Como se educa la gestión de las empresas en las sociedades del conocimiento occidentales. Un problema mal planteado por Queralt Prat-i-Pubill

Los inicios de la educación en la gestión fueron prometedores, el posteriormente proclamado santo, Bernardino Albizzeschi de Siena publicó, a inicios del siglo XV el primer panfleto sobre gestión, y un poco más tarde el Franciscano Luca Pacioli en 1494 publicó el primer libro sobre contabilidad, inagurando el inicio de la educación en la gestión y dirección de organizaciones. Fue en París, en el año 1819, donde se desarrolló la primera institución dedicada específicamente a educar en la gestión, y un poco más tarde en el año 1852 en Amberes, Bélgica se constituyeron las primeras escuelas de educación superior el Institut Supérieur de Commerce de l’Etat y el Institut Supérior de Commerce Saint Ignace (Engwall & Zamagni, 1998).

El impulso en establecer la gestión de empresas como estudios universitarios se realizó por un doble motivo, primero para aumentar el estatus de los comerciantes y empresarios, que eran pujantes económicamente pero no tenían relevancia social y segundo porque se reconocía que el crecimiento de las empresas y actividad comercial era tan rápido que no habían suficientes personas preparadas para dar respuesta a este crecimiento. En estos inicios los estudios eran eminentemente técnicos y aunque con status “universitario” no gozaban de prestigio académico. El desarrollo de los mercados promovió que las empresas no fueran únicamente organizadas por los propietarios o familiares, sino que una nueva clase de gestores a sueldo fue creciendo y los estudios fueron ganando en importancia y transformándose paulatinamente en más especializados en gestión.

Ahora, a pesar de estos inicios tan respetablemente éticos,  las escuelas de negocio son el focus de atención por diversos organismos, como por ejemplo las Naciones Unidas y su PRME, por asociaciones como GFME, BIS, y algunas asociaciones de acreditación universitaria como AASCB y EQUIS que presionan para que las escuelas de gestión integren la ética, temas de responsabilidad social y de sostenibilidad. Además de esta presión institucional, en la sociedad también está muy difundida la relación entre las escuelas de gestión, el sector financiero y la crisis económica mundial que atravesamos.

Diversos estudios han propiciado cambios paulatinos en la educación en la gestión, así sendos informes de la Fundación Carnegie y Ford en los años 50 destacaban que lo que se enseñaba en la gran mayoría de las universidades de gestión no tenía el rango académico por la baja cualidad de los profesores, de las materias y de las pedagogías utilizadas. Otro informe relevante fue el de la asociación AASCB en 1988 que advertía que lo que se enseñaba en las escuelas de negocio era demasiado académico, demasiado reducido y demasiado irrelevante. En la actualidad el último informe de la Fundación Carnegie (Colby, 2011) plantea la necesidad de repensar la educación en la gestión de empresas, este informe resalta que los futuros gestores de empresas tienen que tener una mentalidad amplia, capaz de gestionar la complejidad, por tanto con capacidades de comprensión de diversas personas y culturas y una mentalidad crítica y responsable ante los retos que se enfrenta la organización. Estas propuestas desarrolladas en los USA han sido estudiadas y replanteadas en Europa.

Además de esta llamada a la moralidad o más modernamente llamada responsabilidad por instituciones y académicos de otras disciplinas, existe una crisis de legitimidad a nivel interno de las escuelas de gestión. Las universidades en gestión, como todas las demás universidades, se dedican a la investigación, y por lo tanto desarrollan un saber científico para que sea aplicado por los gestores de organizaciones, para que estos puedan desarrollar mejor su tarea. Sin embargo, no sólo se advierte que la investigación ha llegado a ser un fin en sí mismo sin conectarse a los problemas de la realidad a los que los gestores tienen que dar respuesta, sino que aparecen múltiples voces que advierten que las hipótesis detrás de los métodos de investigación y posteriormente su enseñanza están destruyendo la gestión de empresas (Ghoshal et al, 1999; Ghoshal, 2005). Porque dejan de lado el desarrollo de actitudes y aptitudes que son clave para cualquier emprendimiento humano, al mismo tiempo que dan un enfoque y relevancia a las variables de optimización a corto plazo que son totalmente contraproducentes para el desarrollo de la organización a largo plazo. Aquí conviene destacar que este artículo es sobre “como se enseña” no “cómo es” la gestión de empresas, porque en este caso el universo a describir sería mucho más variado que las temáticas estandarizadas que las escuelas de gestión consideran relevante para investigar y enseñar y en una de las cuales nos centramos en este artículo.

