toda evidencia, que hay más de lo que dice nuestra vida cotidiana.
Lo que realmente es, no es como lo construye el mecanismo dualizador de nuestra necesidad: sujeto necesitado / campo de caza donde satisfacer la necesidad, o en otras palabras: sujeto / mundo.
Podríamos definir este trabajo como “la apertura de los portalones del camino”. El camino está abierto cuando se ha comprendido, hasta que se convierte en una evidencia que ya no requiere más razonamientos, que existe una segunda posibilidad humana, la del conocer, percibir y sentir desde el silencio de la necesidad.

Cuando se comprende, con todo el ser, que existe esa otra posibilidad, todavía queda el trabajo de realizarla. Ese es el segundo ámbito de trabajo de la mente: recorrer el camino que ha quedado abierto.
Hay que conducir a la mente
-del conocimiento exclusivamente centrado, directa o indirectamente en la necesidad,
-al conocimiento sin egocentración alguna.
Habrá que razonar y comprender, una vez más, para orientar a la mente,
-desde el interés y la dualidad,
-al desinterés y la gratuidad.
Habrá que recorrer ese itinerario una y otra vez, desde un punto y otro, hasta que la mente, primero, comprenda con claridad y, luego, intuya directamente.
La necesidad y la dualidad imprimen a la mente un movimiento centrípeto en torno del ego. Se trata de razonar hasta llevar a la mente un movimiento centrífugo capaz de lanzarla más allá de la esfera regida por la fuerza de la egocentración.
Hay que razonar para salirse del círculo de hierro de los intereses del yo.
Hay que razonar hasta intuir directamente que lo que existe no es un cazador en un campo de caza, sino una unidad que se desarrolla y manifiesta como cazador y campo de caza.
Cuando el trabajo con la mente está bien hecho y conduce a la intuición, el sentir, que siempre sigue a lo que se da por real, se desplaza del mundo de la necesidad y la dualidad, al de la unidad y la gratuidad.

Los desplazamientos de mente y sentir serán, primero, como la luz de un relámpago y, luego, se harán duraderos y estables.
Hay que repetir el trabajo hasta conseguir que los desplazamientos se hagan lo suficientemente estables como para poder concentrar y detener la mente y el sentir en ellos hasta que se hagan habituales.

El camino arranca desde el ego; no podría ser de otra manera. Por tanto, la mente que reflexiona es la mente al servicio del ego, es la mente del ego. Pero su trabajo es precisamente intentar salirse de ese núcleo de comprensión, fiado en las palabras del maestro. Lo que ese núcleo de comprensión puede hacer es sólo intentar desplazarse, para lo cual requiere poder intuir por sí mismo lo que le dice el maestro. La intuición inmediata es imprescindible.
Entre el intento por desplazarse y su logro, no hay una relación de causa a efecto. Hay un salto que las tradiciones lo expresan como gracia del maestro, don, despertar, gracia de Dios, gratuidad pura.

Los maestros del Yoga del Conocimiento proponen colecciones de “textos plantilla” que orientan el trabajo que hay que hacer con la mente razonando para conducirla, como intento, de la dualidad construida por la necesidad, a la unidad del silencio de la necesidad, hasta intuirla inmediata y directamente.
Así, pues, después de haber abierto las puertas del camino interior, reconociendo la doble capacidad de nuestra mente (conocer desde la necesidad y conocer desde el silencio de la necesidad), queda el trabajo de recorrerlo utilizando las plantillas propuestas por los maestros del camino interior, a través del trabajo con la mente, razonando e intuyendo.

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