2. Silencio con el capítulo 12. Nisargadatta. Yo soy Eso.
1. … la conciencia en sí, el Ser, la Vida, Dios, no importa el nombre que se le dé. Es el fundamento, el sostén último de todo cuanto existe, al igual que el oro es la base de todas las joyas de oro. ¡Y es tan íntimamente nuestro! Abstraiga el nombre y la forma de las joyas y lo que se hace evidente es el oro. (p. 61)
a) Visualizar una escena familiar: escena conocida, del ámbito familiar o laboral. Nos situamos como espectadores de otra persona, o de un grupo de personas, una situación cercana a nosotros, que conocemos bien. La reproducimos para poder verdaderamente observar. Notamos, sabemos que hay cosas que nos gustan y otras que no: «éste debería actuar así o asá, esto debería ser así o asá, cómo me gusta esto, o aquello» … Es una mirada que nos va a ayudar a cobrar consciencia de nuestras expectativas, demandas, temores, alegrías… Notamos nuestras implicaciones en relación a los demás, en cómo los percibimos y sentimos.
b) En esta escena, todo son joyas de oro. ¿Qué significa esto? ¿Cómo lo puedo palpar realmente? ¿Cómo puedo situarme interiormente hasta llegar a situarme ante el «oro» y no ante un cúmulo de formas, entre las que unas me gustan, otras no, unas más otras menos?
Repito la visualización procurando ser “testigo” desde esta perspectiva distinta.
2. Todo es muy sencillo. En lugar de ver las cosas como las imaginamos, aprender a verlas como son.
La realización no es más que lo opuesto a la ignorancia. Tomar el mundo como real y al propio ser como irreal es ignorancia, y es la causa del dolor. Conocer al ser como la única realidad y todo lo demás como temporal y transitorio, es libertad, paz y gozo.
Cuando pueda ver las cosas como son, también se verá a sí mismo como es. Es como limpiar un espejo. (p.59)
Profundizar / madurar estas palabras, a la luz del ejercicio anterior.
¿Entendemos un poco mejor qué quiere decir «ver las cosas como las imaginamos o verlas tal como son»?
«Libertad, paz, gozo» … ¿Si? ¿Lo hemos podido intuir?
3. La consciencia en sí es primordial; es el estado original, sin principio ni fin, sin causa, sin sostén, sin partes y sin cambio. La consciencia es el contacto con algo, un reflejo contra una superficie, un estado de dualidad […] La consciencia en sí es absoluta, la consciencia es relativa a su contenido; la consciencia en sí es total, sin cambio, tranquila y silenciosa. […] No es un estado nuevo. Es la existencia básica, original, que constituye la vida misma, y también el amor y el gozo. (pgs. 58-59)
La observación de la escena, es «conciencia»: observamos, atendemos, tenemos presente … La percepción, la vivencia del «oro» es «conciencia en sí». «El oro» no se percibe a nivel de ideas, es una percepción de otro orden, que pide que nos situemos en nuestro núcleo silencioso, más allá de ideas, prejuicios, expectativas y temores. Allá donde hemos ido silenciando todo eso.
Un rato dedicado a madurar/ saborear estas palabras de Nisargadatta.