El poder de las organizaciones en el siglo 21 es evidente, algunas son más poderosas y más ricas que muchos países.  La élite de estas organizaciones se educa en las escuelas de gestión, por tanto cualquier cambio en la educación de los futuros gestores podría afectar rápidamente como organizamos nuestro mundo. Muchas escuelas de gestión están estudiando diversas propuestas de como educar a los futuros gestores para favorecer que la gestión organizacional sea beneficiosa para la sociedad y al mismo tiempo proveer a estos estudiantes con las capacidades y habilidades apropiadas para gestionar las organizaciones del siglo 21.

Vamos a centrar nuestro escrito en una de las aproximaciones más de moda en las escuelas de gestión y vamos a criticar las hipótesis sobre las que se basa, desafortunadamente a pesar de las buenas intenciones de los impulsores y participantes en estos proyectos de innovación educativa el resultado es ineficaz, nulo e incluso contraproducente para poder afrontar la crisis axiológica que vivimos.

La propuesta se denomina: Humanidades o “Liberal Education” en la educación en la gestión de las organizaciones. Las dos palabras son fluidas y engloban conceptos muy diferentes. Nuestro propósito no es definir estos términos, porque tendríamos que hacer un excursus histórico sino que lo que pretendemos es dar una somera explicación de los vocablos y a continuación pasar a detallar las hipótesis que están presentes cuando se utilizan estos términos en las escuelas de gestión.

Según los defensores de estas propuestas educativas, el estudio de las humanidades, enseña a mirar el mundo, a ver más allá de los parámetros estrechos de la rutina diaria. Además el humanismo se centra a desarrollar la totalidad de la persona, por tanto, no sólo su sensibilidad, sino también la racionalidad y la justicia. El humanista es aquel que sopesa con su razón crítica su vida. A este planteamiento se acerca una concepción moral y valoral que se centra en la formación del carácter. Para otros lo fundamental del estudio de las humanidades y artes liberales es que permite a los estudiantes dar sentido al mundo y comprender su situación personal en él, por tanto les ayuda a contextualizar la gestión de las organizaciones de una manera más responsable. Este enfoque del Liberal Arts y humanidades serían capaces de dar respuesta a las dos problemáticas, la axiológica y la de capacidades y aptitudes que los estudiantes tienen que cultivar para gestionar las empresas del siglo 21.

Este acento tan marcado en el hombre como centro de la educación se contrapone a la educación especializada, técnica que predomina en las escuelas de gestión. Se diagnostica que es debido a que la ciencia y la técnica presentan un conocimiento fragmentado que se fomenta una aproximación a la vida organizativa no holística, porque sólo se tienen en cuenta la eficacia y la eficiencia y por tanto se favorece comportamientos inmorales. La ciencia y la técnica se conceptualizarían como un polo de la contraposición, siendo el opuesto las humanidades. En esta “lucha” universitaria se proclamaría ganadora la ciencia y la técnica que paulatinamente irían conquistando los espacios universitarios que las humanidades fundaron. Ahora se explicita que las humanidades tienen que retomar el espacio que perdieron, porque la necesidad de una visión holística y humana es fundamental para dar respuesta a los retos plantados y para promover la ciudadanía democrática. Este énfasis en destacar la importancia de las humanidades no es específico de los estudios de gestión sino que se demanda que vuelvan a ser el centro en los estudios universitarios en general (Nussbaum, 2012).

