Las formas del «Sin Forma»


A través de las artes plásticas de las diversas culturas


PRESENTACIÓN

Para el acto de inicio de este curso hemos querido hacer un recorrido por las representaciones plásticas con las que algunas Tradiciones han representado la dimensión que se ha dado en llamar el Absoluto, el Sin Forma, Dios, el Gran Ancestro.

Las Tradiciones a través de sus representaciones muestran diferentes aspectos de eso que el Vedanta llama ‘el Sin Forma’. Cada representación es solo un símbolo de eso que en el Budismo se llama “el Vacío”. Cada tradición a partir de su indagación sobre el Sin-forma, llamado Allah –Él- en el Islam, Padre en el cristianismo, desarrolla una determinada simbología.

Cada representación muestra aspectos del Vacío, del Sin-forma, del que Es condicionada por la cultura en la que nace. Entendiendo pro cultura la manera determinada con la que un grupo ve, interpreta y valora la realidad que estás directamente relacionada con la manera con la que el grupo tiene que sobrevivir. Este condicionamiento no quita valor a las representaciones del Absoluto que los humanos han ido generando a lo largo de su historia.

Hoy tenemos la posibilidad de indagar la dimensión absoluta de la realidad, aquella que se escapa de todo concepto, a través de las representaciones plásticas de las diferentes tradiciones con la ventaja de saber, sin ninguna duda, que todas ellas son construcciones humanas orientadoras de nuestro sentir para que pueda dar pasos en el ámbito que está más allá de toda conceptualización. Las representaciones del Absoluto que nos proporcionan las culturas son herramientas para que el sentir pueda indagar.

A lo largo de la historia, las tradiciones se han planteado la conveniencia de crear representaciones plásticas del Sin-forma dado que si bien los símbolos son una herramienta útil para la indagación, a su vez fácilmente acaban convirtiéndose en descripciones que se pretenden como fidedignas de eso que se escapa de todo enmarcamiento. Es por ello que algunas tradiciones han preferido rehusar toda posible representación por inadecuadas y peligrosas.

Si el pensamiento sabio de todas las tradiciones, hoy, es nuestro, está a nuestro alcance, sus representaciones ricas en profundidad tienen que poder ser nuestras. La sensibilidad del hombre actual puede hacer uso de los símbolos que nos proporcionan las tradiciones i así poder indagar en toda ellas la dimensión no relativa de la realidad.

En este rato sólo se mostraran algunas pinceladas de las representaciones que nuestros antepasados han creado y nos han legado para que puedan ser puertas de entrada para nosotros a este otro ámbito. No hacer uso es marginar la sensibilidad de la apasionante indagación del ámbito que está fuera de toda limitación que es la gran posibilidad de conocimiento humano. Hace falta remarcar que convertir las representaciones plásticas en descripciones de este ámbito es caer en una trampa.

Este acto sólo quiere ser una muestra y un recordatorio de los símbolos como representaciones sensitivas de Eso que está más allá de toda representación.

LOS INDIOS AMERICANOS

 

Los Indios Americanos conciben el Absoluto como protovíctima, la primera víctima tomando la forma de animal y antepasado. Para ellos el Absoluto se sitúa en el ámbito de la muerte como fuente de vida i de ser. Lo llaman el Gran Espíritu, Antepasado, Abuelo.

El camino espiritual lo representaran como la entrada, en vida, en el ámbito sagrado de los muertos. Morir es integrarse en el mundo sagrado de los espíritus. La muerte es fecunda por si misma. Los muertos dan vida. Así, los animales muertos eran la fuente principal de subsistencia y los antepasados eran la fuente del modo de vida, de las maneras de cazar, fuente de las normas culturales, de las costumbres, de les enseñanzas y los ritos; eran la fuente de la cultura y del proyecto de vida colectiva del grupo.

Así para los indios todo aquello que tiene existencia y vida procede de una muerte violenta, de la muerte del animal o de la protovíctima. Todo aquello que es vivo está emparentado con la primera víctima. El gran espíritu. Ellos interpretaron aquello sagrado, y el camino sagrado al ser Supremo, según aquel sencillo patrón “todo aquello que tiene ser y vida procede de una muerte violenta”. Éste es el ámbito del sagrado.

