Entrevista a VALARIE KAUR – EN EL OJO DEL HURACÁN*

11 de Septiembre de 2001: la organización terrorista Al Qaeda se responsabiliza del peor ataque sufrido por Estados Unidos en toda su historia. A los pocos días cae brutalmente asesinado el sikh Balbir Sodhi, en medio del huracán de recelos, terror y odio que sacude todo el país. Su culpa: un turbante demasiado parecido al de los miembros de Al Qaeda. Empezaba la guerra de los americanos contra los otros.
Valarie Kaur tenía en ese momento 20 años y decidió interrumpir temporalmente sus estudios. Recorrió el país cámara de video en mano, recogiendo las historias y experiencias de los otros. Cinco años después veía la luz el documental Divided we fall.

Sé que la pillo en Nueva York en un encuentro: «Mujeres y religión en el siglo XXI». La veo en el programa con tres conferencias en tres días…
Sí, me han pedido que hable desde la perspectiva sikh; el primer día como realizadora de cine, el segundo como estudiosa de las escrituras sikhs y el tercero como mujer americana sikh… ¡ya ve!

Su película plantea precisamente la cuestión de qué significa ser americano. En su caso, ¿la pregunta surgió con los hechos del 11-S, o ya antes?
¡Mucho antes! Lo que hizo el 11-S es transformar una incomodidad individual en una inquietud colectiva. Yo digo que mi infancia fue como un «medio camino» de todo. Mi abuelo llegó a California en 1913; en las tierras que cultivó nació mi padre, y luego yo. Soy pues americana de tercera generación, y eso es poco común en la comunidad sikh americana. Mis compañeros en la escuela me hicieron notar -de formas a veces muy crueles- que era diferente. Pero también era una extraña en el gurdwara donde la mayoría de mis condiscípulos eran hijos de inmigrantes indios que hablaban un punjabí fluido y llevaban verdaderos nombres sikhs. Mi punjabí dejaba mucho que desear ¡y me llamo Valarie!

¿Y qué es lo que la hacía diferente en la escuela? ¿Podría concretarlo?
Es interesante, porque yo vestía como todo el mundo, ni tenía acento, sacaba muy buenas notas, no llevaba ningún signo externo que me identificara pero… ¡no era cristiana!

¿Excluida por la religión?
Sí, mientras unos se empeñaban en convertirme al cristianismo, para otros no era lo bastante sikh. Me consideré «normal» hasta que me hicieron notar lo contrario. Mi casa era una casa «normal», mi padre un biólogo marino, mi vida era cómoda… Creo que comprender lo que me hacía diferente es lo que me empujó al estudio de las escrituras sikhs. Y en cierto modo a realizar este documental.

Lo del nombre quizás responde al deseo de facilitar su integración…
Sobre todo es síntoma de tercera generación. Mis padres ya habían nacido aquí, no se les hizo extraño elegir un nombre que les gustara, aunque no fuera sikh. Ahora se suele poner el nombre sikh y un sobrenombre americano para usarlo en la escuela.

En cuanto a los apellidos –perdone el comentario- pero tantos «singh» y «kaur» -leones y princesas-…
Piense que cuando Guru Gobind Singh inició esa costumbre el apellido era indicativo de la casta: dejar atrás los distintivos igualar a todos «por la banda alta»… Singh y Kaur… un título que recuerda a cada uno lo que es, algo que no tiene nada que ver con clases sociales. No, no es pretencioso. Es una llamada a la responsabilidad humana y a no dejarse pisotear…

Contra las distinciones por motivo de casta, de religión, de género… es lo que enseña el sikhismo ¿verdad?
La visión del Uno es el eje de la teología de Guru Nanak. De la comprensión de esa Unidad profunda de todo surge la compasión hacia todo, un amor que abre y supera cualquier frontera. Ese es el corazón de las escrituras sikhs. Pero cuando una comunidad se siente amenazada se genera esa tensión entre el deseo de abrir y el de cerrar las fronteras, para protegerse, definiéndose a sí mismo en contra y por encima del «otro». Desde el 11-S esas dos corrientes opuestas están muy presentes en la comunidad sikh, sin ir más lejos.

Los muros invisibles de los que habla a menudo…
Y mientras se mantengan invisibles no se pueden vencer. Para vencerlos hay que conocerlos, en mí, en mi comunidad, en mi entorno, en mi país… Es lo que pretende Divided We Fall. La ignorancia mata. Cuando se piensa en términos de «nosotros» y de los «otros», hay un muro ahí que no hará más que alimentar la violencia y la destrucción. Quiero hacer frente a esa violencia, y no quiero hacerlo sola. Por eso escribo, por eso filmo… [ Fuentes: www.indigestmag.com/kaur1.htm y valariekaur.blogspot.com ]

* Esta entrevista está recogida en: T.Guardans; O. Puigardeu. Una historia de las religiones. Octaedro, 2009. pgs. 118-119

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