Nuestra aportación consiste en afirmar que este “rescate” de las humanidades no nos permite plantear una buena respuesta a la situación actual. La base de nuestra argumentación es que vivimos de la investigación y creación de nueva ciencia y tecnología y es a partir de esta constatación de donde se deduce las problemáticas y posibles soluciones.  La investigación acelerada de la ciencia y la tecnología nos afecta de dos manera muy importantes. Primero, esta ciencia y esta tecnología está siendo usada para explotar a las personas, sociedades y al planeta. Una explotación acelerada que incrementa los desequilibrios sociales y afecta a la sostenibilidad del planeta.  Segundo, estas nuevas ciencias y tecnologías permiten la creación de nuevas interpretaciones y valoraciones del mundo, esta es la primera vez en la historia de la humanidad en que esto se convierte en clave para poder sobrevivir. Esto es así porque las nuevas interpretaciones y valoraciones favorecen el desarrollo de la creatividad y la innovación que es el eje de la sobrevivencia económica. Sin embargo, a pesar que este nuevo modo de vida abre posibilidades insospechadas de desarrollo creativo humano, hay seres humanos que no son capaces de vivir bajo estos parámetros valorales de continuo cambio, y esto es así porque no han sido educados para ello.  Aunque hemos explicitado dos dificultades a raíz de la investigación y creación acelerada de nuevas interpretaciones y valoraciones, en realidad, la crisis podría incluso resumirse más. Es una crisis axiológica, porque se permite la explotación de los seres, las sociedades y la naturaleza al mismo tiempo que no se tiene orientación ni capacidad para gestionar estas nuevas valoraciones e interpretaciones continuamente cambiantes de la ciencia y la tecnología.

A continuación realizamos una recopilación, no exhaustiva, de las diversas justificaciones por las cuales las humanidades y las liberal arts se presentan como clave para dar respuesta a la actual crisis, según ellos de moralidad, y responsabilidad así como un nuevo enfoque en las capacidades humanas relevantes para la gestión del siglo 21, que dejan de ser científico-técnicas para ser humanas.   Explicitamos sus justificaciones en forma de miedo que se presenta subyacente a sus argumentaciones sobre la necesidad de enfocar las gestión en las humanidades y liberal arts.

 

Los diez miedos a los que da respuesta las aproximaciones de humanidades y liberal arts en la gestión de las organizaciones

Miedo 1:

Estamos perdiendo la fuente de nuestra cultura occidental, no conocemos nuestra historia, nuestras raíces. Si no conocemos el pasado no tenemos identidad, seremos “poco humanos”.

Miedo 2:

El siglo 21 necesita innovación, creatividad y nuestro arte y expresiones artísticas trabajan precisamente en este ámbito, si no conocemos y estudiamos estas propuestas no podremos ser creativos.

Miedo 3:

En el siglo 21 predomina la técnica y la ciencia, sólo cuantificamos pero no somos capaces de apreciar lo “bueno” de la vida, lo que tiene calidad. Estamos educando a máquinas no a seres humanos.

Miedo 4:

En el siglo 21 predomina la técnica y la ciencia, esto significa fragmentación y especialización, no es bueno, lo que necesitamos es un pensamiento holístico y un ser humano integral.

Miedo 5:

En el siglo 21 predomina la técnica y la ciencia, esto mira al futuro y deja de lado la tradición, el conocimiento que hemos desarrollado durante siglos. No podemos despreciar este valor.

Miedo 6:

En el siglo 21 predomina la técnica y la ciencia, vivimos sin valores, o mejor dicho con los valores de eficacia y eficiencia que son valores no humanos, son valores económicos. Las humanidades nos proporcionan los valores humanos.

Miedo 7:

En el siglo 21 predomina la técnica y la ciencia, invade todas las parcelas de la vida del individuo y este se vuelve instrumental en todas sus actuaciones, no es verdaderamente humano. Las humanidades enseñan que las personas no son instrumentos.