Cuando quieren hablar de la dimensión absoluta de todas las cosas, hablan de su espíritu, del espíritu de los ríos, de las montañas, de los árboles, de los animales y de las plantas. Toda experiencia espiritual estará sometida a este tipo de figuraciones y de lógica. El sol, la luna, la estrella de la mañana, la Via Láctea, la osa Mayor, los peces, las aves, toda cosa animada tiene espíritu.

Edwuard Curtis, el gran estudioso de los indios americanos en su libro Guerreros de antaño dice: “Mientras un indio cruzaba el bosque, los árboles que se movían le susurraban y su corazón se llenaba con la canción del pino que se balanceaba. Miraba a través de las verdes ramas y veía las blancas nubes ir a la deriva por la vuelta celeste y el sentía la canción de las nubes. Cada pájaro que cantaba en una rama, cada ave acuática entre las cañas o sobre la superficie del lago, dirigía un mensaje ininteligible a su corazón; y mientras miraba el cielo y veía los pájaros migratorios volando, sabía que su vuelo se fortalecía con las voces de mil pájaros de las praderas, los bosques y los lagos se levantaban, y su corazón, perfectamente afinado con todo, vibraba con la plenitud de los cantos.

Los indios que contaban con un sistema simple en el cual cada individuo poseía el espíritu de un pájaro o un animal que se le había revelado, estaban muy cerca de la naturaleza, y este sistema entrelazado de espíritus manifestándose desembocaba en una comunión con toda la naturaleza”.

La obertura –contacto con la dimensión absoluta de lo real, en las sociedades preindustriales se vive, se conciencia y se expresa con los mitos y los símbolos del programa de la colectividad.

Así para los indios como cazadores-recolectores que eran, representan la dimensión absoluta de lo real como el Gran Espíritu, el Antepasado, muy frecuentemente en forma de animal.


AFRICA

 


Al hablar de la forma que recibe el sin-forma en la religiositat tradicional africana, lo que haría falta subrayar -como más específico- es que toda realidad (cósmica, social e individual) está configurada por su plan visible y su plan invisible. Los antepasados continúan formando parte de la comunidad de los vivos, ahora en su plan invisible. Son los ancestros. Como las raíces invisibles del árbol, el curso de toda existencia está íntimamente atada al curso de lo que sucede en el plan invisible.

El Dios único, creador de toda realidad, ocupa el vèrtex de la pirámide de fuerzas del mundo invisible por las que se rige el orden del mundo. Un dios único que recibe diferentes nombres: Ñamé, Olorum, etc. (cuando hablamos de la religiosidad tradicional africana nos estamos refiriendo a muchos pueblos y una pluralidad de culturas).

Toda realidad tiene bastante espíritu ?espíritu-, no sólo los seres humanos, adoptando figuraciones diversas: divinidades (la tierra como diosa madre, el sol, la luna, el rayo, el fuego, la lluvia, el agua)
, los genios, los espíritus… toda la vida vegetal y animal, tiene una vida interior que se tiene que saber interpretar y tener en cuenta. Sino, sólo estaríamos tratando con la corteza de la realidad.

Así, lo más importante es facilitar la comunicación fluida entre la esfera visible y la invisible de toda realidad. Y aquí es donde aparecen las formas y las representaciones plásticas, como elementos al servicio de facilitar esta relación. Tòtems, máscaras e instrumentos de percusión son instrumentos al servicio de facilitar la comunicación en ambas direcciones.

Cuando nos acercamos a las formas plásticas en esta realidad cultural tan rica y plural de la religiosidad tradicional africana, más que hablar de representaciones del sin forma, del Absoluto, lo que tenemos delante son los elementos para cultivar la comunión con las formas del sin forma: los tòtems como expresión de la comunión con las diversas especies animales, la máscara como participación en el mundo de los antepasados, los ancestros, y muy especialmente, los instrumentos de percusión que son el habla propia de esta comunicación, acompañada de gestos: el canto y la danza.


HINDUISMO

Las tres principales divinidades que dan expresión a la Suprema Realidad o el Absoluto (Brahman) en el Hinduismo se representan como la la Trimurti, formada por Brahma, Vishnu y Shiva.

