Cuando la diversidad religiosa se trabaja en el aula: una conversación

Teresa Dalmau (Maestra)
Maria Fradera (Maestra; CETR)
Núria Monteis (Maestra, Licenciada en Teología)
Carme Puigderrajols (Licenciada en Pedagogía)

(artículo publicado en: Perspectiva Escolar, nº 388, verano 2016. Tema monográfico: “Mitos, creencias y religiones”)

Hablamos de las religiones en el aula: hay escuelas en las que acercarse a la diversidad religiosa es una realidad en marcha. Un sábado por la mañana, nos reunimos cuatro maestras para hablar de ello: cómo fueron los inicios, qué es lo que nos empujó a tomar esta opción, como lo vivimos, retos, frutos, carencias, necesidades … escuelas públicas, escuelas concertadas … Como veréis a continuación, cada una de nosotras trabaja en un tipo de escuela diferente. El denominador común es nuestra participación en un grupo de trabajo en CETR (Barcelona), compartiendo inquietudes y tareas desde hace más de diez años; un itinerario de investigación que va tomando forma en algunos recursos concretos (y desde hace unos meses, empiezan a salir a la luz en la web www.otsiera.com).

María Fradera, coordinadora del grupo, nos invita a una primera ronda en la que situemos el contexto en el que trabaja cada una de nosotras.

De dónde venimos, qué hacemos

Teresa Dalmau: Después de un proceso de reflexión del claustro de Primaria, la escuela decidió ofrecer cultura religiosa, como opción libre, de tercero a sexto. Cuando ya hacía un año que se impartía la asignatura, me propusieron hacerme cargo de ella. Si la asignatura hubiera sido «confesional» tengo claro que no habría aceptado, pero una aproximación así, desde la pluralidad, me pareció que era un reto que valía la pena. Entonces no había materiales, ni yo estaba formada… partía de cero. Busqué, leí, iba a charlas … Realmente viví momentos difíciles, no daba abasto, creando la programación y el material sobre la marcha. Después vinieron los cursos de introducción a las religiones aquí en CETR, empezar a trabajar juntas y desarrollar recursos… Eso ya era otra cosa.

María Fradera: Lo recuerdo muy bien. Apareciste justo en los inicios, el curso 1999-2000, ¡y enseguida te «enganchamos»!

Carme Puigderrajols: Yo os conocí en el Fórum 2004, a finales de verano, en el Parlamento de las Religiones, en un taller sobre «Las religiones en el aula», o algo así, donde ya presentasteis una muestra de posibles materiales. Empecé a dar la asignatura de Religión en el noventa, cuando me propusieron una suplencia que se convirtió en asignatura fija; en el 95 una segunda escuela y luego una tercera. Me fui formando sobre la marcha. Realicé unos cursos en el seminario, donde encontré de todo, pero también un profesorado abierto. Yo no sabía nada de religiones, pero el programa que se suponía que había que dar no me satisfacía, notaba que el alumnado merecía otra cosa. Me puse a buscar, y así fue como fui a parar al Fórum; después me apunté al seminario que se ofrecía aquí, «El hecho religioso en la escuela plural», de donde nacieron los encuentros periódicos de los sábados… ¡y así hasta hoy!  Poco a poco fui introduciendo cambios en el programa, introduciendo el conocimiento de la diversidad religiosa y una dinámica orientada hacia la investigación, la reflexión, el diálogo, el intercambio. Hasta que hubo un momento en que tuve claro que lo que hacíamos en el aula no tenía que ver con una opción particular, sino que era un aprendizaje para la vida real, con sentido para todo el alumnado, fuera el que fuera su entorno familiar. Y así lo planteé. Fue, más o menos, en el curso 2007-2008. Solicité, en las tres escuelas, convocar un claustro para poder hablar de ello. Presenté lo que hacía y propuse no dividir los grupos, sino hacer un ofrecimiento para todo el alumnado. Hubo distintas respuestas. En un centro se ha mantenido la separación de los grupos; en los otros dos, con variantes, tengo cursos con sesiones compartidas, con todo el grupo, y otras en las que se mantiene la separación (sobre todo en quinto y sexto). Comprendo que no es fácil, porque tiene que haber un acuerdo explícito de todas las familias. Aunque sólo haya una familia que no quiera oír hablar de ello, tiene derecho a pedir que se mantenga la separación de grupos. Tengo preparada una hoja explicativa de la orientación de las sesiones, los objetivos y los contenidos que trabajamos, pero soy consciente de que estamos pidiendo un cambio de mentalidad que no se lleva a cabo de un día para otro.

