Cantos

Sri Sankaracarya, Sankara, sabio de la India, del s.VIII, la más “clásica” de las voces de la filosofía vedanta advaita.
De : Shankarâchârya. Hymnes et chants vedantiques. Paris : M.Allard ; éds. Orientales, 1977. 76 p.

Para puja –La adoración suprema-
¿Cómo venerar al indivisible, inmutable, cuya esencia es Unidad, que es sin segundo, que es Ser, Consciencia, Beatitud? ¿Dónde invocar a Aquél que es el Todo, dónde está su trono? ¿De qué le sirven las abluciones al que es sin mancha, los ropajes al que todo lo contiene, el cordón sagrado al que está más allá de cualquier casta? ¿Para qué balancear las lámparas ante Aquel que es la luz misma?

El Ser es Tú mismo, mi pensamiento es (tu esposa) Parvati, mi cuerpo tu residencia, mi aliento tu compañero, mi sueño tu samâdhi, mi andar Tu danza y todas mis palabras himnos de alabanza. Cualquier acción que lleve a cabo, oh Shiva, te adora.

Advaita –Sin dualidad-

No soy ni el cuerpo, ni los órganos de los sentidos, ni el sentido interno, ni el yo individual, ni el conjunto de los flujos vitales, ni el intelecto; lejos de cualquier dominio o posesión, soy puro testigo, el Eterno, el Yo, Shiva!

El que ignora la existencia de la cuerda, ve la serpiente en la cuerda; y el que ignora su verdadera esencia, atribuye la naturaleza de jîva (1) al âtman.  Gracias a la palabra de un amigo, se disipa la ilusión: “es una cuerda”; gracias a la palabra del maestro se constata: “no soy este yo, soy Shiva! ”

Es una ilusión lo que hace aparecer a este falso universo en el Ser que es Verdad, Conciencia i Beatitud. Como el sueño que surge en la disipación del que duerme, es irreal. Soy Aquel que es verdad y plenitud, Aquel que es eterno y único, soy Shiva!

Nunca he nacido, nunca he crecido ni tampoco conoceré la muerte. Estos accidentes naturales sólo corresponden al cuerpo. Su actividad y otros atributos esenciales dependen de la pura conciencia de âtman, no del yo individual, sino de mí que soy Shiva!

En este mundo sólo yo existo. Todo objeto exterior es, en verdad, producto de Maya que aparece en âtman, como la imagen en un espejo, en mí que soy el Ser no dual. Por ello soy realmente Shiva.

 

Âtmashatkam. –Sobre el ser-

No soy ni la mente, ni el intelecto, ni el yo empírico ni la memoria; no tengo vista, ni gusto, ni olfato, ni oído. No soy ni el éter, ni la tierra, ni el fuego, ni el aire, ni el agua. Soy Shiva, en realidad soy Shiva, pura conciencia y pura beatitud.

No soy el principio vital llamado prâna ni sus cinco funciones(2); no soy los siete ingredientes constitutivos del cuerpo(3), ni las cinco coberturas del ser(4), ni el órgano de excreción ni el de generación, ya que soy Shiva, soy Shiva que es pura conciencia y pura beatitud.

En mi no hay ni sentimiento de odio, ni deseo, ni orgullo ni envidia. El deber, las posesiones, el placer, la liberación para mí no existen: soy Shiva, soy Shiva  que es pura conciencia y pura beatitud.

Extraño respecto a la virtud y al vicio, a la suerte y a la desgracia, no me conciernen ni los mantras ni las peregrinaciones, ni los Vedas con sus prescripciones sacrificiales. No soy la consumación del karma, ni lo que lo consume ni lo que es consumido. Soy Shiva, soy Shiva  que es pura conciencia y pura beatitud.

Para mí no existe ni la muerte ni miedo a nada. No hay en mí ninguna distinción de casta. No teniendo ni padre ni madre, nunca he nacido. Sin parientes ni amigos, sin maestro ni discípulo, soy Shiva, soy Shiva  que es pura conciencia y pura beatitud.

Estoy exento de todo atributo, más allá de toda determinación formal. Siendo todopoderoso, me propago por todo lugar, penetrando todos los sentidos. Siempre idéntico a mí mismo, no conozco ni la liberación ni el estado condicionado; soy Shiva, soy Shiva  que es pura conciencia y pura beatitud.

 

Nirvânamanjarî –Flores del Nirvana

No soy ni inmortal, ni mortal, ni demonio, ni cantor celeste, ni genio guardián de los tesoros, ni espectro malhechor; no soy ni hombre, ni mujer, ni eunuco; soy Shiva, Luz por excelencia en sí mismo.

No soy ni niño, ni joven, ni viejo; no pertenezco a casta alguna; no soy ni estudiante, ni cabeza de familia, ni anacoreta, ni asceta; soy Shiva, la única causa del nacimiento y la destrucción del mundo.

No estoy ni meditando, ni caminando, ni hablando, ni haciendo, ni liberado. En verdad soy Shiva, que ilumina toda actividad.

Aquello que abarca interior y exterior, que es eternamente puro, eso que es Ser, Conciencia y Beatitud sin distinción ni división alguna, aquello que ilumina toda manifestación sutil o tosca, lo que produce la manifestación, Eso es lo que soy en verdad.

Aquello que espanta al Tiempo y a la Muerte, aquello que causa la acción del pensamiento, de la inteligencia y de los sentidos, de donde proviene aquella luz designada bajo los nombres de Hari, Brahmâ, Rudra, Indra y los demás dioses, Eso es lo que soy en verdad.

Lo que como el espacio (akâsha) se extiende por todo lugar, tranquilo y sin forma, la Claridad por excelencia, más deseable que cualquier otra cosa, que no tiene origen ni fin, el supremo principio llamado Shankara(5) que debe percibirse en el interior: Eso es, en verdad, lo que soy.

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1. la existencia individual desde la perspectiva del elemento vital

2  El cuerpo sutil está animado por cinco formas de prâna o soplo vital : prâna, apâna, vyâna, samâna y ûdana.

3   jugos gástricos, sangre, carne, huesos, grasa, médula y esperma.

4   los cinco koshas que según el Traitiriya Upanishad ocultan la visión del âtman.

5  “El que otorga la paz”

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