Miedo 8:

En el siglo 21 predomina la técnica y la ciencia, éstas no crean sentido, el sentido lo crean las humanidades. A través de su estudio podemos saber lo que es humano y el sentido de nuestra existencia.

Miedo 9:

En el siglo 21 predomina la técnica y la ciencia, que son amorales. Las humanidades construyen las responsabilidades, la ética, la moralidad.

Miedo 10:

En el siglo 21 predomina la técnica y la ciencia, que son sin sensibilidad. Las humanidades educan la sensibilidad.

Por tanto,  el estudio de las humanidades solucionan estos miedos y se justifica como central a la educación en la gestión de las organizaciones y no como un ornamento refinado en la cultura de la persona. La integración de contenidos humanistas y contenidos técnico-ciéntificos permite el desarrollo de la persona holística. En resumen la conclusión que está presente en la propuesta es: “hemos llegado a la situación en la que estamos porque hemos dado demasiada relevancia a la ciencia/técnica y la respuesta consiste en recuperar el estudio de las humanidades y liberal arts, para que exista el equilibrio necesario”. Según esta aproximación, rescatando las humanidades y los liberal arts se consigue solucionar el problema axiológico y desarrollar las capacidades y actitudes adecuadas para la gestión de las organizaciones del siglo 21.

Nuestra hipótesis es totalmente diferente, para nosotros, la sustitución paulatina de las humanidades por los estudios científicos y técnicos fue un proceso lógico y necesario de las sociedades occidentales. No un error, como están asumiendo las actuales aproximaciones de recuperación de las humanidades en la gestión. Las humanidades no se entendieron como útiles para el desarrollo económico y social, y fueron siendo relevadas por la ciencia y la tecnología. Por tanto, en el reclamo actual por recuperar las humanidades y liberal arts se tendría que justificar qué es lo que ha cambiado en la situación actual para requerir el retorno de los estudios de humanidades.

Para nosotros,  las Humanidades y Liberal Arts no han explicitado correctamente el problema actual que nos atenaza y por tanto no funciona la solución propuesta. A continuación pasamos a cuestionar las hipótesis base de la aproximación humanista/liberal arts para acabar de mostrar lo inadecuado de la aproximación.

  1. La ciencia/técnica es central y continuará siéndolo porque de momento es el sistema más avanzado que hemos encontrado para prosperar. No lo sustituiremos ni lo dejaremos de lado.
  2. Las primeras universidades sólo enseñaban lo que hoy denominamos humanidades, paulatinamente estos conocimientos fueron siendo desplazados y marginados porque no favorecían el desarrollo de la ciencia y la técnica. ¿Cómo pueden las actuales humanidades fomentar el desarrollo de la ciencia y la técnica? ¿Pueden las humanidades/liberal arts dedicarse a esto?
  3. La ciencia y la técnica se desarrollan aceleradamente. El conocimiento y sus aplicaciones se fragmenta y especializa continuamente. Esto no es negativo, es la conquista creciente de nuevos ámbitos de investigación. Sólo con la posibilidad de continua especialización y expansión en el saber se puede continuar creando.
  4. La especialización de la ciencia y la tecnología no significa que el individuo viva fragmentadamente.
  5. No se puede afirmar que las humanidades nos proporcionan un conocimiento holístico, porque no vivimos en época de los griegos. Esta afirmación sólo es posible si se entienden las humanidades como la tradición, como unos conceptos y conocimientos fijados, que no cambian, son estables y seguros.
  6. El discurso fragmentación/integración se basa en una concepción de las humanidades como un conocimiento, por eso es posible contraponer ciencia vs. humanidades y liberal arts, de otra manera esta conceptualización no sería posible.
  7. Se defienden las humanidades como necesarias para poder gestionar las empresas, así la técnica y la ciencia sería el centro y las humanidades darían el contexto de actuación. Por eso, las humanidades tienen que integrarse en la educación en la gestión de las organizaciones, para poder integrar los conocimientos técnicos. Así se daría respuesta por ejemplo, ¿si no conoces la cultura china cómo pretendes comercializar productos en china?. En este caso las humanidades/liberal arts serían los conocimientos necesarios de la naturaleza humana que permiten la aplicación de los conocimientos técnicos.
  8. Se defienden las humanidades como parte central de la educación, del desarrollo humano. Se desarrolla en el individuo la capacidad de apreciar la belleza, ser sensitivo, refinado. Esto educará a un individuo más completo, más holístico. No queda claro como un individuo más refinado, con más conocimientos humanistas y de liberal arts, según este esquema, sabrá dar respuesta a las problemáticas que tenemos planteadas.
  9. Ser  más refinado culturalmente y sensitivamente, más racionalmente crítico no implica que el sujeto realizará acciones más responsables.
  10. Se defiende que las humanidades crean sentido y por tanto construyen la identidad y el carácter del individuo. Por supuesto esta creación de sentido es siempre axiologicamente positiva, pero no se define lo que es positivo, porque de alguna manera ya viene dado en el conocimiento humanista/liberal arts, y por tanto no se hace explícito que tenemos que saber crear y gestionar las orientaciones colectivas, por tanto, saber crear y gestionar proyectos colectivos.
  11. No se cuestiona que las humanidades no puedan crear sentido. Si nos paramos a pensar, no queda claro como estudiar la filosofía de los griegos, o la literatura rusa o la caza de brujas del siglo XVI en Inglaterra puede crear sentido.
  12. Se tiene un concepto de la creatividad anclado en las obras artísticas. No se entiende que el científico puede ser igualmente creativo.