Núria Monteis: Yo llego a la escuela muy marcada por el descubrimiento del mundo interior en primera persona, por cómo el silencio y la contemplación (o la atención sostenida) me ayudaban a conectar con la vida; y deseaba que los niños y niñas pudieran descubrir este tesoro, tener experiencia de ello, que formara parte de su proceso de desarrollo. Y entonces me caen los libros de religión en las manos… ¡tan alejados de todo! ¿Cómo compaginar ese temario con las necesidades de las niñas y niños, o con mis inquietudes? Empecé a modificar actividades, elaborar nuevas dinámicas para acercarnos a los temas de fondo … Yo también os encuentré en el Fórum, y luego me apunté a ese seminario. Fue una suerte poder encontrar a alguien en línea con quien poder trabajar. Poco a poco la asignatura ha ido cogiendo vida, me parece que la asignatura va evolucionando conmigo, con cada uno.

Las dos escuelas son muy diferentes. En la de Hospitalet el ambiente es más homogéneo, niños y niñas que provienen de familias de aquella primera inmigración de los años 60, y el referente religioso que tienen les llega mayoritariamente de los abuelos, no de los padres. En cambio, la escuela de Vic se encuentra en un barrio de la periferia y el alumnado es muy representativo de las diferentes oleadas migratorias, más recientes. Hace un tiempo había mucha presencia magrebí; ahora hay más diversidad, la comunidad sij es bastante numerosa, así como la africana (tanto musulmana como cristiana o animista). Cuando hablo, los referentes culturales cristianos son bastante escasos. Por ejemplo, cuando nombro la Cuaresma su referente más cercano para entenderla es el Ramadán.

Objetivos, retos

Núria: ¿Qué pretendo en la clase de religión? Deseo ofrecer un espacio y un tiempo en el que el grupo pueda hacer la experiencia del mundo interior que llevamos dentro, que puedan descubrir y maravillarse con toda la vida que nos rodea, que puedan sentir sorpresa por la vida de cada día y que esto les despierte agradecimiento, interés. Y es como parte de este proceso de descubrimiento que entramos en contacto con el hecho religioso, en su gran diversidad. Y para ello trabajamos mucho el lenguaje simbólico, exploramos los textos: «¿Qué nos querrán decir con esto?», «¿Qué es lo que debieron experimentar aquella gente para que lo dijeran con estas palabras?»

            Hay un doble objetivo en el trabajo del lenguaje simbólico. Entender el porqué de las cosas, de ciertos gestos, palabras, ritos, de donde provienen, aprender a interpretar su sentido, comprender que las cosas no son porque sí, que tienen un significado. Y, a la vez, aprender a utilizar palabras y gestos para expresar lo que va más allá de lo que podemos tocar o describir. Divido la hora entre una primera parte de atención silenciosa, con unos primeros momentos de toma de conciencia de la respiración y de uno mismo, seguidos de alguna audición, o de un rato de pintar un mandala, o de reflexión a partir de alguna pista que les pueda ayudar a percibir, a descubrir, a darse cuenta… ( «desde que te has levantado, ¿cuántos regalos has recibido?”, etc.); y una segunda parte de trabajo a partir de textos y temas relacionados con el hecho religioso.

Núria cuenta que le pareció que -de cara a esta conversación- podía ser interesante recoger la opinión de los alumnos sobre la asignatura. Pasó una encuesta a los dos sextos, los de las dos escuelas, con preguntas sobre lo que más les gustaba de la asignatura, lo que cambiarían, si les parecía que era importante lo que aprendían, o no, etc. Su sorpresa fue comprobar que mayoritariamente (y sobre todo en Hospitalet) lo que más valoran es la primera parte: «cuando nos tranquilizamos», «es el único momento del día que tengo así», «me doy cuenta de las cosas » –lee–.

