Bhakti Das, adiós a un gran amigo
Bhakti Das nos ha dejado. A finales de agosto le falló el corazón, cuando se encontraba en un ashram en el Canadá. Todos los que le conocimos le echaremos mucho de menos; impregnado de la música y de la sabiduría del hinduismo, ha sido colaborador de esta casa desde los inicios: conciertos, charlas, cursos, prácticas de silencio… siempre tenía un «sí» por respuesta. El planeta queda más apagado sin su risa, su gran cordialidad, su música y su gran valía personal.
Acompañando la edición de Aforismes sobre la saviesa, l’amor i la meditació: Svadhyaya Yoga (Dalmau, 1998) escribía unas líneas que reflejan muy bien el sentido de su vida y de su dedicación, así como su talante sencillo y cordial. Nos dice:
«Una vez has leído estos textos puedes hacer dos cosas. La primera, guardar el libro en tu biblioteca, y la segunda intentar poner en práctica estas enseñanzas en tu vida. Yoga es la unión con el Absoluto y esta unión no dura tan sólo la media hora que meditas en casa, sino que está presente a lo largo de toda la jornada. Un día le preguntaron a Swami Chidananda cuánto tiempo debía durar la meditación. La respuesta fue que veinticuatro horas. Y continuó diciendo que muchos creen que sentarse a meditar aporta una felicidad inmediata, comparable a una bebida refrescante que burbujea al principio y después no queda nada. Cuando se habla de meditar veinticuatro horas, lo que eso quiere recordarnos es que el Yoga es un estado natural, que la práctica debe ser natural y de esta manera tu naturaleza se revelará, día a día, naturalmente.
Rabindranath Tagore decía algo muy interesante: si plantas una flor y la riegas diariamente, verás como crece y disfrutarás de su presencia y perfume, pero si no tienes paciencia, y estiras para que crezca más rápido, la romperás. Con esto lo que quiero decirte es que te pido que te hagas un favor a ti mismo. Si quieres progresar en el camino interior, olvida todo lo que sea ‘fast’, rápido, todas esas promesas y condicionantes sociales y publicitarios, y comienza a prestar atención a ti mismo. Empieza a practicar, no mañana o pasado, sino ahora mismo, sin prisa pero sin pausa.»
Os invitamos a leer algunas de las ponencias que Bhakti Das nos ofreció en los primeros Encuentros Internacionales que CETR organizó:
La música fue para Bhakti Das una vía esencial de práctica interior. Colaboró en el libro La diversitat del Ioga (coordinado por Marta Granés. Ediciones Viena, 2008), con unas páginas sobre «El yoga del sonido». Encontrarás el texto a continuación.
EL YOGA DEL SONIDO O NADA YOGA
-Bhakti Das-
El sonido dulce atrapa el cuervo,
la música dulce encanta la cobra,
el nada (sonido) atrapa la mente;
por eso la mente puede ser controlada
a través del nada yoga.
SWAMI SlVANANDA
La espiritualidad en la música hindú
Normalmente, cuando seleccionamos algún tipo de música, escogemos lo que satisface nuestros sentidos, según nuestro estado de ánimo o el estado en que se encuentra nuestra mente. Con todo, la música, desde la perspectiva mística o espiritual, va más allá del disfrute del arte, de la expresión sentimental o la manifestación creativa del ego. La música mística puede ser una vía hacia la autorrealización y la paz interior.
La filosofía espiritual de la India, o sanatana dharma, plantea el arte y su expresión de una manera diferente: como un camino hacia el autoconocimiento y la autorrealización. Hay una disciplina en el yoga, dedicada expresamente al sonido (nada yoga), en la que el sonido y la música se convierten en instrumentos al servicio de la espiritualidad.
Pero antes hay que explicar brevemente qué es el yoga. Hoy en día, cuando oímos hablar de yoga, la idea generalizada es que se trata de un método que relaja y nos hace sentir mejor. Si bien es cierto que en principio alguna de estas prácticas pueden aportarse nos un estado de bienestar y equilibrio, el objetivo real del yoga va más allá de todo esto. Es mucho más profundo. El yoga es una vía mística; un camino de unión con Dios. En los Yogasutra (aforismos sobre el yoga), escritos en la antigüedad por el gran yogui Pantanjali, se nos dice: «Yoga Chitti vritti nirodah» («El yoga es la cesación completa del movimiento de la mente.»)