Ahora vivimos en una sociedad de riesgo por el poder terrorífico de la ciencias y la técnica (Beck, 1992). Este retorno de las humanidades se nos presenta como la salvación, como el contrapeso necesario a la continua e imparable aceleración de la ciencia y la tecnología. El conocimiento humanista son unas verdades que nos hacen comprender quiénes somos, nos aportan un conocimiento holístico en comparación con uno fragmentado y sin sentido (porque según las humanidades las ciencias son sólo partes). Sin embargo, la ciencia y la tecnología no dejará de crecer y parcializarse, es imposible un conocimiento como lo plantearon los griegos con la Paideia, ya Diderot aceptó que su enciclopedia era un compendio del conocimiento hasta entonces presente, pero que de ninguna manera se podía tener una visión unitaria, como si el conocimiento tuviera una fuente, unas leyes de la que todo nace, y por tanto que pudiera ser conocido holísticamente.

 

Los supuestos subyacentes a las aproximaciones de las humanidades y liberal arts

En resumen, en la aproximación de las humanidades y liberal arts subyacen un determinado modelo de individuo, un determinado modelo de lo que es la educación en las humanidades y las liberal arts, con una epistemología mítica y finalmente la no detección, ni la necesidad de desarrollar una epistemología axiológica. A continuación pasamos a detallar estas tres dimensiones que de alguna manera están relacionadas, ya que la concepción del individuo les permite mantener una epistemología mítica y al mismo tiempo les impide detectar que se necesita desarrollar una epistemología axiológica.

La antropología que subyace a la aproximación de las humanidades y liberal arts es la de un individuo autónomo y autárquico que se tiene que educar. Según esta aproximación, estamos en crisis porque los individuos no están suficientemente educados, por eso es fundamental que estudien las humanidades y las liberal arts. Esto es paradójico porque aunque los individuos son comprendidos como autónomos y autárquicos, y por tanto, tienen en suficiencia todo lo que necesitan, se consideran deficientes, y es a partir de la educación de las disciplinas de humanidades y liberal arts que se suple esta deficiencia.

