La “reformación” que propone Juan de la Cruz
…. conviene ir por este estilo desembarazando y vaciando las potencias de su jurisdicción natural y operaciones, para que se dé lugar a que sean infundidas e ilustradas de lo sobrenatural, pues su capacidad no puede llegar a negocio tan alto, antes estorban…. (Juan de la Cruz. Subida al Monte Carmelo II,6,1-2)
La esperanza vacía y aparta la memoria de toda posesión de criatura (…) la caridad vacía y aniquila las aficiones de los apetitos de la voluntad de cualquiera cosa que no es Dios y sólo los pone en Él. (Noche oscura II, capítulo 21)
Nos vemos como -y nos consideramos- «entidades» separadas, nos otorgamos consistencia individual … En la medida en que cada uno se considera «alguien», en la medida en que se otorga valor a sí mismo (su personalidad, el hecho de ser esto o aquello, …) no es «Dios», no se identifica con la Realidad Absoluta, el Uno, lo que Es, el Existir …. El «yo», el ego, oculta el verdadero valor de la existencia. Esa es la afirmación, la invitación. Para salir de esta trampa, y como vía de trabajo, Juan de la Cruz propone «reformar» los diferentes factores que nos constituyen desligándolos de su funcionamiento al servicio de la individualidad e impregnándolos de una forma de ser «universal «, impersonal, plena, como si fuéramos conscientes de la auténtica naturaleza del existir, como si sintiéramos el existir universal como nuestro propio existir. Si eso fuera realmente así, ¿cuál sería la naturaleza de la memoria, la del entendimiento o la de la voluntad (el sentir)? [según la clásica división de las facultades humanas]
Por ejemplo, la memoria: en lugar de emplearla girando permanentemente en redondo sobre nosotros mismos, entre recuerdos del pasado y proyectos de futuro, dando hilo de continuidad al yo, transformarla en «esperanza», propone Juan de la Cruz; impregnarla de lo que podríamos ser y de hecho somos (aunque no lo “recordemos”): existir universal, ilimitado, libre de los recuerdos recurrentes del yo …
Práctica (con la memoria):
– recogimiento con ayuda de la respiración
– observación de la memoria
1. observar: ¿quién habita mi memoria, mi monólogo?
2. ¿qué soy, qué es mi mente si no queda invadida por la memoria? Ponderarlo
en todas las cosas que oyere, viere, oliere, gustare o tocare, no haga archivo ni presa de ellas en la memoria, sino que las deje luego olvidar (…) dejando la memoria libre y desembarazada, no atándola a ninguna consideración de arriba ni de abajo, como si tal potencia de memoria no tuviese (Subida al Monte Carmelo III,2,14)
Si no vives en la memoria, ¿dónde estás? Cien por cien en el instante presente, «en pureza del alma» –usando la terminología de Juan de la Cruz-. «Eres»
3. toda la mente/memoria tendida hacia el ES, la “noticia silenciosa”, con la ayuda de la respiración
Lo que ha de hacer, pues para vivir en entera y pura esperanza de Dios, es que todas las veces que le ocurrieren notícias, formas e imágenes distintas, sin haber asiento en ellas, vuelva luego el alma a Dios en vacío de todo aquello memorable con afecto amoroso, … (Subida III,15,1)