No lo entendamos mal: esto no significa dejar la mente en blanco ni otras definiciones por el estilo. Por el cese del movimiento mental nos referimos a la quietud completa, o calma mental, como camino hacia la serenidad y la paz del espíritu. Yoga significa «unión» y, por tanto, se refiere tanto a la práctica como el estado final de unión con Dios. Todas las técnicas yóguicas (serias) se dirigen a alcanzar este estado.
La filosofa espiritual de la India, si bien en Occidente se conoce como hinduismo, en realidad se llama Sanatana dharma. No se trata de una religión estructurada, sino más bien del conjunto de filosofías y enseñanzas expresadas en los Veda y los Upanishad, que enfatizan sobre todo la búsqueda de la realidad última mediante el autoconocimiento.
Dios, como Realidad Absoluta o Brahman, es más allá de toda expresión o limitación y no puede ser concebido ni con la mente ni con el pensamiento; por este motivo, en el yoga es tan importante la meditación, gracias a la cual la mente se puede aquietar, como un lago sin olas. Es entonces cuando refleja nuestra naturaleza real, la libertad pura en nuestro Ser o Atman, que es de la misma esencia que la Realidad Absoluta o Brahman. La unión a que se refiere el yoga es la realización de esta realidad absoluta, así como la percepción universal de esta realidad en todas las cosas.
El mantra yoga es una de las disciplinas yóguicas principales, que utiliza la murmuración repetida de una fórmula mística (mantra) para concentrar la mente hacia la serenidad mental, puerta del autoconocimiento.
Los yoguis de la antigüedad descubrieron que la combinación de ciertas sílabas con una entonación apropiada generaba un movimiento de la energía interna (prana), la vibración de la que afectaba nuestra estructura psicofísica. Esta combinación de sílabas (mantras) y sonido (nada) se considera un instrumento valioso para la concentración y la meditación.
La repetición más breve usada por la filosofía Vedanta para representar Dios como absoluto es el mantra om, el cual, en principio, es un diptongo que se compone de tres letras, AUM (si bien se pronuncia «om»), y que simbolizan los tres estados naturales del ser: sat (existencia), chit (conciencia), ananda (joya).
En los Upanishad nos dice:
Oración al mantra Om
Sonido o vibración sonora del Universo y símbolo del Absoluto)
Omkàram bindhusamyuktam,
nityam dhyàyanti yoginah
Kàmadam mokshadam chaiva,
omkàràya namo namah.
(«Om. Reverencias Omkara, olmo, en el que los yoguis fijan sus mentes en constante y profunda meditación, que satisface todos los deseos y otorga la liberación eterno.»)
La vibración de este sonido, olmo, se considera el origen y la fuente primordial de los otros sonidos, así como la base en que se fundamenta la música tradicional hindú (raga sangit).
En las escrituras se mencionan dos tipos de sonido: uno sutil y otro más cercano a la naturaleza: Yanahad nad y el ahad nad, respectivamente.
El anahad nad es una vibración sutil y etérea, de elevada pureza y naturaleza espiritual. No es un sonido que pueda emitir ni la voz ni ningún instrumento, y tan sólo lo perciben los yoguis o místicos que han alcanzado un elevado estado espiritual. Algunos eruditos afirman que Pitágoras, en el siglo vi antes de Cristo, ya la llamaba «la música de las esferas».
Cuando la mente se absorba en el sonido anahad, alcanzarás el conocimiento de todo lo que es sutil; oirá el para vak (sonido interior). Desarrollarás el ojo de la intuición y la mente será trascendida y derrumba con Brahman.
SWAMI SlVANANDA
El ahad nad es el sonido emitido físicamente. Se trata de la vibración más cercana a la naturaleza, de la que surgen todos los demás sonidos que podemos escuchar (musicales o no), producidos por el ser humano o por la misma naturaleza. Estos sonidos del mundo físico, cuando se armonizan y se interpretan expresando la sutilidad de nuestro ser, pueden utilizarse para el desarrollo espiritual. A través de esta vía de disciplina yóguica se puede llegar a la armonía con todo el Universo, a un estado en el que se comprende y se experimenta la esencia eterna e inmutable.
Raga sangit es la base y el principio de la música clásica de la India, la que se considera una disciplina o camino hacia la auto realización siguiendo la enseñanza tradicional: «Nada brahman.» ( «El sonido es Dios. »)
Las raga son un vehículo a través del cual se puede llegar a percibir esta Suprema Realidad (Brahman). Es difícil explicar en pocas palabras qué es una raga. Aunque la música hindú es de carácter modal, no podemos compararla con los diferentes tipos de música que podemos escuchar a los países de Oriente Medio y de I Lejano Oriente. No debe entenderse como una escalera, una melodía en sí misma, una composición o una llave.