El problema es que las humanidades y liberal arts son concebidos como contenidos que se “saben”, es decir como un conocimiento racional, como una materia. Tal como se conciben no llegan a la sensibilidad, y entonces puede suceder que a nivel superficial los estudiantes sean capaces de ser muy humanistas en sus conocimientos, pero la misma aproximación a este conocimiento humanista no ha permitido que este humanismo sea constituyente, de raíz. No ha sido capaz de llegar a la sensibilidad. Esto es así porque la aproximación humanista y de liberal arts tiene una concepción del hombre como ser racional. Por tanto, para ellos, si el ser humano entiende las disciplinas humanistas se seguirá que actuará acorde con lo que sabe, por tanto cuando esto no es así dicen que el individuo no es ético, es irresponsable o inmoral. Esta aproximación racionalista niega que el ser humano valora su actuación accediendo a su sensibilidad, como los demás animales. La lengua es el sistema que utilizamos para transmitir estas valoraciones, y la lengua nos constituye como seres viables capaces de interactuar con el medio y los otros. Nuestra condición lingüística y nuestra indeterminación genética muestran nuestra condición simbiótica. Esta constitución a través de la lengua tiene ya asociado ciertas valoraciones que pueden cambiar. Por tanto, es una constitución de raíz. Así, puede suceder y sucede que individuos muy humanistas y muy liberal arts son capaces de ser poco éticos, irresponsables e inmorales, porque la aproximación de las humanidades y liberal arts se ha producido a nivel superficial, a nivel racional, pero no ha afectado el nivel profundo de constitución del individuo y por tanto se ha manifestado el esquema básico de explotación que la aproximación de liberal arts y humanidades considera irresponsable.

Por tanto, para nosotros la solución al problema de la crisis axiológica no es centrarse en la responsabilidad individual. Al igual que no es responsabilidad de un individuo aprender un lenguaje (Chomsky, 2000) sino que el individuo desarrolla el lenguaje al que tiene acceso en una determinada comunidad. Porque tal como observaron Montaigne y Montesquieu el hombre nace indeterminado, y se va formando a medida que se desarrolla físicamente. Así, por ejemplo, se ha demostrado en los estudios etológicos que el cerebro humano continua desarrollándose hasta los 23 años de edad (Morris,1967). El lenguaje es la herramienta con la cual el ser humano “aprehende” el mundo, lo simboliza con palabras, lo que hay está sujeto a nuestra capacidad perceptiva y a nuestra creatividad en cómo lo “aprehendemos”. Por tanto, el desarrollo del ser humano significa desarrollar esta capacidad de “aprehender” el mundo, de darle sentido. Nadie decide darle sentido al mundo conscientemente, sino que ya de entrada nacemos en un mundo lleno de sentidos. Por tanto, el sentido nos constituye, sin sentido seríamos incapaces de actuar o iríamos irremediablemente a la muerte, porque no seríamos capaces de sobrevivir. Esta diversa concepción antropológica permite el desarrollo de la epistemología axiológica que se focaliza en construir el conocimiento necesario para la construcción de sentidos colectivos cambiantes, como veremos más adelante. La focalización de las humanidades en la creación de sentido se puede entender como un sub-sentido de este sentido central y constituyente que para nosotros es comunitario porque somos simbióticos, y que es el centro de nuestra investigación.

Por tanto, una educación humanista y liberal arts con la concepción subyacente del individuo como individuo racional y autárquico no puede ser adecuada.

Este humanismo y liberal arts en su mayor parte se concibe como unos contenidos, que son la tradición, la base de la cultura occidental. Por tanto, se concibe lo que es el humanismo desde una epistemología mítica, es decir, el humanismo es lo que se encuentra en los textos filosóficos, de literatura, de historia que describen, entienden y dan la visión de lo que es el hombre. O a lo más se entiende que aunque el humanismo no está en esos textos si que es a través de esos textos que llegamos a descubrir el humanismo. A pesar que se entiende que el  humanismo es una cualidad del individuo, se defiende que es el estudio de las disciplinas humanistas lo que se requiere para el desarrollo de esta cualidad. Es decir, a nuestro parecer, se da un salto conceptual al pensar que disciplinas de humanidades desarrollan la humanidad de los estudiantes. No tiene porqué ser así, tal como hemos explicitado.