            María recuerda unas colonias con un grupo de quinto en las que, entre otras muchas actividades, una noche pasaron cinco minutos tumbados en el suelo mirando las estrellas. Y cuando, al regreso, recogieron la valoración de cómo había ido todo, para sorpresa de los adultos, lo que más les había gustado eran los cinco minutos de contemplación de la noche.

María: Contemplar es connatural al ser humano, lo necesitamos, lo deseamos, nos gusta, somos los adultos los que fallamos no ofreciéndoles las oportunidades.

Carme: yo también combino las dos clases de actividad, pero la dinámica depende del día, del grupo. Y ahora hay un sexto en el que me han pedido preparar ellos mismos el «momento especial». Hemos hecho una lista, y lo hacen por turnos; lo toman con mucho interés, y ven que no es fácil, que prepararlo pide tiempo … ¡Me encanta! ¿Qué es lo que más me importa? Transmitirles que no nos lo podremos acabar nunca lo que nos rodea, ¡que no nos podemos aburrir! Que lo vivan, que lo experimenten. Me encuentro con peques de ocho años que no se han dado cuenta de que las nubes se mueven, otros que han pasado mil veces por delante de un dibujo en la escuela y ni lo han visto. Una información sobre la pagoda o la mezquita la podrán encontrar fácilmente cuando quieran, pero aprender a sorprenderse … es un proceso que requiere tiempo y constancia.

María: Todo esto conecta con aquel gran objetivo nuestro de invitar a «abrir los ojos a la realidad», que une atención, interrogación, lenguaje simbólico…, todo va unido. El trabajo de la atención hace posible la sorpresa, y es fuente de agradecimiento. Aproximándonos a los textos, explorando qué querrán decir, es cuando podemos descubrir que todo este patrimonio está lleno de interrogantes y de pistas para crecer por dentro, que es una invitación a explorar al máximo el potencial de ser “plenamente humanos”. Aprender a vivir el lenguaje simbólico, como lo que es, simbólico, es el otro gran objetivo de este ámbito: qué nos querrá decir, ver que siempre te habla de nuevo, que a veces tienes que dejarlo reposar porque parece que no te dice nada, que escuchar lo que le dice a otro te hace pensar, etc.: familiarizarse con los mecanismos propios de avanzar entre metáforas, alusiones, imágenes, símbolos.

Teresa: Comparto todo lo que decís, pero me gustaría subrayar otro punto: la importancia de la apertura mental. Porque a medida que te acercas al bagaje de estos maestros, unas personas que hicieron un proceso personal y que lo expresan cada uno a su manera, nosotros, niños y niñas y adultos, cada uno desde las condiciones propias de su edad, participamos en un proceso de apertura mental que pasa por el reconocimiento del otro, por la aceptación, por el esfuerzo de comprensión. Y de entre todo lo que sucede en el aula, cualquier situación que podamos aprovechar para alimentar esta apertura, ¡bienvenida sea! Es normal que cada uno vea las cosas desde las perspectivas del entorno cultural del que proviene y que lo constituye, pero no seremos cajas cerradas si hacemos este ejercicio, tan a menudo como podamos. Y ciertamente no es cuestión de una asignatura, es algo que puede impregnar toda la escuela, a todas las horas se presentan oportunidades, pero nuestra hora es especialmente propicia para trabajarlo.

Núria: Es un espacio privilegiado para conocer al otro, para ofrecer el tiempo y la oportunidad de hacerlo, lo veo día a día, es fuente de respeto y de convivencia.

Carme: Es que lo que no tiene sentido es la normativa. ¿Qué sentido tiene separar el aula por religiones cuando la sociedad es diversa, es plural? El hecho de poder hacer la clase conjunta nos ayuda a conocer, a respetar, a integrar, a comprender, a cohesionar, a dejar de tener miedo a las diferencias, a valorar, a que cada uno se sienta reconocido. Me habría gustado que hubierais podido ver el día en que, hablando de la mezquita y del canto del muecín, un niño se pone a cantarlo, con muy buena voz, y toda la clase ¡aplaudiéndole!