Brahma, simboliza el aspecto creativo del Ser o Atman, constantemente fresco y lleno de discernimiento. Vishnu, el conservador, es el símbolo de la estabilidad del Ser, es decir, el equilibrio natural de la autorrealización, y Shiva es el destructor y por ello mismo, es también el regenerador. El con un constante movimiento, la danza Cósmica del Universo, lo renueva todo. También se le representa como un joven yogui sentado en el Himalaya en profundo estado de Samadhi estado en el cual se trasciende toda imagen dando paso a la completa realización y conocimiento de Brahman, el Absoluto.

Además de las representaciones plásticas en el hinduismo se representa a Dios con un sonido OM. Es el mantra más breve empleado por el Vedanta. Se compone de tres letras A U M que se pronuncian como OM y simbolizan los tres estados naturales del Ser: Sat (existencia), Chit (conciencia), Ananda (bienaventuranza)

En los Upanishads se dice: ”Los Yoguis, meditan constantmente en OM, el sonido primordial, que nos libera de todos los deseos y nos conduce a la iluminación. Ante este Omkara, nos inclinamos reverentemente”

Las diferentes divinidades no son más que diferentes aspectos de la Suprema Realidad que ayudan al aspirante a centrar su atención, a través de les cualidades tan sutiles como espirituales de cada divinidad, para finalmente trascender la forma y ser uno con la Realidad que expresa cada divinidad.

De he la combinación de las diferentes prácticas espirituales (Sadhana) tienen el propósito de desarrollar l’atención, para tratar d’aquietar los pensamientos y entrar en el estado de profunda meditación en la cual la mente reposa en si misma abriendo así la puerta hacia la Suprema Realidad (Brahman) y realizarla (Brahma Jnana).


LOS POLITEISMOS DE GRACIA Y ROMA

 

Desde las religiones de creencia monoteísta se tiene una opinión muy negativa del politeísmo, sin advertir que, en muchos casos, el politeísmo lleva en su seno una riqueza, de la que el monoteísmo carece, e incluso una unidad de lo divino, más o menos larvada o manifiesta.

Cuando las sociedades empiezan a estructurarse jerárquicamente, se establece también una jerarquía entre los dioses, que tiende a remarcar el dominio de un dios supremo. Las sociedades agrarias jerarquizadas, del mismo modo que tienen diversos estratos de poder en las funciones de los diversos grados de autoridad social, así también tienen diversos dioses, con poder y funciones diversos.

Las sociedades jerarquizadas, acentuando el papel del dios supremo, tienden a una forma de monoteísmo que no excluye el politeísmo.

¿Cómo es eso posible?
Los humanos tenemos una doble experiencia de la realidad: una, interesada y relativa, en función de nuestras necesidades de vivientes; y otra, no relativa sino absoluta y gratuita, sin relación ninguna a nuestras necesidades sino simplemente por que la realidad está ahí. Y esa doble dimensión y experiencia de la realidad se presenta en todo.

Teniendo en cuenta esta característica de nuestra naturaleza, todas las realidades, especialmente las más importantes, como el cielo, la tierra, el sol, la luna, las aguas, el mar, los animales, las plantas, se presentan a nuestra mente y a nuestro sentir con esa doble dimensión, relativa y absoluta, y tenemos con respecto a ellas una doble experiencia, una utilitaria y otra gratuita.

Esa segunda dimensión de esas grandes realidades nos muestra, cada una, su peculiar sacralidad. El mar, el cielo y la tierra nos revelan la dimensión sagrada de la realidad de formas muy diferentes; y esas dimensiones sagradas diferentes se representan como dioses. Lo mismo podría decirse de las restantes grandes realidades. Pero esas diferencias en las formas, apuntan a unidad radical. Así, todo politeísmo abriga en su seno a un monoteísmo.

El politeísmo ve la sacralidad en todo, y la ve en cada realidad, con las diferencias que las realidades presentan. Las montañas, los bosques, las fuentes, la fertilidad, todo revela su sacralidad, todo tiene su dios. Eso es una gran riqueza. Y en definitiva, el ámbito de lo divino es uno, simbolizado por un dios supremo.

BUDISMO

 

 

 

En el Budismo la dimensión absoluta de la realidad no es representa directamente sino a través de la figuración de Buda. Es a través de les representaciones de Buda que se muestran los rasgos de aquello que está más allá de toda conceptualización.

Las imágenes de Buda nos transmiten un estado de serenidad, de ecuanimidad frente a todo lo que sucede. No se representa, pero, como cualidad exclusiva de Siddharta Gautama un individuo concreto, sino como universal, como característica de la naturaleza humana.