Nuestra concepción del hombre es radicalmente diferente, lo consideramos un individuo simbiótico. La constante innovación en ciencia y tecnología ha requerido este cambio en la concepción del hombre. Así, es un individuo autónomo pero siempre en continua comunicación con los otros porque tienen dependencias mutuas, por tanto no es un individuo autárquico. Esta visión antropológica del hombre trae aparejado la necesidad de una nueva epistemología, una epistemología axiológica. Y esto es así, porque si necesitamos entendernos como individuos autónomos comunicándonos con los demás necesitaremos ser capaces de desarrollar proyectos motivantes para estos individuos simbióticos y por tanto, tendremos que desarrollar un saber de como crear estos proyectos cohesionadores y motivadores.

Así queda claro que desde nuestro punto de vista, no se pueden solucionar los problemas que tenemos planteados concibiendo los individuos como racionales y autárquicos, y por tanto, la solución del problema no puede ser una llamada moralizante o una clama a la responsabilidad del individuo. Si no llegamos a la raíz de la constitución del individuo, de las valoraciones de la realidad no podemos esperar que una educación racional de las humanidades y el liberal arts puedan proporcionar la solución, y por tanto no es conveniente que se clame por una acción ética, moral o responsable y se culpabilize al individuo, cuando estos que culpan no han creado ninguna solución viable. Quedaría por estudiar si son aunque bien intencionados ignorantes o bien hipócritas o directamente unos aprovechados que se colocan en el bando ganador “el bueno” y sacan partido de la situación de crisis. Así con este tipo de propuestas sólo favorecemos el desarrollo de estudiantes esquizofrénicos en el sentido que tienen una raíz constitutiva de explotación y un barniz humanista, responsable que se sienten con la obligación de actuar pero sin ser auténticos.  O hipócritas que saben que no sienten el humanismo pero actúan cómo si fueran, y evidentemente su actuación por un motivo u otro se acaba demostrando no humanista.

 

Un pequeño apunte a las aportaciones, mindfulness y espirituales en la gestión de empresas

 

Algunos académicos ya advierten que las propuestas humanistas y liberal arts no pueden dar respuesta a la actual crisis, porque no trabajan la parte constitutiva del ser humano, su espíritu. Estos planteos basados en una concepción antropológica, más o menos velada, de cuerpo/espíritu tampoco son solución a la crisis axiológica. Estas aproximaciones, de muy buena voluntad, no son capaces de dar respuesta a la crisis axiológica actual, porque se centran en que el individuo pueda vivir mejor en la situación actual de explotación del medio, personas y sociedades. Por tanto, tampoco son respuesta, incluso se podría argumentar que pueden asegurar la perdurabilidad del sistema porque hacen invisibles los elementos sobre los que se podría incidir para cambiar las orientaciones individuales y colectivas, y permiten a los individuos poder gestionar mejor las dificultades en las que viven.

En conclusión

El enfoque actual en las humanidades y liberal arts está mal planteado. La respuesta no está en un retorno a las humanidades, no nos funcionaron, sino que tenemos que desarrollar una nueva respuesta al problema de la crisis axiológica.

Retomando el problema en sus dos caras, el de la explotación continua y la dificultad de los individuos a la creación y adaptación continua a los cambios en las interpretaciones y valoraciones de la realidad. Sólo creando una respuesta a estas dos facetas podremos seguir creando e innovando y por tanto sobrevivir. Sin embargo, la aportación de las humanidades, sitúa el problema de la crisis axiológica y de explotación continua en una opción del individuo, es su responsabilidad, que tiene que ser educada racionalmente. Y su objetivo es contrarrestar la influencia de la ciencia y la tecnología. Tenemos en común que sabemos que la ciencia y la tecnología no nos pueden dar las orientaciones adecuadas, precisamente porque el método que sigue la ciencia para avanzar es desprenderse de cualquier contenido axiológico que pueda sesgar el estudio de la realidad. Por tanto, no es cometido de la ciencia decidir qué mundo queremos, sino que nuestras sociedades tienen que decidirlo. Pero la hipótesis del humanismo y liberal arts es que individuos humanistas realizaran esta orientación, basado en el saber humanístico presente en nuestra tradición occidental. En cambio para nosotros la respuesta no está en el pasado sino en el desarrollo de proyectos axiológicos, que motiven a individuos simbióticos a colaborar. Por tanto, necesitamos desarrollar un conocimiento sobre lo axiológico, la epistemología axiológica.