Una raga es una forma melódica científica, precisa, sutil y estética, con modulaciones peculiares ascendentes y descendentes, que consiste en una octava completa de siete notas o en una serie de cinco o seis notas, o bien en una combinación cualquiera entre éstas, que llevan el nombre de arohana (ascendente) y avarohana (descendente). El hecho de combinar sutilmente el orden de las notas, omitiendo alguna o añadiendo una de-disonante, o poniendo el énfasis en una nota específica o en el fluir de una nota a otra, así como el uso de micronotes junto con otras sutilezas, es lo que diferencia una raga de otra.
En un refrán sánscrito se nos dice: «Ranjayati iti raga.» ( «La raga es lo que ilumina la mente.»)
Además de estar asociada a un estado de ánimo especial, cada raga también está relacionada con una hora especial del día o una estación del año. El ciclo del día y de la noche, así como el ciclo de las estaciones, es inherente al ciclo de la vida. Cada parte del día, el amanecer, el mediodía, la tarde, la noche… está asociada con un sentimiento definido. La explicación del tiempo asociado con cada raga se puede encontrar en la naturaleza de las notas que la forman.
Cuando las diferentes raga se interpretan con un espíritu yóguico, llenan de vida (chalan), y la energía (prana) que generan lleva el músico que lo interpreta y su auditorio a un estado de comunión espiritual que los sumerge en el silencio interior.
Aunque parezca paradójico, el verdadero propósito de la música es aprender a escuchar el silencio, un silencio la elocuencia del que sólo puede traducirse como la paz profunda y la serenidad del espíritu con que se escucha la música sutil del alma o anahad nad.
Las diferentes combinaciones de los sonidos que componen las raga son comparables a las de los mantras. Se explican anécdotas de grandes maestros del nada yoga, como Tansén, de quien se decía que incluso la naturaleza quedaba extasiada con las raga que interpretaba, que hacía prodigios: si interpretaba megha raga (megha, ‘lluvia’), empezaba a llover, y si entonaba la dipak raga (dip, ‘luz’), las luces se encendían solos; todo ello podría deberse a la energía (prana) que generaba un yogui como Tansén.
El sonido es vibración, cada sonido crea diferentes formas. Hay un instrumento llamado eidófono que, mediante un sofisticado sistema, puede reproducir de manera gráfica las figuras que se forman sutilmente a través de los diferentes sonidos y melodías.
Los chakras son centros de energía sutil en el cuerpo, mencionados en las escrituras de yoga, que están situados a lo largo de la columna vertebral. Cuando están en equilibrio permiten que el prana fluya libremente, con dinamismo y armonía, y produzca la calma interior.
Es importante entender que no sólo escuchamos con el oído, sino con todo el conjunto de elementos, tanto físicos como sutiles. Hoy en día se entiende la música como una distracción ya menudo se convierte en un espectáculo superficial. Incluso en el campo artístico podemos observar una crispación generalizada. La gente se siente tan tensa que rechazan las obras de música clásica y se complacen con todo tipo de músicas rítmicas que no hacen sino degenerar las neuronas cerebrales y crear aún más estrés; y lo peor es que lo confunden con el dinamismo, cuando en realidad es todo lo contrario. He conocido personas que, cuando las invitas a estar en silencio o meditar, no soportan el silencio para que su mente sólo conoce el ruido constante y el estrés. Ni siquiera saben qué significa la serenidad. Confunden la serenidad con la inconsciencia y la quietud con la muerte. Han convertido la vida en algo tan artificial que pierden la sensibilidad sobre su percepción interna y psíquica.
Es vital comprender que todo lo que nos rodea influye de manera considerable en nuestra mente. La música, además de armonizar la sensibilidad, debería ayudarnos a desarrollar nuestra capacidad de discernimiento, el cual nos puede llevar a un estado de introspección profunda y sincera que, a su vez, nos lleva a ese estado maravilloso en que el silencio expresa la belleza del ser.
EI nada yoga y el sistema tradicional de la música hindú tienen el propósito de armonizar nuestra sensibilidad espiritual y, a través del sonido que lleva al silencio, de encontrar la paz.