Las representaciones de Buda simbolizan el estado de pura conciencia que se consigue cuando ha desaparecido todo rastro de rasgos egocéntricos.

Las figuras de Buda representan la beatitud de aquel que sabe instalarse en el ámbito del Absoluto. Lo dicen con expresión de la cara y del cuerpo. Con la expresión sonriente de las representaciones de Buda se quiere hacer patente la benevolencia que surge de la comprensión de la realidad desde dentro. Es un si incondicional con la realidad, que nace cuando han desaparecido todo tipo de reclamos, de expectativas.

Las imágenes de Buda expresan la paz del estado de puro testigo de la realidad.
En el budismo tibetano también encontramos representaciones de Buda y de monjes que han realizado el estado búdico, es decir, que han sabido instalarse en el ámbito del sin forma.

Característico de ellos son las representaciones del camino iniciático hacia la realización del nirvana en los mandalas. Ellos han hecho patente que el camino hacia la iluminación esta lleno de refinamiento y elaboración.
Frecuentemente en el centro de los mandalas, se representa el núcleo del estado búdico, como una pareja copulando en total unión. Es la representación de la fusión de la misericordia y de la sabiduría, nirvana y samsara.

TRADICIÓN JUDÍA

 

En la tradición judía aquello que encarna de manera muy especial el Absoluto es la Palabra. Por la palabra se puede buscar y aproximarse al Absoluto porque el Absoluto sin forma se manifiesta por la palabra. Dos son las manifestaciones por la palabra: la Creación y la Torá, el texto sagrado.

La creación es manifestación del Absoluto, y una manifestación que se llevó a cabo por la palabra. Dando nombre, denominando, las cosas adquirieron existencia. Esta es la causa de que cada nombre y cada letra vehiculicen el sin forma e inviten a descubrirlo. Cómo también hace falta descubrirlo en el texto sagrado, en la palabra recibida como revelación. En cierta manera, la realidad entera es una Torá, un texto sagrado.

En la realidad como texto cósmico y en la Torá como texto concreto, es posible recibir noticia del sin forma. Todo nos habla de aquel que ningún nombre puede designar. Todo tiene nombre excepto Él, puesto que un nombre el acotaria, lo limitaría, ya no sería lo todo. Así Yahve, el Tetragrama, [la yod la he la vav y la he] no es el nombre de la Realidad absoluta, sino un símbolo impronunciable para orientar la mente y sentir el sin forma.

Teniendo esto presente, la concreción plástica del Sin forma en la tradición judía será el texto: en la antigüedad, el texto en las 2 tablas, las 2 tablas transportadas en el arca de la alianza.

Y a lo largo de los siglos, hasta hoy, la Torá, lugar de encuentro con el Absoluto, símbolo por antonomasia, de la presencia infinita e inefable. Los rollos de la Torá ocupan lugar de honor en las sinagogues, en un armario que es como un sagrario, recubierto con tejidos delicados. La vida cultual, las celebraciones, la meditación… todo gira entorno a los estimados y venerados rollos de la Torá. Y como núcleo del núcleo de los rollos, como núcleo del núcleo de la Presencia infinita, del sin-forma, el Tetragrama, formado de consonantes mudas, aquel nombre que no puede ser un nombre, sino un símbolo que apunta más allá de todo nombre y toda forma.

CRISTIANISMO

 

 

La tradición cristiana, tiene también su manera peculiar para apuntar al Absoluto. Habla del que no se puede hablar, acota lo que no se puede acotar, da formas al que no tiene ninguna forma…

Católicos y ortodoxes comparten unas formas comunes para apuntar al mismo: imágenes, pinturas, iconos…cojamos tres: La Trinitat, la cruz, y la madre de Dios.

La Trinitat enlaza tres aspectos, tres formas, que hablan del que no se puede hablar pero que apuntan y sirven de guía, todas tres, para poder escapar de ellas. La Trinitat apunta a que el Absoluto, Dios inmanifestado es como un Padre: benevolente, atento, amoroso, protector, que crea y se manifiesta en Jesús de Nazaret, un hombre, el Hijo, para poder ver en él y así despertar en nosotros, el aliento, el Espíritu. La manifestación hace patente la no manifestación.

