Desearía vivir en una ermita de techo de paja, construida a la sombra del pinar. Y desde mi cabaña, cuando un niño enfermara en el Este, iría hacia él para cuidarlo. Y si una madre estuviera fatigada en el Oeste, iría a ayudarla haciéndole masajes en la espalda. Y si hubiera un moribundo en el Sur le acompañaría en esos momentos; y si muriera, lloraría con profunda compasión unido a su familia. Si al Norte se declarara una batalla, me esforzaría por detenerla, haciéndoles ver que los combates no conducen a ninguna parte. No me entristecería si me trataran de estúpido, ni tampoco me alegraría porque otros me consideraran una buena persona. Espero llegar a ser así algún día.
(Taïsen Deshimaru. El Zen en la vida cotidiana. ed. Teorema, p. 247)