Núria: Y estoy segura de que más gente querría trabajar así, pero falta formación.

Teresa: Te implicas porque lo sientes. Como en cualquier otra materia (o quizás incluso más) te ha de interesar, con la teoría no es suficiente, tienes que conectar con ello.

María: Tenemos la oportunidad de crear un espacio en el que el respeto a la diversidad no es una lección, sino que se desprende del trato que tienes con la diversidad: diversidad en relación a las procedencias del alumnado, en relación a los textos y palabras de sabiduría que aparecen en clase; cuando vemos cómo nos llegan aportaciones desde todos los rincones del mundo. Diversidad porque no se pretende que de un texto se desprenda una conclusión única sino que aprendemos a ver lo que nos dice a cada uno en cada momento; cuando nos familiarizamos con que lo que me dice a mí no es exactamente lo mismo que te dice a ti, y los dos hemos aprendido algo. Cuando el acento lo ponemos en el hecho de que sean auténticos, que estén del todo  presentes en la reflexión, porque es eso lo que nos hace crecer. Un marco de respeto a la diversidad de ritmos, de talantes, dispuestos a dar tiempo a la conversación y que cada niño, cada niña, se exprese con sus palabras y llegue a sus conclusiones. No es un espacio para unificar, sino para favorecer que cada uno pueda hacer su itinerario.

Teresa: Sí, también quería destacar la importancia de respetar el ritmo de cada cual. Vas proponiendo actividades y ves cómo en un momento dado hay quien intuye el sentido del texto, mientras que otros siguen tomándolo al pie de la letra. Y no pasa nada. Han de saber que no pasa nada, que no esperamos una respuesta determinada. Que lo que deseamos es que se impliquen en poner palabras a lo que ven y viven, a lo que piensan y sienten. Y que esto no es fácil, que se aprende intentándolo. Se generan muchos momentos mágicos en el aula. Los primeros años, en muchos momentos, sufrí; ¡ahora ya sólo disfruto! Y no es que no me encuentre con dificultades, pero disfruto, disfruto con las reflexiones que aparecen, con las conexiones que hacen. Cuando ves que a alguien se le ilumina la cara porque acaba de «ver» el paso del Mar Rojo como un momento de transformación, como una imagen que le habla de apertura, de cambio, de un nuevo camino… hay muchos momentos de estos.

Carme: Si te limitas a seguir el libro, vivencias pocas… Pero si creas oportunidades…

Teresa: Saben también que respetamos su ritmo. Hay momentos de reflexión, el ejercicio personal de poner palabras, y momentos de diálogo. Pero saben que sólo compartirán lo que quieran compartir, y que se les respetará.

Núria: En la encuesta que les hice es una de las cosas que también sale; leo: «aquí puedo hablar con confianza», «aquí puedo decir lo que pienso sin ninguna presión», «es una clase especial donde podemos pensar como personas de verdad».

 María: Esta afirmación la encuentro impresionante.

Núria: Y a la pregunta de «¿te sirve para algo?» Sale mucho «para reflexionar», una reflexión que de alguna manera notan que los hace «mejores»: «me conozco mejor», «aprendo a amar», » a respetar más a los demás», «a no pensar sólo en mí «… Como un espacio de reflexión que les ayuda a aprender a vivir de verdad.

María: Te están diciendo con otras palabras, aquello a lo que nos referimos cuando hablamos de desarrollo cualitativo, o de desarrollo interior. Y el patrimonio con el que los ponemos en contacto está al servicio de este desarrollo cualitativo de los seres humanos, del despliegue de nuestro potencial, del de cada uno. Al servicio de tener noticia de la realidad como lo que es, una realidad mayúscula, le pongamos el nombre que le pongamos. Es una invitación a estar ahí del todo, con la cabeza, el cuerpo, el sentir, con todo lo que somos, para poder vibrar con todas las capacidades.

            Si os parece lo dejamos aquí; hay que ver lo que ha ido saliendo…