Tres figuras que han tenido más o menos peso y significación en diferentes momentos históricos y culturales. Así el Espíritu ha tenido mucha importancia en las iglesias orientales como figuración de la Sabiduría. Las sociedades medievales subrayaron la figura del Hijo, como rey y señor, identificado con el poder político. Mientras que en el Renacimiento el centro lo ocupa el Padre creador de un universo y de un ser humano que se veía con nuevos ojos.

La cruz: En el caso de Jesús, la manera que vivió en él mismo el Absoluto, lo trajo hasta el extremo, hasta la cruz. La certeza de esta presencia, de esta comunión con el Absoluto hasta hacerse Uno con él, cuando se vive con radicalidad, está por encima de todo, incluido la propia vida.

La manifestación, Jesús, hace patente en la cruz, un amor que lo trae hasta la muerte; manifiesta que Dios es amor. Este Absoluto como amor es lo que manifiesta el Cristo en la cruz.

La virgen Maria: Es una forma de la divinidad, expresada como una madre, hace las funciones de la diosa madre: la fertilidad es sagrada, y la virgen ocupará el lugar de una diosa de la fertilidad, diosa de la tierra con las tres características de la maternidad.

La reforma luterana elimina toda imagen y representación para remarcar la no-forma del sin forma, y así evitar los elementos que pueden atraer a la idolatria.

Si Dios el Absoluto, supera toda representación, no se puede representar, toda imagen, toda forma tiene destellos de idolatria. Entonces será la palabra, la lectura de los textos sagrados la que asumirá todo el peso de la revelación.

ISLAM

 

La representación de lo divino en el Islam

La espiritualidad islámica, nacida en la immensidaddel desierto de Arabia y del infinito cielo estelar, impregnada en un principio de valores semitas, dio origen a una concepción artística de Dios y del divino no figurativa y anti-narrativa, caracterizada, fundamentalmente, por el aniconismo, es decir, a ausencia de imágenes, y no pasa por la iconoclàsia, como a veces se ha dicho por error.

Al prescindir de toda imagen que invite al hombre a fijar su atención en algo exterior a sí mismo y a cosificarlo, se crea un vacío contemplativo que cuentes d?encarcelar la mente o conducirla hacia un mundo imaginario, disuelve toda fijación mental liberando la conciencia de todo tipo d?ídolos interiores. Si al cristianisme, por ejemplo, Dios se hace hombre encarnándose, a l?Islam s?inverba, haciéndose palabra, primero dicha y más tarde bellament hace falta.ligrafiada.

La caligrafía constituye el arte islámico por excelència. Hace de la palabra divina letra sonora. Y es que en cierta manera, es anàloga a la música, puesto que tiene en cuenta aspectos métricos, rítmicos, harmónicos y además se presta a ser recitada.

Pero con su expansión histórica, el Islam deja paulatinamente de ser árabe y semita para acontecer cada vez más indoeuropeo: persa, turco, indio, dando nacimiento a un nuevo arte islámico, ahora sí figurativo, como la miniatura persa, que recreará incluso la imagen del propio Muhammed -y otros profetas-, transmisor del verbo divino coránico.

DESDE EL ARTE CONTEMPORÁNEO

 

 

La representación del Absoluto en el arte contemporáneo constituye una nueva variante de una representación desatada de formas divinas.

En un entorno cultural en que los dioses dejan de regir el mundo y de constituir el eje de toda significación, dejan de ser formas aptas para significar la vivencia del absoluto. Esvanits del escenario de vida, no pueden simbolizar su esencia ilimitada.

Cuando los dioses dejan de ser formas capaces de vehicular la no-forma de toda forma, la sede de la expresión será la forma misma? cada una de las formas copsades más allá de sus límites y condicionants particulares-.

Varios artistas definen el esfuerzo del arte del siglo XX y su abstracción, como el intento de poner delante de los ojos, del corazón y de la mente, la no-forma de toda forma: un desnudar la no-forma de cualquier anécdota o particularidad para conservar sólo su perennidad, su esencia absoluta. Una abstracción que indagan tanto los artistas abstractos como los figurativos.

Desde el punto de vista del trabajo del artista, la obra de arte será el fruto de este despullament. Un esfuerzo que quiere poder ofrecer al espectador un tast, una posibilidad de Absoluto.

Las imágenes elegidas por este apartado acompañan las reflexiones de algún artista sobre las formas del sin forma.

(textos e imágenes de: Kandinsky, Balthus, Matisse y Rothko)

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.