Así, la aproximación actual a las humanidades y liberal arts no se plantea como desarrollar estas orientaciones colectivas. Esto es así, porque asume que estas orientaciones están presentes en el pasado. Según estas aproximaciones es a través del estudio de las humanidades y las liberal arts que entendemos lo que es valioso, y por tanto como debemos orientarnos nosotros y nuestras sociedades. Así en esta idea, están presentes:

  1. El individuo se entiende como autárquico y racional, así se explicita que estudiando las humanidades y las liberal arts se desarrollan individuos humanistas.
  1. una epistemología mítica, que en el pasado está descrito como es la realidad, como es el hombre. Está ya definido lo que es bueno, cómo tenemos que vivir, como tenemos que dar sentido y cómo tenemos que ser responsables. Es decir, todo ya está dado, y se trata de estudiarlo para sacar toda su riqueza y poder aprovechar más de dos mil años de historia. Si no estudiamos esto, es evidente que tendremos sociedades en crisis.
  2. una no detección de la necesidad de la epistemología axiológica, porque si tenemos individuos humanistas entonces sabremos orientar nuestras sociedades. El individuo humanista es el centro de la resolución de la crisis.

La aproximación que se plantea no es capaz de constituir al individuo, sino que lo hace hipócrita o esquizofrénico, porque el sistema continua siendo explotador a todos los niveles. Así, estas humanidades y liberal arts tal como se plantean son descafeinadas e ineficaces.

No se entiende que nuestras sociedades son radicalmente distintas a aquellas en que el estudio de las humanidades era clave. Ahora somos sociedades de innovación, y por tanto, las humanidades no pueden ser entendidas como contenidos, como comprensiones fijas de la realidad, sino que tenemos que imaginarnos un nuevo tipo de humanidades, que seguramente tienen que tener otro nombre para evitar caer en el uso de la palabra llenas de supuestos acríticos.

No podemos tomar las humanidades ni el liberal arts ni el mindfulness tal como nos vienen sin remodelarlas a unas sociedades que viven de la ciencia, de la técnica, que están continuamente innovando, por tanto, las humanidades  no significan un retornar a lo que es holístico, integral del ser humano. Por tanto, no podemos esperar que los estudiantes de las escuelas de negocios tengan un conocimiento generalista, sino que éste será parcial. Por tanto, necesitaremos que los diversos individuos sean capaces de colaborar y cooperar con otros individuos que son tan especializados como ellos en sus áreas de conocimiento. Por tanto, cooperación, espíritu de servicio mútuo, requieren de una indagación personal y profesional. Centrándonos en las humanidades y liberal arts hacemos un daño irreparable, no es inocuo, a nuestras posibilidades de crear soluciones a la crisis axiológica.

 

Referencias

Beck, U. (1992). Risk society, towards a new modernity. London: Sage Publishers

Colby, A., Ehrlich, T., Sullivan, W. M., & Dolle, J. R. (2011). Rethinking undergraduate business education: Liberal learning for the profession. San Francisco, CA: Jossey-Bass

Ghoshal, S., Bartlett, C. A., & Moran, P. (1999). A new manifesto for management. Sloan Management Review, Spring 

Ghoshal, S. (2005). Bad management theories are destroying good management practices. Academy of Management Learning & Education, 4(1), 75-91

Morris, D. (1967). The naked ape : A zoologist’s study of the human animal. Canada: Bantam Book

Nussbaum, M. C. (2012). Not for profit : Why democracy needs the humanities. Princeton, N.J.; Woodstock: Princeton University Press.